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Fortaleciendo la competitividad en América Latina: El Rol de la Infraestructura

Quiero agradecer a la fundación Canning House y en particular a su presidente, el señor David Thomas, por su invitación para dirigirme ante tan distinguido grupo de líderes empresariales.

También quiero agradecer a la Bolsa de Valores de Londres (London Stock Exchange), a la organización del sector privado British Expertise y al Departamento de Comercio e Inversión de Gran Bretaña por organizar esta conferencia sobre el rol de la infraestructura en el fortalecimiento de la competitividad en América Latina y el Caribe.

Cada año he visitado  Gran Bretaña para hablar con inversionistas privados en varias reuniones en las que muchos de ustedes han participado.

Como ustedes saben, América Latina es un actor clave de la globalización. El aumento de los flujos de inversión y comercio es muy nítido. En 2004, por ejemplo, el 50 por ciento de la inversión exterior de China se dirigió hacia América Latina. Y actualmente el stock de la inversión exterior directa  de Gran Bretaña en la región alcanza a más de 12 mil millones de libras esterlinas.

América Latina ha demostrado ser económicamente sólida, manteniendo su posición sin  verse mayormente afectada por los últimos sucesos financieros. Y aunque el epicentro de la crisis actual han sido los valores hipotecarios en los Estados Unidos, los mercados de valores de la región han salido relativamente bien de esa situación.

Como ustedes saben, el crecimiento en los Estados Unidos se ha reducido, y las proyecciones que se hacen sobre el futuro se han ajustado a la baja. Sin embargo, las perspectivas de América Latina permanecen siendo sólidas:

  • Se estima en 5,3 por ciento el crecimiento económico de la región en el 2007el quinto año consecutivo que alcanza 4 por ciento.
  • Las exportaciones se incrementaron cerca de 21 por ciento—el cuarto año consecutivo de fuerte crecimiento.
  • El déficit de los gobiernos centrales llega a un promedio de solo 0,3 por ciento del PIB.
  • Las reservas internacionales se han incrementado sustantivamente, llegando a sumar tres veces el valor total de las deudas a corto plazo.
  • El promedio de inflación en la región se estima en un 5,3 por ciento, y la inflación baja se ha mantenido estable por más de una década.
  • El crecimiento económico para el 2008 se estima alrededor del 5 por ciento.

Podemos argumentar que estas proyecciones se basan en la hipótesis de que el resto del mundo continuará creciendo y que la demanda por materias primas de los países asiáticos permanecerá fuerte—algo que no es seguro.

En este contexto, el principal reto de la región es asegurar que se haga buen uso de este periodo extraordinario de sólido crecimiento y altos precios de exportación. En gran parte, el resultado final dependerá de las decisiones que se adopten en relación con la infraestructura.

El acceso a una infraestructura de alta calidad es clave en relación a la competitividad de un país. En la clasificación de “Competitividad Global”,  la mayoría de los países de América Latina y el Caribe se encuentra entre la posición 50 y 70, y un resultado similar se obtiene si miramos a la “Clasificación de Infraestructura”.

El rápido crecimiento del comercio exterior ha subrayado las serias deficiencias de la región en términos de infraestructura. Actualmente, América Latina y el Caribe invierten solo el 2 por ciento de su PIB en infraestructura, mientras China invierte el 9 por ciento. En América Latina y el Caribe, las inversiones deben incrementarse sustantivamente para aumentar la capacidad existente.

Pero las deficiencias también suponen una oportunidad para las inversiones, como se puede ver claramente cuando se toman en cuenta otros sectores que probablemente van a ser sumamente dinámicos en el futuro.

Por ejemplo, la producción de cereales, carne y otros alimentos enfrentan restricciones mayores en algunas áreas de Asia y África debido a la escasez de tierras y agua. Se estima que las importaciones netas de cereal en Asia y África se incrementen de las actuales 85 millones de toneladas a 265 millones de toneladas en 2030. América Latina tiene una ventaja comparativa para satisfacer la demanda futura, lo cual tiene profundas implicaciones para las inversiones que América Latina y el Caribe deben emprender en términos de irrigación, carreteras y puertos.

Otros ejemplos de oportunidades pueden demostrarse en los sectores de industrias, turismo y servicios. Las oportunidades están allí, solo debemos permitir que se concreten. 

Se estima que las economías de la región deben invertir por lo menos el 10 por ciento del PIB en el financiamiento de proyectos de infraestructura. Solo en relación a infraestructura en energía, América Latina y el Caribe requieren la suma de US$1.380 mil millones en las próximas dos décadas.

En la actualidad, y en comparación con otras regiones, América Latina se encuentra muy por detrás con respecto al acceso a los servicios públicos. Más del 60 por ciento de las empresas en América Latina sostiene que los servicios de electricidad, telecomunicaciones y transporte representan obstáculos para sus propias operaciones y crecimiento.

La infraestructura tiene efectos ampliamente demostrados en relación con la competitividad y el crecimiento económico.

No existe ninguna duda que América Latina y el Caribe necesitan incrementar sus inversiones en esta área si quieren mantener su progreso en un nivel aceptable, lo cual les puede permitir además reducir la pobreza y capitalizar las oportunidades que ofrecen el crecimiento y el comercio internacional.

