¿Etica y economía? Virtualmente imposible, sostienen muchos. Como un vano intento de juntar agua y aceite.
Pero, ¿ética y desarrollo? Difícil pero no imposible o eso piensan la treintena de participantes que aceptaron una convocatoria del BID a examinar vías de inyectar un componente moral en la "nueva economía", que está dejando a tantos de lado.
Amartya Sen, Premio Nóbel de Economía, dijo que muchos de quienes no mezclarían ética y economía sentirían igual reticencia a hablar de ética y desarrollo, "de la misma forma que rehusarían una invitación a beber y manejar".
Pero Sen recordó la importancia central que para muchos prominentes pensadores tiene el concepto de libertad y subrayó que "es difícil ver como la equidad puede no ser un elemento central de la perspectiva de libertad".
La conferencia de dos días de duración fue organizada por el Instituto Interamericano para el Desarrollo Social del BID con auspicio del gobierno de Noruega y el panel de participantes incluyó a los ex presidentes Patricio Aylwin y Raúl Alfonsín, de Chile y Argentina.
El presidente del BID, Enrique V. Iglesias, dijo al inaugurar el encuentro que la era de la informática ha agravado un cuadro de inequidad ya existente y ahora "se acentúan las carencias y las distancia".
En la médula del problema está "el derecho a no ser excluído", agregó Iglesias, recordando que en América Latina se encuentran los índices de desigualdad más grandes del mundo en la distribución de riqueza.
La inevitable reforma y modernización económica en la región melló la protección contra la competencia externa que disfrutaba el sector privado y desmanteló o privatizó gran parte del aparato estatal con una secuela de desempleo que en algunos países ha alcanzado niveles nunca sufridos.
El subsecuente agravamiento de la inequidad refleja las diferencias en educación — o en sagacidad — para aprovechar las oportunidades que ha creado la "nueva economía" o de lo contrario quedar marginados. Ni siquiera Estados Unidos ha escapado a ese aumento de inequidad.
El presidente Aylwin destacó en su presentación que desde la Reunión Cumbre sobre Desarrollo Social que Naciones Unidas convocó en Copenhague, en 1995, el número de personas que viven en la pobreza en América Latina y el Caribe aumentó de 196 millones a 224 millones.
Aylwin agregó que el rol central que ha tomado el mercado en el mundo occidental ha fomentado una cultura de individualismo que trajo consigo "el egoismo, el consumismo y la competitividad prevalecientes".
"Aunque la economía mundial crece a ritmos jamás antes imaginados, este crecimiento llega de manera abismalmente desigual a la población del planeta", agregó.
"La economía de mercado libre en este mundo globalizado es muy eficiente para crear riqueza, pero muy injusta para distribuirla", afirmó Aylwin.
El mandatario chileno hizo un llamado a devolver al estado parte del vigor regulatorio que ha perdido y se hizo eco de la exhortación de Michel Camdessus, el ex director del FMI, a introducir componentes de justicia y solidaridad en la economía como "una exigencia ética inludible".
Por su parte, Alfonsín denunció "el fundamentalismo economicista" que según dijo inspiró a los partidarios de desmantelar el estado. Ese objetivo, afirmó, socavó las conquistas sociales "y dejó inermes a millones de personas que sólo aspiraban a vivir con dignidad, a alimentarse, a educarse, a tener una vivienda y garantía para su salud".
"Aquel estado ineficiente se ha convertido en un estado irresponsable. Irresponsable con los pobres, con los enfermos, con los ignorantes, con los marginados, con los ancianos y con los chicos", expresó en su ponencia el ex presidente argentino.
"Si antes era un estado obeso, ahora es un estado indefenso", aseguró.
Otro tema tratado fue la salud y el director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), George A.O. Alleyne, sostuvo que una visión integral de ese componente del desarrollo es crucial para el alivio de la pobreza.
"En muy pocas situaciones la vulnerabilidad que caracteriza a la pobreza es tan acentuada como en el campo de la salud", dijo Alleyne, asegurando que la inversión en salud pública es un mecanismo que fomenta el crecimiento.
Alleyne recordó que la OPS, el BID y el Banco Mundial acordaron recientemente implementar una agenda compartida para el Desarrollo de la Salud en las Américas.
Sigrun Mogedal, la secretaria de estado para el desarrollo internacional de Noruega, cuyo gobierno auspició el encuentro, delineó lo que considera las responsabilidades morales de todos los protagonistas de la economía.
"Los gobiernos tienen una responsabilidad moral de conducir el desarrollo hacia lo que es justo y equitativo", sostuvo.
"Poner equidad, inclusión y participación en el centro de nuestra agenda común es el más fuerte imperativo ético en el desarrollo", afirmó.
La agenda de la reunión tocó distintos dilemas éticos que plantea el proceso de desarrollo, especialmente en América Latina, con énfasis en el impacto de la globalización y el avance tecnológico en la pobreza y la desigualdad.
Con el encuentro, que fue coordinado por Bernardo Kliksberg, a cargo del Instituto Interamericano para el Desarrollo Social del BID, se espera generar un debate multidisciplinario sobre toda esa temática.
Iglesias dijo al cierre del diálogo que convocarlo era reflejo del concepto básico de que el BID es "algo más que un banco, que transfiere recursos, que brinda cooperación técnica".
La reunión, advirtió, "no fue para dar soluciones, porque no las tenemos, sino para estimular y legitimizar la discusión de estos temas".
Por su parte, Sen que tuvo a su cargo el discurso de clausura, rechazó de plano la noción de que procurar equidad en el desarrollo socave la búsqueda de eficiencia, particularmente por mellar el uso de incentivos.
"En realidad, prestar atención a la equidad puede, en muchas circunstancias, ayudar a promover la eficiencia, porque la conducta de la gente puede depender de su sentido de justicia y de como perciban si otros se comportan rectamente", aseguró el Premio Nóbel de Economía.