Estudio del BID sobre políticas públicas energéticas más eficientes

Publicación describe los determinantes de consumo de energía en los hogares de la región y su evolución

Los servicios de energía representan el segundo gasto más importante del presupuesto de los hogares en América Latina y el Caribe (ALC), solo superado por la alimentación, según un nuevo estudio del Banco Interamericano de Desarrollo. Para los latinoamericanos, uno de cada diez dólares gastados se destina al pago de las facturas de energía.

Basado en información a nivel de país y hogar, el estudio proporciona un análisis de la evolución del consumo y gasto de energía en la región y su composición por fuente energética. Dependiendo de su nivel de ingreso, los hogares tienen una participación diferente de la energía en su gasto total. Los hogares que pertenecen a los dos deciles de ingresos más altos representan más del 40 por ciento del gasto total de energía, mientras que los dos deciles de menores ingresos representan alrededor del 8 por ciento del mismo gasto.

El estudio también revela que los hogares con los niveles de ingresos más bajos gastan 27,6 veces menos en transporte que los hogares con ingresos más altos y 2,5 veces menos en combustibles para cocinar. En análisis de la composición del gasto en energía muestra que a medida que aumentan los ingresos familiares, los hogares reemplazan los combustibles tradicionales, como la leña, por electricidad y el gas natural.

“La demanda por energéticos es muy desigual en los hogares y está vinculado al nivel de ingreso. El gasto absoluto es mayor conforme se incrementa el ingreso de los hogares, sin embargo, la composición de su canasta de energéticos cambia notablemente. Los hogares de mayores ingresos concentran la mayor parte de su gasto en combustibles para transporte privado. En consecuencia, esquemas de subsidios generalizados universales tienden a beneficiar a dichos grupos en mayor medida, lo que conlleva a efectos regresivos que contrarían el objetivo inicial para el cual fueron diseñados esos subsidios”, explicó Ariel Yépez, jefe de la división de Energía del BID y coautor de la publicación.

La electricidad es un servicio esencial. Es decir, los incrementos en los precios de la electricidad tenderán a elevar el gasto de los hogares en estos servicios, afectando principalmente a los grupos de menores ingresos. Sin embargo, en muchos casos las estructura tarifarias eléctricas actuales permiten que subsidios cruzados se filtren a los hogares de mayores ingresos, lo que afecta la viabilidad financiera de los sistemas eléctricos. Los subsidios a la electricidad representan del 0,5 al 1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Raúl Jiménez, economista de la División de Efectividad en el Desarrollo de BID Invest y coautor del libro, comentó que el reporte muestra regularidades empíricas y desafíos comunes en nuestra región, así como evidencia de políticas que han funcionado. La crisis actual ha magnificado la gravedad de problemas persistentes en la región en materia energética, principalmente en el área de pobreza energética. No obstante, existen experiencias que muestran la compatibilidad de satisfacer criterios de sostenibilidad y equidad con las crecientes necesidades energéticas de los hogares latinoamericanos. Por ello no se puede perder de vista los objetivos de largo plazo.

El libro plantea la relevancia de aplicar medidas de política de precios que promuevan la eficiencia en el suministro de los energéticos y eviten el desperdicio. El establecimiento de precios eficientes evitará la aplicación indiscriminada de subsidios y promoverá la adopción de medidas de apoyo directo a los consumidores más vulnerables. Por otro lado, los autores proponen aplicar precios que reflejen los costos económicos de los energéticos que además promuevan la eficiencia energética.