MILAN, Italia – El Banco Interamericano de Desarrollo está expandiendo sus esfuerzos para impulsar a la micro, pequeña y mediana empresa en América Latina y el Caribe con el fin de promover el crecimiento económico sostenible, mayores tasas de empleo y mejores condiciones de vida, afirmó hoy el presidente del BID, Enrique V. Iglesias.
“Las micro, pequeñas y medianas empresas son el mejor antídoto contra la pobreza”, dijo Iglesias al abrir un seminario sobre desarrollo del sector privado que se celebra en esta ciudad italiana con motivo de la reunión anual de la Asamblea de Gobernadores del BID.
Las empresas más pequeñas ayudan a reducir la pobreza creando trabajo, agregando valor e incrementando la productividad en lugares donde, de otro modo, escasean las oportunidades económicas, agregó el presidente del BID en su discurso.
El evento organizado por el Departamento de Desarrollo Sostenible del BID, con el auspicio del gobierno lombardo y la agencia PROMOS de la Cámara de Comercio de Milán, congregó a cientos de participantes en el centro de convenciones Fiera Milano.
Como la principal fuente de financiamiento multilateral para el desarrollo en América Latina y el Caribe, el BID ha dedicado más de 14.000 millones de dólares durante la última década a promover el desarrollo de estos segmentos del sector privado que generan dos tercios de los empleos y casi la mitad del producto bruto regional.
Además de aportar préstamos a sus países miembros para ampliar el crédito para las micro, pequeñas y medianas empresas, el BID sigue otras estrategias para lograr que estas firmas se tornen más competitivas y productivas.
Una de las áreas en que está trabajando es el desarrollo de redes de empresas o clusters que le permiten a las firmas más pequeñas competir no sólo con sus contrapartes más grandes sino con competidores extranjeros altamente especializados e innovadores.
Iglesias señaló que, en ese sentido, los países latinoamericanos y caribeños tienen mucho que aprender de Italia, particularmente de la Región Lombarda.
En su discurso, el presidente de la PROMOS, Bruno Ermolli, propuso la creación de una Agencia Italiana para América Latina que combinaría los esfuerzos de los sectores privado y público italianos para fortalecer los lazos de desarrollo económico con América Latina.
Según Ermolli, una de las iniciativas de la nueva agencia, que tendría sede en Milán, podría ser un programa de entrenamiento para pequeños empresarios latinoamericanos en firmas lombardas.
Como parte del seminario, el jueves los participantes latinoamericanos tuvieron oportunidad de visitar el distrito industrial de Brianza/Monza y conocer cómo trabaja su dinámico cluster de empresas de muebles de madera para mantenerse competitivas, reducir los costos de transacción y ganar acceso a mercados internacionales.
Mediante su Fondo Multilateral de Inversiones, creado en 1993 para promover el desarrollo del sector privado en América Latina y el Caribe, el BID apoya diversos proyectos de redes de empresas en la región.
Dos de dichas iniciativas fueron presentadas en el seminario en Milán: un proyecto para el desarrollo de clusters en la provincia argentina de Córdoba y un programa para distritos industriales en Brasil llevado adelante por el Servicio Brasileño de Apoyo a la Micro y Pequeña Empresa (SEBRAE) y la PROMOS.
Asimismo, el BID está financiando un programa de desarrollo de clusters en Panamá y está preparando operaciones similares para la República Dominicana y El Salvador.
Ampliación del acceso a financiamiento
El seminario también examinó otro tema fundamental para el desarrollo de la micro, pequeña y mediana empresa: el acceso al financiamiento, muchas veces visto como el mayor obstáculo para los empresarios latinoamericanos y caribeños.
En su discurso Iglesias enumeró una serie de persistentes problemas que limitan las posibilidades de crear condiciones propicias para que las pequeñas empresas obtengan crédito en muchos países de la región.
Entre otros, señaló la debilidad de los mercados de capitales internos, las regulaciones y la burocracia que empujan a los emprendedores al sector informal, la incertidumbre judicial con respecto a los derechos de los acreedores y el efecto limitante para el crédito para el sector privado que tiene la demanda de financiamiento del sector público.
El BID apoya a países miembros en sus esfuerzos por superar muchos de estos problemas. Sin embargo, Iglesias comentó: “Tal vez lo mejor que podemos hacer es persuadir al sector financiero formal de que prestarle a la pequeña y mediana empresa es buen negocio.”
Un elemento clave es el desarrollo de los mercados de capitales internos para brindar tanto oportunidades de ahorro para los inversionistas locales como recursos para las empresas que necesitan financiamiento. La ventanilla para operaciones del sector privado del BID, por ejemplo, ofrece préstamos y garantías para respaldar la emisión de valores que pueden ser negociados en mercados locales o internacionales.
En Chile, el BID recientemente aportó una garantía financiera de 75 millones de dólares para apoyar una emisión de bonos en pesos chilenos por valor de 300 millones de dólares para financiar una carretera por peaje. Además de profundizar los sistemas financieros locales, estas operaciones pueden mitigar el riesgo cambiario inherente en el financiamiento internacional.
Apoyo a la microempresa
El BID ha sido un pilar del desarrollo de la microempresa en América Latina y el Caribe por casi 25 años. Durante ese período el sector ha crecido y madurado al punto que la región está a la vanguardia de los esfuerzos globales para ampliar el acceso a los servicios financieros y empresariales para los pobres.
Al invertir en programas sostenibles de microcrédito y servicios empresariales para la microempresa, el BID y sus instituciones aliadas generan oportunidades para que millones de personas puedan romper el círculo vicioso de la pobreza o amortiguar el impacto de las crisis.
Iglesias destacó que la microempresa se ha vuelto una fuerza estabilizadora en las economías latinoamericanas, gracias a sus contribuciones al empleo, a la generación de ingresos y a la creación de trabajo, especialmente en épocas duras.
Desde 1978, el BID ha invertido más de 800 millones de dólares en operaciones relacionadas con las microfinanzas y la microempresa. Durante esta década, afirmó Iglesias, el principal desafío será ayudar a incrementar la productividad de este sector y facilitar su integración a la economía formal.