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América Latina y el Caribe debe tomar medidas para impulsar el crecimiento y resistir las perturbaciones externas: BID

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El Informe Macroeconómico de América Latina y el Caribe 2013 señala que la región puede alcanzar un crecimiento económico superior a 6 por ciento si los países adoptan reformas estructurales ajustadas a sus necesidades

CIUDAD DE PANAMÁ – Aunque es probable que en los próximos años el crecimiento mundial se sitúe por debajo de su potencial, América Latina y el Caribe pueden crecer significativamente mediante la adopción de las reformas estructurales adecuadas, según el Informe Macroeconómico 2013 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), divulgado hoy durante la asamblea anual del Banco.

El informe, titulado “Replantear las reformas”, sostiene que si los países de la región llevan a cabo reformas ajustadas a su situación y a sus instituciones, los efectos positivos se reforzarían mutuamente y la región en su conjunto podría beneficiarse de un considerable aumento en su tasa de crecimiento.

“Prevemos que durante varios años se registrará en la región un crecimiento moderado y aunque hay margen para la política fiscal anticíclica, los países deberían controlar sus gastos porque el espacio fiscal también ha disminuido”, dijo Santiago Levy, Vicepresidente de Sectores y Conocimiento del BID. “Es crucial que los países consideren más medidas estructurales para impulsar el crecimiento”.

El informe considera probable que la región crezca a una tasa anual de sólo 3,9 por ciento durante los próximos cinco años, casi un punto porcentual por debajo de la tasa de 4,8 por ciento registrada antes de la gran recesión que comenzó en 2008. Se prevé que un menor crecimiento del comercio mundial y un descenso de los precios de los productos básicos disminuyan el consumo y las inversiones en América Latina y el Caribe.

En los últimos años América Latina y el Caribe ha usado con éxito la política fiscal y monetaria para contrarrestar la recesión global y hoy el continente crece a tasas muy cercanas a su potencial. Pero la reducción del espacio fiscal como consecuencia del incremento del gasto público y los menores márgenes disponibles de la politica monetaria aconsejan reequilibrar el protagonismo de las políticas anticíclicas.

“Ahora no se trata de recurrir a políticas fiscales y monetarias para contrarrestar una perturbación externa. La región ha superado los efectos de la crisis global. Ahora de lo que se trata es de incrementar el crecimiento potencial de América Latina y el Caribe”, dijo José Juan Ruiz, Economista Jefe del BID. “Cada país debe encontrar el camino para conseguirlo. No hay recetas únicas.”

El informe destaca que las monedas de la región se han apreciado en forma considerable, afectando potencialmente las exportaciones y el crecimiento. Es probable que las apreciaciones sean el resultado de una combinación de factores, como los altos precios de los productos básicos, los cuantiosos flujos de capitales motivados por las oportunidades atractivas de inversiones, así como las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales de las economías desarrolladas.

Cualesquiera sean las causas, los países deberían considerar políticas apropiadas para atender estas preocupaciones. Suponiendo que las presiones inflacionarias se mantengan bajo control, una combinación preferible de políticas podría ser una política fiscal más estricta y una política monetaria más flexible.

En todo caso, se necesitan medidas adicionales para impulsar el crecimiento. El informe señala que ha llegado el momento de renovar la agenda de reformas de la región.

“América Latina y el Caribe tiene los recursos económicos adecuados para crecer mucho más rápido, pero es necesario que la asignación de esos recursos sea más eficaz”, dijo Andrew Powell, Asesor Principal del Departamento de Investigación del BID y coordinador del informe.

Si en un lapso de 10 años la región puede aumentar la eficiencia con la que asigna sus recursos para llevarla al nivel que se registra en los Estados Unidos, la productividad aumentará 20 por ciento y el crecimiento del país típico será por lo menos 1 punto porcentual superior en cada uno de los anos de la década.

Los países, en función de sus necesidades, tienen un amplio espectro de áreas a la hora de elegir donde enfocar sus esfuerzos de reforma. Publicaciones recientes del Banco han incluido recomendaciones relativas a la educación y la política fiscal. El Informe Macroeconómico de América Latina y el Caribe 2013 insta a que cada país realice un completo diagnóstico para seleccionar las mejores opciones disponibles para incrementar su eficiencia.

El informe se enfoca en dos áreas clave de reformas que tienen un considerable potencial para impactar positivamente la productividad y el crecimiento: la reforma del mercado de trabajo y las inversiones en infraestructura.

  • En los países donde las tasas de informalidad son altas, se debería abordar este problema mediante una reforma del mercado laboral. América Latina y el Caribe es la región del mundo que registra el mayor grado de trabajo informal: se estima que un 56 por ciento de los empleados trabaja informalmente. Las medidas para combatirla informalidad y para estimular la formalización de las empresas pueden llevar al establecimiento de firmas más grandes y eficientes, con una menor tasa de rotación de empleados, mejor capacitación de los trabajadores y más acceso al crédito. Los aumentos de productividad resultantes pueden tener su recompensa en la forma de un mayor crecimiento económico.
     
  • América Latina y el Caribe dedica sólo el 2,5 por ciento del PIB a la inversión en infraestructura. Si este esfuerzo inversor se duplicara, el crecimiento anual podría aumentar hasta en 2 puntos porcentuales. Una mayor inversión exige más ahorro de largo plazo y un marco normativo atractivo para el sector privado. Los niveles de ahorro en América Latina y el Caribe se han estancado en torno al 18 por ciento del PIB, mientras que en las economías emergentes de Asia duplican esa cifra. Los países deberían promover el ahorro en sus monedas nacionales mediante la reforma de sus sistemas de pensión, de seguridad social y tributarios. Al mismo tiempo, deberían trabajar en el mejoramiento de las regulaciones y las instituciones, a fin de atraer más inversión. En este sentido, las asociaciones público privadas pueden constituir un camino prometedor. Los gobiernos pueden también volcar una porción de los gastos ordinarios actuales a infraestructura vital.

Utilizando un modelo con datos de 14 países, el equipo de estudios macroeconómicos del BID constata la existencia de efectos de retroalimentación positivos que harían que, si todos los países emprendiesen reformas, el crecimiento regional aumentaría de forma considerable. En concreto, si un país típico pudiera alcanzar un crecimiento anual de alrededor de 1,5 por ciento gracias a sus propias reformas, una agenda reformadora regional podría elevar ese aumento hasta un 2.3 por ciento, debido al comercio y otras interacciones. Con ello, la proyección de crecimiento de la región podría situarse en más de un 6 por ciento anual, una tasa que es ligeramente superior a la proyectada para los próximos años en los países del sudeste asiático.

“También hay riesgos para las perspectivas de crecimiento mundial”, dijo Powell. “Y si surgen contratiempos en el camino hacia la recuperación de Europa o se extiende la incertidumbre fiscal en los Estados Unidos, también se reduciría el espacio para las respuestas monetarias o fiscales en las economías avanzadas. El mundo podría llegar al borde de una Gran Supresión, es decir una fase prolongada de bajo crecimiento.”

El informe sugiere que para América Latina y el Caribe, una agenda de reformas diseñada para cada país de acuerdo a sus circunstancias, constituiría un valioso instrumento para contrarrestar ese riesgo.

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