Los centroamericanos podrían disfrutar de un suministro de electricidad más confiable y barato si se lograra integrar el sistema regional de energía eléctrica. Según las últimas estimaciones, esto podría ser una realidad en torno al año 2005.
Hasta ahora, el centro de atención fue la construcción de la infraestructura necesaria, como tendido eléctrico y subestaciones. Los expertos aseguran que esa podría ser la parte más fácil del plan. La más compleja vendrá cuando se intenten armonizar los sistemas legales y regulatorios de seis países diferentes, una tarea sin precedentes pero imprescindible para conseguir un mercado unificado.
El premio al esfuerzo compensa con creces la dificultad de emprenderlo, sostiene Gonzalo Arroyo, un especialista en energía del BID, porque la integración exitosa de un mercado energético subregional ofrecerá electricidad más barata a una población de 34 millones de usuarios potenciales. "Lo que estamos viendo es un mayor número de transacciones por parte de los agentes del mercado y esto supondrá una presión a la baja en los precios", dice Arroyo. "Cuantas más transacciones haya por parte de agentes de diferentes países, mayores los ahorros y los beneficios", explica. "Un mercado más grande reducirá el 'poder de mercado' de las entidades que ahora dominan mercados más pequeños".
Además, un mercado más grande, servido por plantas generadoras de más capacidad, resultará en economías de mayor escala que permitirán reducción de costos y tarifas más bajas para los consumidores, agrega Arroyo. Esas economías harán viable financiar proyectos energéticos regionales más ambiciosos. "En el futuro, tendremos la posibilidad de traer gas natural a la región, vía gasoducto, desde México y Colombia", dice Arroyo.
Aunque la fase inicial de un sistema integrado puede estar operativa hacia 2005, Arroyo advierte que completar ese proyecto en el Istmo Centroamericano podría llevar toda una década.
Tratado marco. El primer paso concreto hacia la integración de las redes energéticas ocurrió en 1996, cuando los gobiernos de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá firmaron un tratado marco que estableció las bases conceptuales y teóricas para implementarla. En el curso de los dos años siguientes, el tratado fue ratificado por las legislaturas de cada uno de los países firmantes.
Recientemente, se creó la Empresa Propietaria de la Línea (EPL) que manejará las operaciones de una línea de transmisión de 1.802 kilómetros de extensión y 230 kV de capacidad, además de varias subestaciones, para unir los sistemas de energía eléctrica de los seis países. La EPL fue concebida originalmente como una compañía en la que los seis países asociados en el proyecto tendrían parte del paquete de acciones. Pero varios de estos países están considerando que su parte de la contribución se financie por el sector privado en lugar de fondos del gobierno.
En otra fase crucial, se han establecido las estructuras iniciales de dos entidades regionales, la Comisión Regional para la Interconexión Eléctrica y la Entidad Regional de Operaciones, que se encargarán de supervisar las normas operativas del nuevo sistema.
En 1997, el BID aprobó dos préstamos por un total de 180,5 millones de dólares, además del aporte de 5 millones de dólares para facilitar la creación del sistema. El gobierno español ha prometido 70 millones de dólares en apoyo del proyecto y la empresa energética española Endesa planea participar en la EPL. Se ha establecido ya una unidad ejecutiva permanente en Costa Rica para llevar adelante el programa de integración.
Transcurrirán unos dos años hasta que los gobiernos aprueben la adopción de regulaciones detalladas para el nuevo sistema y para que las dos entidades regionales sean completamente operativas. Después, llevará otros dos años tender los 1.802 kilómetros de la línea de transmisión y construir las subestaciones necesarias.
Centroamérica no es la única región que busca ahorros y eficiencia integrando redes de distribución energética allanando fronteras. Existen esfuerzos similares en marcha dentro de la Unión Europea, en los países nórdicos, en los estados del Báltico y entre algunas naciones del sur de Africa, como también en regiones de Estados Unidos.
La debilidad institucional, las diferencias históricas en los marcos regulatorios y en los marcos de energía entre los seis países participantes y la falta de una plataforma sólida de integración general, convierten al proyecto de integración del servicio de electricidad en Centroamérica en uno de los casos más difíciles del mundo. "Es una iniciativa muy ambiciosa", dice Arroyo. "No tenemos un ejemplo del caso centroamericano en otra región del mundo".