Cuando el viajero llega a Big Corn Island, cerca de la costa caribeña de Nicaragua, le recibe un cartel con este mensaje: "Hotel Iguana: Little Corn Island. Es la isla que usted esperaba encontrar aquí".
De alguna manera esto es cierto. Para saborear la idílica vida en las islas, es aconsejable que el visitante, si quiere aprovechar su tiempo, haga la breve travesía en bote hasta la hermana menor de Big Corn Island. La atracción de la pequeña isla tiene que ver en parte con el paisaje y en parte con la paz y la tranquilidad, pero mayormente con el sentimiento de comunidad que allí se respira.
"Cuando se convoca a una reunión comunitaria en Big Corn Island viene poca gente", dice Hugh Downs, el teniente alcalde del municipio que comprende ambas islas. Ese no era el caso cuando la isla tenía unos 2.500 habitantes. Pero desde entonces, una ola de nuevos inmigrantes ha hecho que la población ascienda a unas 8.000 personas. Algunos calculan que la mitad es gente de paso, muchos de ellos latinos venidos de la región del Pacífico de Nicaragua e indios miskitos de la parte norte del país, estos últimos a menudo pobres y sin educación. En opinión de la población criolla nativa, el viejo sentido de comunidad está cada día más amenazado.
Pero Little Corn Island, con su población de unos 1.000 habitantes, ha seguido manteniendo su carácter propio. La gente allí es "más sentimental", explica Downs. "Se ven unos a otros a diario. Si yo paso cerca de alguien y no lo saludo, esta persona pensará: ‘está ofendido conmigo’".
Ese sentimiento de identidad tiene repercusiones prácticas que crecerán en importancia a medida que el gobierno local asuma más responsabilidades en años venideros con ayuda de un programa financiado por el BID. Por ejemplo, a muchos de los nuevos residentes en la isla grande les atrae la perspectiva de ganar dinero buceando en busca de langostas, una ocupación que requiere poco o ningún capital pero es sumamente peligrosa. Los intentos de prohibir ese tipo de buceo no han prosperado en la isla grande y aun en el caso de que las regulaciones fueran aprobadas sería imposible hacerlas cumplir, asegura Downs.
En la isla pequeña está prohibido bucear, bucear con tanques de oxígeno está prohibido, y esta prohibición se respeta. La razón, una vez más, es el sentido de comunidad. "No son tantos y están en contacto diario", agrega.
De igual forma, los residentes de Little Corn respetan la prohibición de trabajar los domingos. Ese es el día en que se juega al béisbol y se va a la iglesia, sostiene Downs. "Es un día para la familia y la comunidad". Pero en Big Corn "sentimos que nuestros antepasados eran más cristianos que nosotros", dice.
Más ascendiente para la gente local.A muchos residentes de la isla les gustaría limitar la inmigración para evitar que la demanda sobrepase la disponibilidad de servicios públicos y para ayudar a preservar el tejido social de la comunidad.
Ya ha habido fricciones. Los recién llegados, muchos de ellos miskitos del norte, alquilan viviendas y con el correr del tiempo llegan a sentirse propietarios, hasta que el dueño verdadero de la propiedad los hace desalojar.
Downs espera con ansia el día en que el municipio de Corn Island, que incluye a Little Corn Island, tenga la capacidad técnica necesaria para redactar un proyecto de resolución sobre emigración y presentarlo al gobierno nacional. Pero reconoce que el gobierno nacional, que tiene poder exclusivo para determinar la política emigratoria, podría ser rehacio a restringir el libre movimiento de ciudadanos dentro de las fronteras del país. Sin embargo, en otros lugares de América Latina se han aprobado restricciones en ese sentido, por ejemplo en la Isla de San Andrés, en Colombia y en las Islas Galápagos, en Ecuador.
Downs está preocupado también por la gente que opta por irse de las islas. "Estamos perdiendo a nuestros jóvenes", dice. "Si nuestros hijos quieren estudiar en la universidad o conseguir un buen empleo, se ven obligados a marcharse a territorio continental". Una vez más, agrega, el gobierno local debe tomar la iniciativa creando oportunidades económicas aquí.