El reciente nombramiento de una mujer para el puesto de ministra de Defensa de Chile es un hecho insólito y al mismo tiempo esperanzador. Michelle Bachelet no es sólo la primera mujer que ocupa este cargo en América Latina. Además de miembro ejecutivo del Partido Socialista Chileno, es también hija de un militar acusado de traición a la patria y fallecido en la cárcel víctima de torturas a manos de sus compañeros en la era Pinochet.
Entre aquellos terribles incidentes y la toma de posesión de Bachelet en su nuevo cargo, Chile ha atravesado décadas de difícil relación entre la sociedad civil y el estamento militar, aún con después de la dictadura. El nombramiento de Bachelet por el presidente Ricardo Lagos se interpreta como el gesto de un país reconciliado, ya que los militares se han mostrado favorables y respetuosos con su elección.
La biografía de Bachelet es algo inusual. Tras graduarse en medicina y especializarse en pediatría, afloró con el tiempo su interés por estudiar a los militares. Hizo un posgrado en la Academia de Estudios Políticos y Estratégicos de Chile así como una estadía en el Colegio Interamericano de Defensa, en Washington. Ha sido asesora de los tres últimos ministros chilenos de Defensa y su cometido hoy es modernizar a las fuerzas armadas y renovar el armamento.
Durante su toma de posesión la nueva ministra —de 49 años y con tres hijos— resaltó su interés por trabajar para que el pasado no se repita y dedicó un recuerdo a su padre, el general Alberto Bachelet, el cual, dijo, “se encontraría tremendamente orgulloso si estuviera vivo”.