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XXIV Exposición Comercial Internacional (Spanish only)

Para mí es un gran gusto participar esta tarde en la inauguración de esta edición número 24 de EXPOCOMER. Esta exposición de comercio internacional representa la mejor vitrina al mundo de un país como Panamá que ha asumido con éxito y ambición el desafío de insertarse en la economía global. 

Desde que Vasco Nuñez de Balboa atravesó por primera vez el istmo en 1513, Panamá no solo ha sido el punto de encuentro de dos mundos: el Atlántico y el Pacífico, sino también la bisagra que une y articula las Américas. Los panameños han sabido explotar esta singular ventaja geográfica que les ha concedido la naturaleza y la han utilizado como motor de crecimiento y de desarrollo.

Pero más allá de explotar las ventajas comparativas naturales, Panamá también ha logrado desarrollar ventajas competitivas propias generando un entorno de negocios estable y abierto y polos de excelencia en áreas como el comercio y el sector financiero. 

En un ránking reciente de la revista Latin Business Chronicle, Panamá se ubica como la economía más globalizada de las Américas. Por ejemplo, es la única economía del hemisferio cuyo comercio internacional (importaciones e exportaciones) supera su producto interno bruto.

Asimismo, es la única nación latinoamericana con un sistema financiero con activos que superan su PIB. El sistema bancario panameño tiene activos que más que duplican el tamaño de su economía.

También en inversión extranjera, turismo, y la adopción de tecnología, está en lugares de liderazgo a nivel regional.

Así que estamos en el lugar indicado para hablar de la promoción del comercio y la integración, pues estamos en un país que ha sido un actor y beneficiario importante del proceso de globalización.

Durante el Siglo XX el comercio internacional creció a una tasa muy superior a la de la economía global como un todo. Y las cifras de la Organización Mundial de Comercio indican que en los últimos diez años, el comercio internacional creció a una tasa anual del 5,4%, dos veces mayor al crecimiento del PIB global que fue del 2,7%.

El crecimiento de los flujos financieros internacionales ha sido mucho más veloz aún que el de los flujos comerciales.

Hacia el futuro, el rápido desarrollo de grandes países como China e India tanto como centros de producción como centros de ahorro y consumo, la proliferación de acuerdos de libre comercio y el avance de la tecnología indican que estas tendencias probablemente se acentuarán, con beneficios importantes para un país como Panamá, que actúa de puente entre Oriente y Occidente y entre Norte y Suramérica.

Sin embargo, en un entorno dinámico como el de la economía global, la agenda de integración no se detiene, los retos y oportunidades son cambiantes, y los países deben seguir trabajando para explotar sus ventajas naturales y crear otras que les permitan enfrentar los desafíos económicos y sociales del nuevo siglo.

Países como Panamá, que a pesar de su dinamismo externo aún enfrentan retos importantes en materia de desarrollo y reducción de la pobreza, deben entonces redoblar sus esfuerzos en áreas claves para la productividad y la competitividad como son la educación, la infraestructura y la inversión en ciencia y tecnología. Otros países y territorios con perfiles económicos similares al de Panamá como Hong Kong y Singapur han logrado enfrentar con éxito estos retos y hoy gozan de estándares de vida verdaderamente envidiables.

Panamá conoce bien las oportunidades y desafíos que la promoción del comercio, la apertura y la integración comercial traen consigo, pero hoy—al estar en negociaciones de un Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos—el tema cobra renovada importancia.

Esta negociación con la economía más grande y sofisticada del mundo representa una oportunidad histórica para un país como Panamá que tiene su moneda atada al dólar americano y que tiene amplios vínculos comerciales y financieros con los Estados Unidos.

Y la verdad es que concluir el acuerdo no solo es una oportunidad sino también un reto. No hay que olvidar que tras la firma del acuerdo entre Colombia y Estados Unidos, Panamá y Ecuador son los únicos países de la cuenca pacífica de las Américas que aún no han pactado tratados de libre comercio con el país del norte. Es decir, que en las circunstancias actuales varios sectores de la economía panameña se encontrarían en desventaja relativa frente a países vecinos de cara al mercado norteamericano.

La negociación de un acuerdo comercial, especialmente con una economía tan grande, siempre constituye un reto económico y político, pues toca a amplios sectores de la sociedad. Por este motivo, requiere de visión de futuro, objetivos claros, la voluntad de tomar decisiones difíciles y la capacidad de realizar inversiones importantes para su implementación y aprovechamiento. Todas estas condiciones las reúne la actual dirigencia panameña en cabeza del Presidente Torrijos.

Pero más allá de abrir las puertas del mercado norteamericano, este acuerdo seguramente servirá de elemento catalizador para que Panamá concluya otras negociaciones que tiene pendientes con países como México, Costa Rica y otros de Centroamérica. Al establecer estándares comunes entre diversos países de la región, los acuerdos bilaterales con los Estados Unidos constituyen una plataforma para avanzar gradualmente hacia la integración hemisférica.

Es importante que siga buscando esquemas de integración con sus socios dentro y fuera del Hemisferio. Apenas hace unas semanas se oyó cómo la perspectiva de un acuerdo con Singapur había generado expectativas de  negocios por varios miles de millones de dólares en servicios de reparación de aeronaves en este país. Eso es lo que se busca con la integración: generar más negocios y más inversión, promover una mayor competitividad doméstica, y aprovechar las oportunidades que ofrece una economía global.

