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Transferencias ayudan a dominicanos

Programa Solidaridad, contribuye a reducir la pobreza en República Dominicana a más de 500 mil familias

En el barrio de La Gallera, a las afueras de Santo Domingo, en la República Dominicana, cientos de niños y jóvenes pasan el día en las calles, ajenos a los grupos de turistas que recorren el centro de la ciudad. A pesar de las altas tasas de desempleo y de la situación de pobreza, la vida transcurre tranquila. Dayana Gómez, una joven del barrio, embarazada de su cuarto hijo, nos cuenta del programa de transferencias condicionadas llamado “Solidaridad ”. “Antes de que existiera el programa, mi marido y yo teníamos problemas para llegar a fin de mes. Las cosas no son fáciles acá y menos con una familia a tu cargo”.

Imagen eliminada.La historia de la familia Gómez no es muy diferente de las de otros cientos de miles de hogares en la República Dominicana. Pero muchas de esas historias están cambiando desde que se lanzó Solidaridad, un programa con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) mediante el cual más de 500 mil familias en situación de pobreza extrema reciben transferencias de efectivo de la red de protección social del Gobierno dominicano, a cambio de que estas cumplan con una serie de responsabilidades en el ámbito de la salud y la educación.

“Ahora, al menos tengo suficiente para comprar las cosas básicas para la casa y mis hijos están yendo a la escuela”, continúa Gómez. “También los llevo al centro de salud cuando el doctor nos los dice. El mayor, que tiene 14, acaba de empezar la secundaria”, comenta Gómez.

El programa Solidaridad, que en la actualidad beneficia al 76% de los hogares en extrema pobreza del país, se ha convertido en la principal herramienta de inversión en capital humano entre esta población desfavorecida.

“Solidaridad no sólo invierte para aumentar la demanda de servicios de salud y de educación de estas familias de bajos ingresos” afirma Ignez Tristao, especialista en protección social del BID. “Una de las claves del programa es que también invierte en mejorar la oferta de estos servicios, es decir, en mejorar la calidad de la educación y la atención en los servicios públicos de salud”.

Rompiendo el ciclo de la pobreza

Una de las metas principales de Solidaridad es apoyar el fortalecimiento de los servicios de salud y, en particular, la calidad de los servicios incluidos en el Plan Básico de Salud del Ministerio de Salud de la República Dominicana. Por ello, el programa financia equipamiento para las unidades de atención primaria y actividades de capacitación de profesionales de la salud, además de acciones para la mejora del sistema de monitoreo y evaluación de la calidad de sus actividades.

En total, más de 2.700 médicos y enfermeros han recibido capacitación en guías de salud y protocolos de atención y se ha informatizado el 100% de los centros de salud del país, por lo que cada paciente tiene ahora su propia hoja electrónica con su historial médico.

La educación de los niños y adolescentes beneficiarios es otro de los ejes del programa. En este campo los objetivos también son ambiciosos: la meta es que todos los jóvenes completen, como mínimo, la primera fase de la educación segundaria. “Queremos conseguir que estos niños y niñas, provenientes de hogares en condiciones de extrema pobreza, accedan además a una educación de mejor calidad. Invertir en mejorar la educación de estos jóvenes es una herramienta para romper el ciclo intergeneracional de la pobreza, una manera de garantizar que estos niños tendrán acceso a mejores oportunidades que sus padres” añade Tristao.

La efectividad es la clave

La segunda fase del programa, aprobada en 2009, pretende que Solidaridad logre incrementar su efectividad y eficiencia, generando mayores incentivos entre sus beneficiarios para que inviertan en capital humano. Como explica la especialista del BID: “gracias a las evaluaciones que hemos llevado a cabo, hemos podido medir los impactos del programa, introduciendo mejoras que nos están permitiendo alcanzar una mayor efectividad. Además, hemos desarrollado incentivos y herramientas para promover la coordinación entre los ministerios y agencias gubernamentales involucradas en la promoción del capital humano, con el objetivo de incrementar la efectividad de su gasto”.

De cara al futuro, Solidaridad se sigue perfilando como un referente en el desarrollo de programas de transferencias condicionadas en América Latina y el Caribe. Estos programas, que ya cuentan con más de diez años de historia en la región, se posicionan como una apuesta efectiva para reducir la pobreza y mejorar las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables.

Como concluye Gómez, “este programa nos ha cambiado la vida. Nosotros lo seguimos necesitando cada mes, pero espero que mis hijos puedan salir adelante por sí mismos sin tener que recurrir a esta ayuda”.

 

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