El café ha sido durante mucho tiempo el principal medio de subsistencia de una gran parte de la población rural centroamericana. Todas las temporadas, de octubre hasta abril, cientos de miles de jornaleros se han ganado la vida con el corte en los cafetales.
Este año la situación será muy diferente. La drástica caída de los precios del café en el mercado internacional, con precios de venta inferiores a los costos de producción, está forzando a muchos productores a abandonar sus cosechas. Los cortadores de café deambulan desorientados, sin trabajo, sin alternativa y sin dinero en el bolsillo para alimentar a sus familias.
"Ésta no es una crisis pasajera, es una crisis estructural", asegura Juan Carlos Martínez, economista principal de la Región 2 del BID. "La situación es resultado de una suma de factores. Entre ellos, la irrupción de Vietnam en el mercado de producción de café, hoy convertido en segundo productor mundial de café. A esto hay que sumar que el consumo de café se redujo a la mitad durante los últimos 10 años, mientras las reservas del producto aumentaron considerablemente y su calidad promedio se fue reduciendo".
El tiempo pasado fue mejor. Hasta hace 10 años, la Asociación de Países Productores de Café (ACPC, por sus siglas en inglés) regulaba la producción mundial del café asignando cuotas. Al romperse el pacto, el mercado se regía con la intervención de los gobiernos mediante políticas internas de tasas y controles, práctica que en muchos casos resultó nefasta para los pequeños productores que son mayoría en el sector.
"En este momento, se han eliminado las restricciones en el mercadeo para afrontar la crisis, pero el sector tiene que tomar medidas de reestructuración a corto y largo plazo", explica Martínez. "El primer paso es amortiguar el impacto de esta crisis sobre la pobreza. Los gobiernos tendrán que buscar alternativas de trabajo y de ingresos para los miles de trabajadores que se han quedado en la calle. En algunos casos se están ofertando pequeños créditos por unidad producida para afrontar los pagos de deudas más inmediatas".
A mediano y largo plazo será necesario que se analicen opciones que, según los especialistas, podrían comprender: transición del sector cafetalero hacia una producción más reducida y de mejor calidad, diversificación de los cultivos, promoción del consumo de café o bien optar por productos de conservación.
"Para todo ello será necesario crear mecanismos de incentivos", asegura Martínez. "El BID está haciendo un estudio de la crisis. En octubre se celebró una reunión de los gobiernos centroamericanos en el BID en Washington para tratar este tema".
En los tiempos del boom cafetalero, algunas zonas de Centroamérica pudieron reducir el índice de pobreza hasta un 5 por ciento. Se teme que la situación actual llegue a revertir estas cifras y cause el efecto contrario. Dentro de la sequía actual, el impacto del problema del café se magnifica. Emilio Alarcón, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), calificó de crítica la situación actual, ya que la pérdida de los ingresos de los cortadores de café privará a mucha gente de ingresos mínimos para subsistir.