El Banco tiene una larga trayectoria de apoyo a los países de América Latina y el Caribe para que fortalezcan sus marcos ambientales, incluidas sus leyes de salvaguardia ambiental y sus sistemas nacionales de gestión para proteger un medio ambiente sano. En este sentido, el Banco ha financiado iniciativas para fortalecer el estado de derecho y la capacidad institucional de las agencias ambientales de toda la región. Lo que es más importante, el Banco ha respaldado los esfuerzos para medir cómo funciona en la práctica la implementación de estos marcos y cómo impactan en los resultados ambientales de estos países.
Los Indicadores de Gobernanza Ambiental para América Latina y el Caribe representan la primera iniciativa para medir los indicadores de gobernanza ambiental de varios países y extraer conclusiones sobre la conexión entre las leyes ambientales, las instituciones ambientales y los resultados ambientales.
El BID entiende la importancia de contabilizar las contribuciones del medio ambiente a la economía y cómo esto puede impactar la toma de decisiones en la región. En este sentido, el Banco ha promovido el uso de herramientas innovadoras, como la Plataforma Integrada de Modelación Económico-Ambiental (IEEM, por sus siglas en inglés), para evaluar y demostrar cómo la contabilización de las contribuciones del medio ambiente a la economía en las políticas públicas y la inversión puede conducir a recomendaciones de política sustancialmente diferentes. Contrariamente a las métricas económicas tradicionales, la metodología IEEM puede ser eficaz para captar los impactos de las políticas en las tres dimensiones del desarrollo sostenible y la riqueza. El IEEM se ha aplicado a una cartera diversa de inversiones del Banco y ha sido fundamental para cambiar positivamente la dirección de algunas políticas en la región.
El BID ha sido un defensor en la región del fortalecimiento de las políticas costeras y marítimas, en particular para los países cuyas economías están estrechamente vinculadas a la calidad ambiental en la zona costera, como el Caribe. Si bien, durante los últimos 30 años, la atención se ha centrado en el establecimiento de programas para la gestión integrada de las zonas costeras y marinas y, por lo tanto, en aumentar su valor para una trayectoria de desarrollo sostenible de la región, más recientemente, el Banco ha ampliado su alcance para considerar las vulnerabilidades particulares de los recursos costeros y marinos al cambio climático. además de adaptar sus operaciones de recursos costeros y marinos a los desafíos de crecimiento social y económico de los países de ALC. Al promover la riqueza oceánica y, al mismo tiempo, proteger sus recursos de la contaminación, la sobrepesca y el cambio climático, entre otros riesgos, el Banco está trabajando para mejorar la resiliencia y la sostenibilidad de los océanos en los años venideros.
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