Los gobiernos de la región han tomado nota de las lecciones aprendidas a partir del proceso de privatizaciones de la década de los noventa. Reconocen que la infraestructura es una responsabilidad del sector público y una oportunidad para el sector privado, y que va a requerir importantes inversiones.

Los gobiernos de la región están comenzando a implementar marcos legales que otorguen incentivos a la inversión privada y a las alianzas público-privadas.

Después de la excelente noticia del descubrimiento de petróleo en el Océano Pacífico por parte de Petrobrás, este tipo de asociaciones recibirá una mayor atención. Actualmente Brasil, junto con China y la India, es uno de los tres países en el mundo que atraen más inversión privada en alianzas público-privadas.

Lejos de rechazar cualquier forma de participación privada y de inversión extranjera en infraestructura, hoy el sector público ha llegado a entender que las asociaciones con el sector privado son, en muchos casos, la única forma de acceder a los recursos, el conocimiento y la habilidad técnica necesarios para llevar adelante los proyectos de infraestructura.

El BID ha apoyado los proyectos de infraestructura y les ha dado una alta prioridad. En el 2007, el Banco aprobó 21 proyectos valorados en US$3.400 millones, incluyendo 10 proyectos del sector privado por la suma de US$1.700 millones.

Hemos estado trabajando en numerosas iniciativas en este sector y en particular, podemos señalar al Plan Puebla-Panamá e IIRSA, que reflejan la participación del Banco en aquellos sectores estratégicos para el desarrollo regional.

En el 2006 creamos InfraFund como una forma de diseñar y desarrollar proyectos sostenibles. La donación inicial del Banco al Fondo fue de US$20 millones con el objetivo de promover proyectos de infraestructura esenciales para la región.

Otra iniciativa, que también se encuentra en plena operación, involucra recursos para auspiciar la energía renovable y evitar el cambio climático. Esta iniciativa apoya proyectos de eficiencia energética y energía sostenible. También promovemos una ambiciosa iniciativa en relación a servicios sanitarios y de agua potable.

Cuando analizamos estos proyectos, un aspecto esencial a tomar en cuenta es entender las fórmulas diversas que existen para financiar y administrar la infraestructura. En este sentido, la experiencia de Gran Bretaña en alianzas público-privadas es esencial. Para atraer las inversiones de compañías privadas, las alianzas público-privadas necesitan financiamiento gubernamental para cumplir con su calendario de pagos. También necesitan un apropiado marco legal regulado y un sistema judicial efectivo y de resolución de disputas.

Pienso que estas condiciones existen en este momento en la mayoría de las economías de la región, aunque es cierto también que en algunos casos todavía quedan cosas por hacer. El Banco también esta comprometido en esta área, apoyando la creación de una atmósfera apropiada de negocios.

En el Banco, hemos identificado una serie de variables que se toman en cuenta cuando se debate  la viabilidad de los proyectos de infraestructura en general y las alianzas público-privadas en particular. Básicamente son las siguientes:

  • El marco legal
  • El riesgo político
  • Los factores macroeconómicos
  • La capacidad institucional
  • La disposición del usuario para pagar por los servicios (especialmente en sectores críticos como agua potable y servicios sanitarios)
  • La sostenibilidad de las tasas
  • El tamaño del proyecto, y
  • El ámbito fiscal.

Para responder eficazmente a la región y satisfacer los retos descritos anteriormente, hemos rediseñado el Banco. Hemos tenido que hacerlo para adaptarnos nosotros mismos a una región que es hoy muy diferente a lo que fue hace cinco años. Estamos llegando a ser un Banco más grande. El último año registramos una suma récord de US$9.000 millones en aprobaciones, porque la región está creciendo y estamos creando nuevos productos financieros.

También queremos buscar nuevos socios, tanto en el sector privado como en otras instituciones financieras multilaterales: el mercado es tan grande que debemos asumir nuevas formas de pensar para poder satisfacer estas necesidades.

En los últimos 12 meses, hemos aumentado los límites de financiamiento desde US$75 millones hasta US$200 millones para proyectos sin garantías soberanas. Nuestro objetivo es financiar US$15.000 millones en los próximos cinco años, tanto en el sector público como en el privado.

Somos un Banco que entiende a la región y las enormes diferencias entre países. Esa es la razón por la cual estamos descentralizando nuestro personal hacia nuestras oficinas nacionales. Hemos cambiado con el tiempo para responder mejor a nuestros países prestatarios.

La infraestructura no es solamente trabajos de ingeniería, sino también una manifestación clara de nuestras intenciones en relación con el desarrollo. Felizmente, a pesar de las diferencias políticas entre los países, esta es una de las áreas en la cual existe consenso entre los gobiernos: necesitamos más infraestructura porque sabemos que esta es la mejor manera de distribuir oportunidades. 

El comercio internacional representa ya el 50 por ciento del PIB de América Latina. Pero el potencial para el crecimiento es enorme y ello ocurrirá si se superan las limitaciones en infraestructura. En este contexto buscamos aplicar en el futuro un mayor esfuerzo de colaboración con las firmas de Gran Bretaña, mientras caminamos hacia la creación de una América Latina más próspera.

Muchísimas gracias.

 

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