En el marco de las reuniones paralelas a la Asamblea de Gobernadores del BID se realizó un diálogo sobre las relaciones entre Europa y América Latina.
Participaron en dicho encuentro el Presidente del Comité Promotor de la Asamblea Anual del BID Milán 2003, y Presidente de la Región Lombardía, Sr. Roberto Formigoni, el Presidente de la Comisión Europea Sr. Romano Prodi, el Ex-Presidente de Chile, Sr. Eduardo Frei; el Ex-Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Javier Pérez de Cuellar, el Ministro de Economía y Finanzas de Italia, Sr. Giulio Tremonti y el Vice-Ministro de Economía y Finanzas de Italia, Sr. Mario Baldassarri y otras distinguidas personalidades.
El diálogo entre los participantes puso el acento, entre otros, en los siguientes aspectos:
1. Las relaciones entre las dos regiones se ciñen a lazos históricos, culturales, económicos y políticos. La colonización, la independencia y la configuración de las naciones de América Latina y el Caribe tienen firmes raíces europeas y durante más de cuatro siglos, los lazos de la región con la economía mundial, en gran medida, se anudaban en Europa. Los negocios, la educación, la inmigración y la política unieron a los pueblos de ambas regiones y los canales de la interacción se abrieron en todos los niveles de la sociedad, a saber: gobiernos nacionales, estados, subregiones, municipalidades, partidos políticos, movimientos sindicales, grupos religiosos y organizaciones nacionales y comunitarias.
2. El siglo XX fue escenario de una gran diversificación de las relaciones internacionales de América Latina y el Caribe y de la creciente influencia de América del Norte y de Asia. Entretanto, tras siglos de conflictos, Europa Occidental se ha unido en un proceso sin precedentes de integración profunda que hoy día se manifiesta por medio de la Unión Europea (UE). Además, la Unión vuelve hoy sus ojos hacia el este y se encuentra en los umbrales de la incorporación de diez nuevos miembros.
3. La ampliación de las relaciones internacionales de América Latina y el Caribe obedece, en parte, a las fuerzas autónomas y centrífugas de la mundialización. Además, América Latina y el Caribe han hecho frente a las exigencias de la mundialización por medio de valerosas reformas políticas y económicas estructurales, aunadas a una participación vigorosa en el sistema multilateral. Además, dentro del marco de la administración de su nueva interfaz con una economía en proceso de mundialización, los gobiernos buscan un respaldo cada vez mayor por medio de iniciativas de refuerzo de los vínculos regionales e interregionales. Esto se lleva a cabo mediante la integración regional formal, el comercio y otros acuerdos, así como iniciativas de cooperación.
4. En estas circunstancias, la Unión Europea y América Latina y el Caribe han redoblado su búsqueda de caminos conducentes a una relación interregional más estrecha. Además, los cimientos de las iniciativas son más firmes en virtud de las raíces históricas y de las realidades contemporáneas: la Unión Europea es el socio comercial más importante y la principal fuente de inversión extranjera directa para América Latina y el Caribe; es, con holgura, la principal fuente de cooperación económica y asistencia para el desarrollo, así como de inspiración de prácticas óptimas de políticas públicas, incluyendo la integración regional, ámbito en el cual Europa ha estado a la vanguardia durante mucho tiempo.
5. La Cumbre de Río, de junio de 1999 y la realizada en Madrid en mayo de 2002, marcaron nuevos hitos en las relaciones interregionales porque, por vez primera, América Latina y la Unión Europea interactuaron como dos bloques en búsqueda de cooperación para la consecución de metas comunes. La conclusión de la Guerra Fría ha ayudado a un mayor acercamiento mundial en torno a un conjunto democrático de valores básicos compartidos, pero los conceptos que guían la creación de una comunidad mundial basada en esos valores no son homogéneos y son posibles muchas configuraciones. La Unión Europea y América Latina han usado las cumbres para trabajar en conjunto a fin de estampar su sello en este proceso de evolución. De hecho, el interregionalismo de la Unión Europea y América Latina en las cumbres, se ha manifestado por medio de sus intereses comunes con respecto a muchos temas mundiales importantes, por ejemplo democracia, derechos humanos, multilateralismo, mejoramiento del diseño de la arquitectura financiera internacional, integración regional, abordaje del problema de las drogas bajo el principio de la responsabilidad común y compartida, y promoción del desarrollo sustentable. Esta asociación en crecimiento será examinada y reforzada el año próximo, con ocasión de la cumbre de las dos regiones que tendrá lugar en México.
6. Si las cumbres son la expresión suprema del interregionalismo de la Unión Europea y América Latina, los acuerdos incipientes de asociación entre la Unión Europea y América Latina son la manifestación más profunda y representan una relación interregional en proceso de maduración porque se basan en el principio de la reciprocidad. Son, además, sumamente innovadores en cuanto al establecimiento de enlaces entre naciones industrializadas y naciones en vías de desarrollo, porque integran en un solo ámbito, tres aspectos vitales de interacción, a saber: comercio libre recíproco, cooperación y diálogo sobre políticas. Ya se ha negociado acuerdos pioneros de esta clase con México y Chile y actualmente se negocia uno de la Unión Europea con el MERCOSUR, respecto del cual concluyó recientemente y en forma auspiciosa, la novena reunión, celebrada en Bruselas. Entretanto, América Central y la Comunidad Andina iniciarán en breve la negociación de acuerdos de diálogo sobre políticas y cooperación con la Unión Europea que, como se dijo en la Cumbre de Madrid, deben sentar las bases para los acuerdos de asociación. El Caribe, por su parte, robustece sus lazos con la Unión Europea dentro del marco del Acuerdo de Cotonou.
