Los servicios de salud mental son costosos, nadie lo niega. Pero aunque lo sean, hay que considerarlos una prioridad, plantea un estudio del experto del BID en salud pública, Mark Homonoff, sobre todo porque pueden ofrecer mucho a la población necesitada sin descuidar el gasto en otras áreas de salud.
En su análisis Modelos para la Intervención de Salud Mental, Homonoff resalta que las largas estadías en hospitales son un remedio del pasado. Ahora las enfermedades mentales pueden tratarse en forma rápida y efectiva mediante una sencilla adaptación del sistema médico de atención primaria.
En gran medida, la atención primaria ya se ocupa de algunos problemas básicos de la salud mental. Tanto en países industrializados como en desarrollo, informa el estudio, en promedio el 24 por ciento de las interconsultas de atención de salud primaria está ligado a problemas emocionales o de comportamiento. Y en algunos consultorios médicos, estas cifras aumentan hasta el 58 por ciento, según una investigación de la Organización Mundial de la Salud. La intervención pública, plantea entonces Homonoff, no debiera postergarse.
El estudio sugiere intervenir en los programas de salud mental en El Salvador, que tiene índices de violencia históricamente altos. Por lo tanto, se requiere mejorar la situación de los enfermos mentales y los discapacitados a través de una ampliación de los servicios básicos de salud y la participación comunitaria. “El apoyo comunitario de las familias, los educadores y el clero podría compensar la escasez de personal para atender las necesidades de salud mental en los países donde se destina una fracción mínima de los recursos de salud a esos servicios”, señala Homonoff.
Los resultados de Homonoff recomiendan tres tipos de estudios en pequeña escala que el Banco podría adoptar bajo este nuevo enfoque.
Primero, sugiere la creación de clínicas periféricas de bajo costo que se apoyen en un hospital que les abastezca de personal profesional en salud mental para llegar a los segmentos más vulnerables de la comunidad. Segundo, un programa de capacitación en salud mental para médicos y enfermeros que ya prestan servicios de atención de salud primaria. Tercero, un programa de entrenamiento para profesores y orientadores escolares, que les permitiera identificar desórdenes conductuales y cognitivos, problemas en el hogar y desórdenes de salud mental.
*El estudio se centró en la Región Operacional 2 del Banco, que incluye México y los países en América Central.