El mundo del fútbol y el mundo de la banca tuvieron una inusual conjunción en un seminario convocado por el BID para hablar sobre el deporte y el desarrollo en América Latina y el Caribe.
El evento atrajo a varias figuras descollantes, comenzando por Edson Arantes do Nascimento, Pelé, el mejor jugador de fútbol que ha conocido el mundo. En dupla con el otrora capitán de la selección de Brasil estaba el fanático del fútbol más famoso del mundo, el ex canciller estadounidense Henry Kissinger.
Participaron asimismo los presidentes de las confederaciones de fútbol de Sudamérica, Norteamérica y el Caribe, el comisionado de la liga de fútbol de Estados Unidos, Don Garber, y altos ejecutivos de firmas internacionales que han convertido al fútbol un inmenso negocio en el mundo industrializado.
“El fútbol es un deporte con múltiples dimensiones”, señaló el presidente del BID, Enrique V. Iglesias, al abrir el seminario. “Ofrece oportunidades debido a su rendimiento económico, pero es también un deporte cuya popularidad trasciende fronteras de clase, raza, religión, género y educación”.
“Por eso el fútbol es un importante instrumento para el desarrollo regional y la integración”, afirmó Iglesias.
Según los participantes, en América Latina el fútbol ha sido víctima de la inestabilidad política, las crisis financieras y las tensiones sociales que padeció la región. Si bien los sudamericanos han ganado la Copa del Mundo tantas veces los europeos, en el campo económico han perdido por goleada.
Los disertantes expresaron su opinión de que América Latina podría hacer mucho más para convertir al deporte en un negocio más lucrativo. Pelé, por ejemplo, ve potencial para hacer del fútbol una gran industria, siguiendo el ejemplo de las grandes ligas profesionales en Europa y Estados Unidos en la pasada década.
Pelé, quien además llegó a ser ministro de deportes de su país, subrayó asimismo el potencial del deporte como herramienta para promover el desarrollo social y económico.
“En Estados Unidos, la industria del deporte genera alrededor de cuatro por ciento del PBI. En América Latina, apenas representa uno por ciento de la actividad económica. Si pudiéramos llegar al dos por ciento, crearíamos un montón de empleos y oportunidades”, aseguró.
No obstante, agregó Pelé, aunque América Latina suele adoptar rápidamente cambios en áreas como la tecnología, sigue considerando al fútbol como un pasatiempo regido por la pasión más que la planificación racional. Los clubes latinoamericanos normalmente son organizaciones sin fines de lucro. Los mejores equipos exhiben gran destreza en las canchas, pero los clubes constantemente están al borde de la bancarrota. Tradicionalmente escapan de la ruina vendiendo a sus mejores jugadores a equipos de países ricos. Pero en algunos casos los clubes acaban envueltos en negocios dudosos o hasta ilegales.
Uno de los principales propósitos durante su gestión como ministro de deportes fue profesionalizar la dirección de clubes de fútbol en Brasil. “Si se tiene profesionales conduciendo el deporte como un negocio es mucho más fácil erradicar la corrupción. Los directivos profesionales son considerados responsables de lo que hacen, y deben justificar cada centavo”, explicó.
Según Pelé las federaciones de fútbol en América Latina no son dirigidas mucho mejor que los equipos que las componen. Tareas aparentemente simples como fijar un calendario razonable de partidos pueden convertirse en verdaderos desafíos en algunos países de la región.
No obstante, hay algunos signos alentadores. Algunos clubes brasileños han comenzado a optar por el modelo de dirección que siguen los grandes equipos europeos. Flamengo, de Río de Janeiro, ha firmado un contrato de gestión con ISL, una empresa suiza de mercadeo deportivo, y Corinthians, de São Paulo, se ha asociado con dos firmas de Estados Unidos, The Muller Sports Group y la compañía inversora privada Hicks, Muse, Tate & Furst.
Al incorporar socios con vastos recursos para manejar los aspectos financieros de sus operaciones, los clubes pueden concentrar su atención en lo que saben hacer bien: preparar equipos ganadores. Entretanto, gente con experiencia comercial puede concertar acuerdos lucrativos con medios de difusión, avisadores, auspiciantes y licenciatarios.
Sin embargo, el modelo de negocio deportivo puede no generar resultados fenomenales en todos los países. Heinz Schurtenberger, el máximo ejecutivo de ISL, apunta que en Suiza los mejores futbolistas ganan sólo una fracción de las principescas sumas que embolsan sus colegas en las ligas británica, española o italiana.
¿Y qué papel juega el BID en este cuadro? Al cierre de la conferencia, Iglesias dijo que el Banco tendrá que elaborar su propia estrategia antes de salir a la cancha. De todas formas, Iglesias destacó que el fútbol parece un engranaje natural en la maquinaria de programas sociales que el BID promueve en toda la región, especialmente en las iniciativas para niños y adolescentes en riesgo que está financiando en más de 30 ciudades.
En sociedad con clubes y otras entidades cívicas, esos programas pueden ampliarse para incluir al deporte, que, como el propio Pelé subraya, puede ser una de las mejores estrategias para que los menores de edad no se metan en problemas.
Por el lado de los negocios, Iglesias recordó que el BID brinda apoyo a empresas con fines de lucro a través de su Departamento del Sector Privado y de la Corporación Interamericana de Inversiones, como también por medio de sus líneas de crédito para bancos nacionales de desarrollo en la región, que pueden ser potenciales fuentes de financiamiento para clubes administrados por profesionales.
Algunos dirigentes del fútbol respondieron prontamente al interés del Banco. La primera consulta vino de la Federación de Fútbol de Costa Rica, que está interesada en hallar financiamiento para crear un centro regional de entrenamiento futbolístico en San José.