Por Roger Hamilton
Cuando esté por tomar una taza de café con leche, considere los dos mundos que coexisten en ella. Apacible como la vaca que la produce, la leche no llama mucho la atención. El café es otra cosa. Inclusive su nombre en latín, Coffea arabica, evoca tierras exóticas y misteriosas. Prospera en terrenos escarpados, en lugares que pueden ser políticamente volátiles y ambientalmente inestables. Sus conocedores arguyen hasta el cansancio sus más mínimas características y los comerciantes de materias primas lo llevan por los salvajes altibajos del mercado internacional. No, el café no es una semilla ordinaria.
Isodoro Morales Mauricio tampoco es un cafetalero ordinario. Miembro del grupo étnico Chuj en el meridional estado de Chiapas en México, el exuberante Morales se deleita ante nuevos desafíos mientras lucha por preservar su herencia maya.
Ex presidente de su comunidad de Lagos de Colores, Morales posteriormente dirigió la Federación Indígena Ecológica de Chiapas (FIECH), fundada en 1992. Hoy componen el grupo 15 organizaciones. Los 1.130 miembros de 10 de estas organizaciones producen café orgánico, mayormente en plantaciones de dos hectáreas. Todos son miembros de diversos grupos étnicos mayas.
Aunque los agricultores mayas han practicado la agricultura orgánica por miles de años, el café orgánico es algo diferente. Desde que los miembros de FIECH comenzaron a producirlo, han tenido que aprender mucho y trabajar muy duro para satisfacer la larga lista de criterios exigidos por las organizaciones calificadoras, en su mayoría extranjeras, que han concedido a su café la codiciada certificación.
Pero el esfuerzo ha valido la pena. Los miembros de FIECH pueden vender su cosecha a precios considerablemente superiores a los del café no certificado. Esto llegó a ser un asunto de supervivencia financiera en 2002, cuando los precios del café cayeron en picada. Miles de agricultores y trabajadores cafetaleros —casi 170.000 sólo en América Central— perdieron su fuente de sustento. Desde entonces los precios se han recuperado, pero un creciente número de cafetaleros, tales como los que pertenecen a FIECH, han descubierto por lo menos una forma de seguridad ante la posibilidad de que se repita este tipo de volatilidad, optando por salir de las redes mundiales de materias primas y vendiendo a sólo a mercados especializados.
Además de las razones financieras a corto plazo para producir café orgánico, Morales también mencionó algunas ventajas de largo plazo. Mientras subía a trancadas una empinada ladera en sus botas de caucho, describió cómo sus métodos de cultivo contribuyen a preservar la tierra para las futuras generaciones, al proteger el suelo en lugar de desgastarlo. Un productor de café orgánico debe entender verdaderamente la naturaleza y la correlación que existe entre las plantas y los animales, un conocimiento que es parte integral de la cultura maya. En esta instancia, las demandas del mercado internacional están contribuyendo a conservar formas de vida tradicionales en lugar de destruirlas. Después, Morales hablaría más sobre este tema (ver nota adjunta, Cornucopia de café).
Mientras mostraba su finca a un periodista, Morales se detenía periódicamente para arreglar las pilas de vegetación muerta estratégicamente colocadas para proteger el suelo. El café crece bien en las laderas bien drenadas, pero estos terrenos son también propensos a la erosión. Morales ha construído terrazas para ayudar a sostener el terreno en su lugar.
Las matas de café estaban cargadas de una fruta regordeta llamada cereza (las semillas están dentro de la pulpa dulce y pegajosa). El color de las cerezas en cualquier mata variaba de verde brillante al dorado, y finalmente a un rojo maduro y profundo. Los trabajadores seleccionarán solamente las cerezas maduras y en cantidades que puedan ser procesadas de inmediato para evitar que la pulpa se empiece a fermentar, estropeando el sabor de la semilla.
Obstáculos orgánicos. El camino al café orgánico no fue fácil para FIECH y sus miembros. Al principio, muchos granjeros demostraron su natural renuencia a intentar algo nuevo. Uno de sus temores era que al cortar las laderas para crear las terrazas cortarían las raíces de las matas y las matarían. No obstante, con el tiempo la mayoría se unió a las filas orgánicas.
Pero una vez que asumieron el compromiso de adoptar el cultivo orgánico, los productores de FIECH se encontraron trabajando bajo serias desventajas. Por un lado, sus cafetos sólo producían cerca de 7,6 quintales (un quintal equivale 57,5 kilogramos) por hectárea debido al alto porcentaje de matas viejas que ya terminaban su vida útil. Las plantaciones también tenían muy pocas matas por hectárea, y existían problemas con la baja fertilidad de suelo. Como resultado, el ingreso anual de una típica familia de agricultores era demasiado bajo.
Por otro lado, los agricultores a menudo no podían cumplir con las fechas de entrega prometidas a los exportadores. El problema era su dependencia de plantas procesadoras independientes que son cruciales en la cadena de producción del café. Es aquí, en el beneficio seco*, donde se quita la membrana plateada que cubre las semillas, permitiendo que éstas caigan en las dos mitades tan familiares a los consumidores de café. Las semillas entonces se secan hasta un contenido estable de humedad de 13 por ciento, se seleccionan y se clasifican.
