Especialistas responsables en programas sociales afirman que se deben reformar los programas de redistribución directa de renta en Brasil. Un ejemplo es el programa Bolsa Escuela, que proporciona recursos a familias de bajos ingresos con la condición de que sus hijos e hijas asistan a la escuela.
Los programas de transferencia de ingresos, que permiten a los beneficiarios recibir recursos directamente del gobierno si cumplen una serie de requisitos, se encuentran bajo un estricto escrutinio. No es fácil disentir con la decisión de los gobiernos de otorgar incentivos monetarios a sus ciudadanos para mantener a los hijos en las escuelas, o para que una familia de pocos recursos reciba mejores alimentos. En los países en desarrollo los programas para la transferencia de rentas están de moda, aunque se sigue debatiendo su nivel de efectividad, ya que diversos índices muestran que los sectores sociales que se benefician de ellos no mejoran sustancialmente.
Actualmente en Brasil hay programas sociales como la Bolsa Escuela, la Caja de Alimentación, Hambre Cero, el Programa para la Erradicación del Trabajo Infantil (PETI), y el Programa de Asistencia a la Juventud, para cuya implementación se han invertido importantes sumas en los últimos años. Sin embargo, no se han visto cambios positivos y relevantes en los niveles de desigualdad social. Según datos de la Encuesta Nacional de Hogares (PNAD) en Brasil, en 1989 el Índice de Gini –utilizado para medir la disparidad en la distribución de los ingresos en un país– fue de 0,64; en 1999, descendió a 0,576 (el 0 representa la igualdad perfecta y el 1 la desigualdad perfecta). Una posible explicación para estos resultados es que no se han adoptado las reformas necesarias para hacer frente a esta situación.
Esta fue la hipótesis central del seminario “Brasil: elementos para una agenda social efectiva”, realizado en la sede del BID en Washington D.C. esta semana. Allí se presentaron trabajos que exponen diversas alternativas para obtener cambios positivos en los programas que ya existen en el país. Asimismo se presentaron datos empíricos que pueden indicar los caminos a seguir. Además de contribuir a la comprensión de las dificultades con las que hoy se enfrentan los programas sociales brasileños, estos debates resultan fundamentales para que el BID pueda formular estrategias para emprender nuevos proyectos sociales juntamente con el gobierno brasileño.
El estudio titulado “La reforma de la política social en Brasil: un debate”, realizado por Francisco Ferreira, economista del Banco Mundial, propone la unificación de los programas sociales anteriormente mencionados para reducir la vulnerabilidad política y la desarticulación que existe en la actualidad. Ferreira hizo hincapié en adaptar estos programas no sólo a la situación de las familias beneficiarias, de acuerdo con el número de niños en el hogar o la situación laboral de los padres, sino también a las respuestas y al comportamiento de los beneficiarios en lo referente a las inversiones para el desarrollo familiar y comunitario. Estas contrapartidas podrán ser evaluadas a través de la asistencia escolar de los niños y de la obtención del seguro médico familiar.
Eliana Cardoso, de la Universidad de São Paulo, presentó el documento “El impacto de las transferencias de ingresos en el trabajo infantil y la asistencia escolar en Brasil”, que refleja la necesidad de realizar reformas. Las cifras resultaron elocuentes en el caso de la Bolsa Escolar, indicando un incremento en la tasa de asistencia de niños provenientes de las familias beneficiarias, pero no una disminución del trabajo infantil. Por lo tanto, Cardoso señaló que estos programas no alcanzaban a modificar totalmente las condiciones de vida de los beneficiarios.
Finalmente, como también había destacado Carlos Herrán del BID, se puntualizó que los resultados obtenidos son importantes indicadores de que los programas de transferencia de ingresos tienen que ser complementados por otros programas que ataquen los mismos problemas. Por ejemplo, la efectividad de la Bolsa Escuela puede ser reforzada si se mejora los programas de enseñanza en las escuelas.