Antes del DCP, los hombres de este pueblo peinaban el mar de sol a sol en sus piraguas para atrapar peces que no valían más que unos cuantos dólares. Desde la llegada del DCP rara vez pasan pescando más de cuatro horas al día y ganan el triple de dinero que antes.
DCP son las siglas en francés de “dispositivo de concentración de peces” una estructura que sumergida en el mar crea un ancladero para animales y plantas microscópicas y un refugio para peces pequeños que a su vez atraen a los más grandes, tan buscados por los pescadores comerciales.
En el caso de Petit Paradis, se han anclado tres DCP a unos dos kilómetros de la orilla, en el profundo canal que existe entre la península meridional de Haití y la isla de La Gonâve. Los DCP están fondeados en unos 1.500 metros de agua, con cables que suben a boyas que semejan tablas de surf en la superficie.
Los DCP son parte de un proyecto de generación de ingresos auspiciado por el Fondo de Asistencia Económica y Social de Haití (FAES, por su nombre en francés) y financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo. Durante los últimos tres años el FAES, dirigido por el gobierno, ha realizado docenas de pequeños proyectos en comunidades rurales y urbanas, recurriendo a 65 millones de dólares de un financiamiento aprobado por el BID en 2003.
Bajo las reglas del programa, las comunidades seleccionan los proyectos de acuerdo a sus propias prioridades. Algunos escogen sistemas de agua potable; otros optan por caminos rurales, edificios para escuelas, postas de salud o mercados públicos.
Los pescadores de Petit Paradis se enteraron de los DCP por Michel Simon, empresario de Puerto Príncipe que ha tenido una casa de playa en el área por más de 25 años y dirige la organización filantrópica Fondation Verte.
La familia de Simon ha participado por mucho tiempo en el negocio de exportación de mariscos. Uno de sus hermanos supo de los DCP hace muchos años durante un viaje a Japón. El programa de desarrollo local de FAES hizo posible instalar los dispositivos en Petit Paradis y en otros tres lugares: Fort Liberté en el noreste, Belle Anse en el sureste y Petite Rivière de Nippes, al oeste de Petit Paradis. El proyecto, con un costo aproximado de 45.000 dólares, ha aumentado los ingresos y ha mejorado la calidad de vida de cientos de familias de pescadores.
Antes de que el proyecto comenzara en 2005, los pescadores acostumbraban hacerse a la mar al amanecer y a menudo no volvían sino hasta el anochecer. En el mar se separaban y pasaban tres o cuatro horas simplemente buscando una corriente que tuviera plancton. Cuando uno de ellos ubicaba una, golpeaba su canoa como si fuera un tambor para avisar a los demás dónde podían estar alimentándose los peces. Cuando no encontraban ninguna corriente, generalmente volvían con las manos vacías. Y aún cuando tenían suerte, la pesca era usualmente tan escasa que sus esposas tenían que venderla toda para poder comprar el alimento diario formado por arroz y frijoles. Comer pescado era un lujo que simplemente no podían darse.
Para complementar sus magros ingresos diarios de aproximadamente 100 gourdes (US$2,50) por un día de pesca, los hombres de Petit Paradis podían cortar árboles de los manglares para vender la madera en las panaderías locales. Si bien esto les ayudaba a poner más alimento en sus mesas, esta actividad adicional también estaba devastando los manglares, que desempeñan un importante papel ambiental en la protección de áreas costeras contra la erosión y el oleaje causado por las tormentas.
Apenas dos semanas después de que los DCP fueran instalados, los pescadores comenzaron a traer mayor pesca de bonito, mahi-mahi, pez cola amarilla, atún, brema, pez vela y guaho. A medida que dominaban mejor la nueva técnica, los hombres pasaban menos tiempo en el agua y hacían mucho más dinero, ganando un promedio de 500 gourdes diarios (más de US$12,50). Algunos pescadores han conseguido comprar botes de remo más grandes y más estables que las piraguas y que pueden llevar dos o tres pescadores. Con esta tripulación pueden atrapar el atún grande, el equivalente marino a una cosecha extraordinaria. Un pescador llegó a ganar 15,000 gourdes (US$375) en un solo día. Ese dinero lo invirtió comprando un segundo barco y colocando un techo nuevo en su casa. “Ahora es un hombre importante en la comunidad”, dijo Simon.
Gracias a simple tecnología, los pescadores pasan menos tiempo en el agua.Al tener más tiempo en tierra firme los pescadores lo pueden dedicar al mantenimiento de sus barcos y equipo. En noches de luna llena pueden salir y ubicar los DCP mediante un dispositivo de GPS proporcionado por el proyecto. Por las tardes, los estudiantes de secundaria a menudo salen a pescar en los barcos de sus padres para ganar un dinero extra. Las esposas de los pescadores, que venden la pesca en ciudades cercanas y a restaurantes locales, han logrado desplazar pescados importados que antes dominaban el mercado. La pesca se ha vuelto suficientemente lucrativa como para atraer nuevamente a hombres como José Jamary Gelin, que abandonó Petit Paradis para trabajar como contador en Puerto Príncipe. Gelin estaba más que feliz de volver a su comunidad, donde actualmente dirige la Asociación de Pescadores de Grand-Goâve.
Gelin, un joven alto de expresión solemne, y docenas de sus compañeros, sus esposas y niños recibieron recientemente a dos representantes de FAES y del BID. En una declaración que leyó en nombre de más de 110 miembros de la asociación, mencionó el progreso alcanzado gracias al proyecto del DCP. Ahora ellos necesitan refrigeradores más grandes para transportar la pesca, dijo, y también les beneficiaría recibir capacitación en los procesos de salar y ahumar pescados para preservar la pesca que no se vende fresca ni es consumida por sus familias, que ya han agregado el pescado a sus dietas.
Pero está también el delicado tema de las flotas que vienen de la isla adyacente de La Gonâve y de la ciudad de Léogâne, 15 kilómetros costa arriba , para pescar cerca de los DCP en Petit Paradis. Bajo la ley haitiana el mar es propiedad pública, nadie puede reclamar su uso exclusivo. Gelin y sus vecinos, que contribuyen con parte de sus ingresos a la Asociación de Pescadores de Goâve para el mantenimiento de los DCP y para comprar equipo, resienten a los pescadores foráneos que llegan temprano y se van tarde, generando preocupación sobre la pesca excesiva.
El coordinador de FAES, Jean Pierre Heurtelou, reconoció el problema. Una solución obvia sería anclar DCP más cerca de las otras localidades, pero bajo reglas del programa de desarrollo local, el fondo solamente puede financiar proyectos que hayan sido solicitados. “Los pescadores de La Gonâve y de Léogâne además de ser pobres no son muy numerosos en su propia comunidad, la cual posiblemente tenga otras prioridades. “Sin embargo estamos buscando alternativas para evitar los conflictos”, agregó.
En cuanto al temor de que se agote el volumen de peces en las aguas que circunda Petit Paradis, Heurtelou precisó que los pescadores atrapan especies pelágicas que pasan por los DCP cuando siguen sus rutas migratorias. “Éstos son viajes largos. ¿Por qué los peces no pueden tener ´gasolineras´ donde parar a lo largo del camino?”