Además de ser ineficientes y poco confiables, los beneficios no hacían justicia a la calidad del café que los productores de FIECH ofrecían. Noventa y cinco por ciento de las semillas que salían de los beneficios debían ser de calidad de exportación, pero el porcentaje real era apenas de 78 por ciento. El 22 por ciento restante era vendido en el mercado interno a un precio mucho menor. Como resultado, los beneficios eran doblemente costosos para los cafetaleros.
A fines de 1999 FIECH entró en contacto con la Representación del Banco Interamericano de Desarrollo en la Ciudad de México y junto con personal del BID diseñó un proyecto para eliminar los embotellamientos que impedían a los granjeros aprovechar por completo sus cosechas. El proyecto sería financiado por un préstamo a largo plazo y una donación por la suma total de 652.000 dólares.
El corazón del proyecto es un nuevo beneficio seco de propiedad de FIECH situado cerca de Tuxtla Gutiérrez, capital del Estado de Chiapas. La fundación proporcionó la tierra y gran parte del trabajo requerido para construir el edificio. “Es una planta fabulosa”, dijo Javier Rowe, el especialista del proyecto de BID que ayudó a diseñar el proyecto y supervisar su ejecución. Su amplia capacidad de producción de 420 quintales diarios, más la capacidad de almacenar 15.000 quintales, está permitiendo a miembros de FIECH cumplir con sus entregas prometidas. La planta también procesa el café (solamente orgánico) de cafetaleros que no son miembros de FIECH, como fuente de renta adicional. La planta fue inaugurada en 2002 y asistieron a la ceremonia gran número de personalidades, incluyendo al representante del BID en México, los directores ejecutivos del BID por Japón y de México e importantes autoridades del Estado de Chiapas.
El proyecto también financió servicios de almacenamiento y comercialización para que FIECH pudiera exportar directamente sin pasar por intermediarios. El problema del envejecimiento de las matas de café se está solucionando con la creación de 36 nuevos viveros que producirán suficientes plantas de semillero para replantar más de 1.200 hectáreas de plantaciones de café. A la fecha se están produciendo 210,000 plantas por ciclo.
Finalmente, para asegurarse de que estas nuevas instalaciones están funcionando eficientemente, el proyecto está pagando a consultores para ayudar a FIECH a mejorar sus sistemas de gestión, a manejar la nueva maquinaria y a proporcionar asistencia técnica individual a los cafetaleros.
Actualmente, FIECH exporta directamente el café de sus miembros, principalmente a Alemania, Austria, Estados Unidos, Holanda y Canadá. Gran parte del café de la Fundación no se identifica como tal en el momento en que llega a su destino final, y de hecho a menudo es mezclado con café de otros productores, inclusive de otros países. Pero Bio-Maya, la marca de fábrica propiedad de FIECH, se vende en el mercado interno.
A los agricultores también les está yendo mejor financieramente. El ingreso de una familia típica ha aumentado en 40 por ciento, según estimaciones de FIECH, lo cual ha permitido mejorar la alimentación y visitar centros de salud con mayor frecuencia.
Pero estas ganancias han sido eclipsadas por los devastadores efectos del huracán Stan de 2005. Los agricultores en Lagos de Colores escaparon ilesos, pero una cuarta parte de los compañeros productores de FIECH perdió todas sus plantaciones, sus casas y otras posesiones. Más aún, la destrucción de caminos y puentes les impidió rescatar de la planta procesadora lo que se había salvado de sus cosechas en condiciones de ser comercializado. Podría tomar más de cinco años recuperar la producción completa, un desafío importante no solamente para cada productor, sino también para la capacidad de la Federación de cumplir sus acuerdos de entrega con los exportadores.
Más allá de desastrosos huracanes, los productores de café orgánico deben vigilar constantemente otras potenciales amenazas a sus cosechas. En un incidente que contó Carlos Abarca Cruz, el administrador del nuevo beneficio seco de FIECH, un camión que transportaba café se malogró camino a la planta y la carga fue transferida a otro camión utilizado anteriormente para transportar ganado. Cuando el carro llegó a la planta, el café había absorbido tanto olor a corral que el beneficio tuvo que rechazar la carga y el desafortunado agricultor tuvo que vender su cosecha al precio convencional del café, es decir, 40 por ciento menos de lo que debió recibir. A Cruz no le gustó haber tomado esta decisión (“el gusto no se habría notado en una taza de cappuccino”, dijo), pero parte de su trabajo es proteger la reputación de FIECH y de todos sus miembros. Por esta razón, los productores de FIECH no trasladarán su cosecha en un vehículo que haya transportado productos tales como aceite, gasolina, jabón, o productos alimenticios que pudieran atraer ratas.
Así que échele otra mirada a su taza de café con leche y descubra un mundo natural de gran belleza y delicadeza que vive en armonía con la gente. Y piense en Isodoro Morales, un innovador natural, un amante de la naturaleza y un campeón de los valores y las tradiciones de su pueblo.
*Beneficio (En América): Ingenio o hacienda donde se benefician productos agrícolas.