El Programa de Capacitación para Auxiliares de Enfermería (PROFAE) lanzado en Brasil a escala nacional ha tenido tanto éxito que casi se asemeja a las fotografías que suelen tomarse ‘antes’ y ‘después’ de someterse a programas destinados a perder peso y a otros similares que acompañan los anuncios publicitarios.
Antes de PROFAE, los trabajadores del sector salud del país podía dividirse en tres grupos: médicos (un tercio), otros profesionales de la salud capacitados (otro tercio) y más de 200.000 ‘auxiliares de enfermería’ no titulados y faltos de formación o asistentes sanitarios que se abrieron paso desde cargos inferiores dentro del sistema de atención de salud.
Ahora, a los seis años del lanzamiento de PROFAE, los dos primeros componentes de esta población laboral se mantienen igual, pero el tercero —integrado por auxiliares de enfermería— ha sido capacitado y es ahora titulado en su totalidad. Estos profesionales han pasado a ser más de 323.000 frente a los 200.000 iniciales y se encuentran en todos los estados del país.
El doctor Francisco Eduardo de Campos, Director de Trabajo y Educación del Ministerio de Salud de Brasil y jefe de PROFAE, visitó la sede del BID en Washington, D.C. para comentar la experiencia de este programa en Brasil.
“Este programa era parte de un proceso emprendido en Brasil para formalizar los servicios de salud en todo el país. Nuestro sistema nacional de salud apuntaba a proporcionar a cada uno de los brasileños servicios de salud universales, equitativos y holísticos; pero, antes de iniciar el programa, los recursos humanos del sector de la salud constituían una gran limitación que impedía alcanzar dicha meta”, sostuvo el doctor de Campos.
Antes de lanzar PROFAE, en Brasil no escaseaban los programas universitarios para formar a médicos y especialistas, pero faltaban escuelas técnicas que formaran a enfermeros, asistentes y personal técnico del sector de la salud.
“La situación había llegado a tal punto que el personal de enfermería y asistentes que trabajaban en el sector de salud familiar sentían vergüenza de decir en lo que trabajaban porque su profesión no contaba con reconocimiento oficial y no se exigía y ni siquiera se disponía de educación formal”, explicó el doctor de Campos. “Además, el sistema de salud de Brasil experimentó una enorme expansión en la década de 1980, el número de asistentes ‘informales’ que operaban en el sector salud del país subió de 115.000 a más de 200.000”.
En el año 2000, el gobierno brasileño lanzó PROFAE –que costó unos $370 millones— utilizando fondos propios y también recursos provenientes de un préstamo del BID. El programa ha proporcionado tanto aulas como formación continua a más de 323.000 asistentes de salud y auxiliares de enfermería, permitiéndoles mejorar sus aptitudes laborales y convertirse en enfermeros profesionales hechos y derechos tras concluir 18 meses, o más de 1.200 horas, de capacitación intensiva.
El Ministerio de Salud de Brasil trabaja actualmente en la aplicación de un sistema nacional de reconocimiento de enseñanza que incorpora las competencias básicas de los enfermeros y eleva la categoría de las más de 300 escuelas técnicas que se han creado en todo el país para llevar a cabo el programa de capacitación, señaló el doctor de Campos. El sistema nacional de salud de Brasil administra directamente 37 de ellas y ha contactado al resto para impartir capacitación en el marco del programa después de participar con éxito en un proceso de licitación nacional.
“PROFAE ha tenido tanto éxito que mi gobierno se ha acercado al BID con la idea de un segundo programa —que llamamos PROFAPS— orientado a ampliar el concepto original a otras esferas técnicas distintas de la enfermería, tales como radiología, aptitudes técnicas dentales, atención de salud domiciliaria, aptitudes de laboratorio y vigilancia sanitaria. También nos interesa invitar a personal técnico del sector salud de otros países de la región para que participen en PROFAE”, afirmó el doctor de Campos.