Por supuesto, cosechar esos frutos implica un duro trabajo que Panamá y los países de la región deben continuar haciendo. Aparte de los desafíos que plantean el proceso de negociación y ratificación de los tratados, existen enormes retos de implementación, ajuste y aprovechamiento que se desprenden de los acuerdos, la llamada “agenda del día después”.

En materia de implementación, una vez negociados los acuerdos, los países tienen ante sí la crucial tarea de adoptar e implementar los compromisos contraídos. Esto conlleva muy frecuentemente al rediseño y fortalecimiento de instituciones públicas y la adopción de nuevas leyes y reglamentos que respondan a esos compromisos. La adopción de mejores prácticas internacionales que los acuerdos demanda genera ventajas para la economía y sociedad como un todo.

Asimismo para facilitar el proceso de transición al libre comercio, hace falta un marco de políticas que maximice las ganancias y que minimice los costos que necesariamente surgen en un proceso de redistribución de recursos como lo es la integración económica.

Estas incluyen: derechos de propiedad e instituciones judiciales sólidas, mejor infraestructura, mejor acceso a crédito, mejores sistemas laborales y el desarrollo de redes sociales de protección para las personas afectadas por el desplazamiento del empleo.  

Quiero concentrarme por un momento en el tema de la infraestructura que es clave para Panamá y para la región. El aprovechamiento efectivo de los beneficios de la integración comercial para nuestros productores y consumidores depende crucialmente de su capacidad para incorporarse a las cadenas de valor globales a costos y en tiempos competitivos.

Pero América Latina adolece de un déficit importante en materia de calidad y cantidad de infraestructura, que demandará nuevos esquemas de asociación público-privada que alineen los intereses de gobierno y sector privado y se ajusten a las condiciones locales y a las exigencias particulares del sector.

En materia de infraestructura, lo que logre Panamá en los próximos años tendrá efectos no solo sobre su propia economía, sino sobre la de toda la región e incluso la del mundo.

La plataforma logística panameña es un elemento clave del engranaje económico mundial y de la plataforma competitiva de la región latinoamericana. Estos incluyen, aparte del Canal de Panamá, la Zona Libre de Colón; siete puertos privados, entre ellos, el Puerto de Manzanillo en el Caribe, el de mayor movimiento de América Latina, y Balboa, el de mayor movimiento en el Pacífico latinoamericano; el ferrocarril interoceánico, y la carretera transístmica, entre otros.

Asimismo, Panamá es un “Hub” para el transporte aéreo de carga y pasajeros y una pieza fundamental de la integración de  la infraestructura de telecomunicaciones, electricidad, e hidrocarburos de Sudamérica con Centro y Norteamérica.

El país viene trabajando en varios proyectos ambiciosos en estos frentes que tendrán impacto regional y mundial. Por supuesto, el propuesto ensanche del Canal será uno de los proyectos de infraestructura más importantes de los inicios del Siglo XXI. Pero también hay iniciativas importantes en puertos, carreteras e infraestructura energética.

Además habrá posibilidades para apalancar las inversiones en infraestructura tecnológica y de telecomunicaciones para posicionar a Panamá como un centro clave de la integración financiera que seguramente acompañará en años futuros el mayor intercambio comercial entre los países de la región.

Pero estas grandes oportunidades, también representan grandes responsabilidades. Al fin y al cabo, el nivel de competitividad del “hub” logístico y financiero panameño en materia de costos y tiempos repercute directamente sobre la competitividad internacional de los países de la región y de otros que son sus clientes en estos servicios de transporte, logística y financieros.

A sabiendas de la condición privilegiada de Panamá, y los retos y oportunidades que de ahí se derivan, yo quiero reiterar el compromiso del Banco Interamericano de Desarrollo de apoyar al gobierno panameño y a su sector privado en la profundización de su integración en la economía mundial.

Además de trabajar en áreas críticas para la integración como la infraestructura física y energética, la iniciativa privada, la competitividad, y la reforma del estado, el BID ha desarrollado varios instrumentos específicos que buscan asistir a los países en las etapas de negociación, implementación y transición al libre comercio.

Nuestros programas de apoyo al comercio son amplios e integrales. Y van desde el apoyo en necesidades de corto plazo como la capacitación de negociadores comerciales y la reforma aduanera, hasta soportes de más largo plazo para la reconversión económica y la asistencia a trabajadores desplazados. 

Asimismo, nuestra ventanilla del sector privado financia proyectos privados de infraestructura y operaciones de comercio exterior. Después de todo, el gobierno puede hacer mucho para generar un entorno de negocios adecuado, pero los negocios los hacen los empresarios y de ellos depende que se concreten las oportunidades que genera la integración económica.

Quiero concluir resaltando las grandes oportunidades que veo para Panamá en el entorno actual de globalización. Es mucho lo que ha hecho el país, pero puede hacer más y está caminando por el rumbo correcto. Es hora de agregar más valor a las exportaciones nacionales, de promover la alta tecnología, de actualizar la plataforma logística, de construir un mercado financiero más profundo y de vender mejor el país como el destino turístico de clase mundial que es.

Estos son elementos claves para avanzar hacia la construcción de un Panamá más próspero y más justo, y a su vez para potenciar—a través de un centro logístico y financiero de clase mundial—la competitividad y enormes posibilidades productivas de todo el continente americano.

Muchas gracias

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