7. El regionalismo que América Latina y el Caribe practican con Europa, forma parte de un enfoque regional más amplio, que incluye compromisos políticos para la profundización de la integración subregional de vecinos con visiones comunes y una serie de zonas de libre comercio. Esta estrategia tiene por objeto complementar y fortalecer la participación de la región en el sistema multilateral y en la economía mundial. Las iniciativas de integración subregionales, como el MERCOSUR, ofrecen muchas oportunidades de desarrollo e inclusión social y por tal motivo, debe redoblarse el compromiso político de impulso a esos procesos, aun en las difíciles circunstancias actuales. El BID reconoce la importancia del regionalismo para el desarrollo y por esa razón, el respaldo al regionalismo es uno de los pilares centrales de la Estrategia Institucional del Banco.
8. El interregionalismo de la Unión Europea y América Latina y el Caribe es un instrumento de desarrollo esencial porque entraña la promesa de acceso mejor y más seguro a los mercados europeos respecto de los frentes en los que América Latina y el Caribe poseen ventaja comparativa, programas de cooperación, transmisión de prácticas óptimas y una presencia más vigorosa en foros internacionales de interés mutuo. El interregionalismo con América Latina también es importante para la Unión Europea, como expresión de su ubicación global en una economía mundial cada vez más competitiva donde el alcance de la participación en el mercado es una dimensión estratégica de liderazgo más amplio en materia de normas multilaterales, políticas y desarrollo cultural.
9. Europa es un miembro vital del BID. El interregionalismo creciente de la Unión Europea y América Latina y el Caribe ha robustecido el potencial de esta asociación. Dentro de este marco se intensifica el trabajo mancomunado de la Comisión Europea y el BID en favor del desarrollo de América Latina y el Caribe.
10. La experiencia europea ofrece muchas enseñanzas para el respaldo del Banco al desarrollo de sus países miembros prestatarios. La integración regional, por supuesto, constituye un ejemplo, así como el papel estratégico de las subregiones y localidades europeas en la legitimación del proceso de integración, pero también lo brinda la preocupación del continente por cuestiones como el desarrollo sustentable y el régimen de derecho. La estrategia de Lisboa es una expresión de la necesidad de mejorar la cohesión social por medio de esfuerzos dinámicos para reducir la pobreza y brindar protección social. La pobreza y la desigualdad social siguen siendo frenos importantes para la modernización y la estabilidad política de América Latina y el Caribe y, por ende, también en este sentido existe una clara coincidencia de intereses.
11. La colaboración entre el Banco y la Comisión se formalizó en 2002 mediante la firma de un Memorando de Entendimiento entre la Comisión y el BID, para trabajar juntos en cuatro esferas básicas, a saber: i) consolidación de la democracia y los derechos humanos; ii) equidad social y reducción de la pobreza; iii) integración regional y comercio; y iv) tecnologías de información y una sociedad de conocimientos compartidos.
12. El memorando ya ha rendido frutos a ambas organizaciones. A modo de preparación para la cumbre del año próximo en México, el Comisionado Chris Patten y el Presidente Enrique Iglesias inaugurarán en junio de este año, en Bruselas, un importante seminario sobre cohesión social, en el cual se analizarán los problemas de la desigualdad y la exclusión social y la forma de superarlos. En julio, la Comisión y el BID colaborarán para la realización en Lima, Perú, de una conferencia sobre la experiencia de ambas organizaciones en las consultas con la sociedad civil relacionadas con las iniciativas de integración y comercio. El Banco y la Comisión completaron recientemente un ejercicio conjunto de programación regional en América Central y se reunieron con la Secretaría de la CARICOM en Guyana para analizar la cooperación. Las dos organizaciones también prestaron respaldo financiero al grupo de especialistas de la Cátedra Mercosur del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences-Po) en las negociaciones para un acuerdo entre la Unión Europea y el MERCOSUR. Se trata sólo del comienzo de la colaboración, porque ya hay otras actividades en distintas etapas de planificación y organización.
El espíritu de las precedentes consideraciones reafirma la convicción de los participantes en el interés compartido por América Latina y El Caribe en la ampliación y profundización de sus actuales relaciones: en las consultas políticas entre sus Jefes de Estado y de Gobierno, en la aceleración de los procesos de negociaciones comerciales en curso como las existentes entre Mercosur y la Unión Europea, en la cooperación a la modernización institucional de la Región, en el apoyo a la consolidación de sus Instituciones democráticas, en la plena vigencia de los derechos humanos.
Una cooperación ampliada y profundizada entre América Latina y El Caribe y la Unión Europea no sólo operará en beneficio de ambas partes sino de toda la comunidad internacional contribuyendo al entendimiento entre los pueblos, el Progreso Económico y la Justicia Social.