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Encuentro internacional del BID sobre etica y desarrollo atrae a más de 400 participantes en Honduras

TEGUCIGALPA -- El encuentro internacional sobre "Etica y Desarrollo: Los nuevos desafíos" organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo del 1 al 3 de septiembre despertó amplio interés en todos los sectores de la sociedad y atrajo a más de 400 participantes que siguieron las propuestas de expertos, ministros, eminentes intelectuales y líderes religiosos y representantes del sector privado y de la sociedad civil.

En la apertura de la reunión convocada por el BID conjuntamente con los gobiernos de Honduras y Noruega, el presidente del Banco Enrique V. Iglesias --acompañado por el presidente de Honduras Carlos Flores y el arzobispo de Tegucigalpa cardenal Oscar Rodríguez-- señaló que "hay hambre de ética en el mundo".

"La recuperación de la democracia que hemos vivido en América Latina ha traído en particular una demanda de mayores valores éticos", dijo Iglesias. "Las comunidades juzgan las acciones de los funcionarios, los empresarios y las organizaciones internacionales. La sociedad civil, una de las grandes fuerzas en los años que vendrán, incrementará las demandas éticas".

"Hay también hambre de solidaridad", añadió Iglesias, que destacó la importancia del desarrollo de un fuerte capital humano y social en la región como valor en sí mismo y para apoyar el progreso económico y el afianzamiento democrático de los países.

El Presidente Flores planteó a continuación que además de recursos y oportunidades la región necesita una mayor comprensión internacional frente a las difíciles realidades que vive. Insistió en que hay que ver "lo que podemos hacer con lo que tenemos" y no aplicar automáticamente modelos o recetas de otras latitudes.

Participaron también en la ceremonia inaugural en la sede del Banco Centroamericano de Integración Económica, el presidente del BCIE Pablo Schneider y el embajador Jan Erik Leikvang del Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega, quien dijo que la equidad, la inclusión y la participación social deben constituir un imperativo ético central de la agenda para el desarrollo.

"Los valores éticos básicos de nuestra civilización, tales como la responsabilidad de los unos por los otros, la sensibilidad frente a la pobreza, el respeto profundo a la dignidad del pobre, la sensación de urgencia frente a los daños irreversibles que causa la pobreza y ayudar al otro de manera tal que no necesite más ayuda, deberían orientar el diseño de políticas y los esfuerzos por el desarrollo", sostuvo el coordinador de la reunión Bernardo Kliksberg al abrir su segunda jornada junto al representante del BID en Honduras Helge Semb.

Al referirse a los grandes desafíos éticos, Kliksberg mencionó a título de ejemplo que:

  • Es un valor central de la sociedad velar por los niños, sin embargo en América Latina el 58 por ciento de ellos vive por debajo de la línea de pobreza, el 33 por ciento de los menores de dos años están desnutridos y crece el número de niños que viven en las calles en total desamparo.
  • La equidad es un valor de nuestra civilización, sin embargo, América Latina es la región más desigual de todo el planeta. El 10 por ciento más rico tiene 84 veces el ingreso del 10 por ciento más pobre.
  • La protección de la familia es un valor central, pero en los hechos la pobreza está destruyendo a diario numerosas familias y madres solas están a cargo del 30 por ciento de los hogares. Las tasas de mortalidad materna son cinco veces las del mundo desarrollado.

Entre los principales invitados al encuentro se contaron la vicepresidenta de Costa Rica, Astrid Fischel; el rector de la Universidad Padre Hurtado de Chile, padre Fernando Montes; el viceministro de Educación de Guatemala, Demetrio Cojti Cuxil; el director de Casa Alianza de Costa Rica, Bruce Harris; el presidente de la Asociación Internacional de Etica y Desarrollo, David Crocker; la directora de Desarrollo Sostenible de la Corporación Andina de Fomento, María Teresa Szauer; y el decano de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana de Colombia, padre Javier Sanín.

Otros destacados participantes fueron el ministro de Trabajo de El Salvador, Jorge Nieto Menéndez; el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, Carlos Aníbal Degrossi; el rector de la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela, el padre Luis Ugalde; el director de la Escuela de Administración Pública de la Fundación Getulio Vargas de Brasil, Bianor Scelza Cavalcanti; y Francois Vallaeys de la Pontificia Universidad Católica de Perú.

Fernando Montes dijo que valores como la verdad, la honradez, la confianza, la austeridad y la capacidad de riesgo hacen al capital social de los pueblos y son fundamentales para ayudar al desarrollo, como así también el análisis de las consecuencias éticas de las decisiones económicas de los países. "La globalización nos ha nublado los fines y falta claridad sobre los medios, se ha quebrado la perspectiva de valores de la cultura, la posibilidad de ubicarnos en el mundo", dijo. Lo más amenazante de la globalización no es el fenómeno económico, sino el fenómeno cultural. "El desafío es como llegar al desarrollo sin perder el alma, usar los medios sin perder de vista los fines", agregó.

Si se mantiene la mecánica del individualismo posesivo, la velocidad de la acumulación cada vez mayor incrementará la exclusión a nivel de los países y a nivel mundial. "No puede haber desarrollo para todos en paz sin ética y solidaridad", dijo Luis Ugalde. "El objetivo de largo plazo del buen desarrollo nacional y global debe ser asegurar un adecuado nivel de capacidades básicas moralmente para cada cual en el mundo", agregó David Crocker.

Astrid Fishel presentó los resultados del "Triángulo de la Solidaridad", iniciativa costarricense que articula voluntades, esfuerzos y recursos de los gobiernos nacional y municipales, empresas y comunidades para iniciativas de desarrollo con una visión compartida.

María Teresa Szauer de CAF resaltó el enfoque de desarrollo sostenible como alternativa ética frente a los problemas globales del medio ambiente, al aunar los aspectos ambiental, económico y social e impulsar la capacidad de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer las futuras.

Demetrio Cojti Cuxil destacó la importancia del amplio acceso a una educación sólida en valores y en particular a la atención de los requerimientos y propuestas de los pueblos indígenas.

El politólogo Javier Sanín se refirió a la necesidad de buscar nuevas formas para la participación y compensación de quienes, aún en las democracias y constituyendo muchas veces mayorías, no están representados y se encuentran fuera del sistema político, tales como los niños y jóvenes hasta los 18 años. Rescató también la importancia de respetar los derechos a la multiculturalidad y de los grupos étnicos, regionales, generacionales y los temas de género.

A su vez, Francois Vallaeys analizó los problemas éticos dentro de los programas sociales y consideró que la finalidad de los esfuerzos no debe ser solamente el bienestar sino la autonomía para buscar el bienestar, el autodesarrollo de las comunidades.

La reunión contó con los auspicios del Banco Centroamericano de Integración Económica y también de la Corporación Andina de Fomento, la Universidad Nacional y la Universidad Católica de Honduras.

Iniciativa Interamericana y Red de Centros Académicos

En el encuentro, Bernardo Kliksberg presentó la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Etica y Desarrollo que coordina y que reúne al BID, al Gobierno de Noruega y a 15 centros académicos para ampliar el debate ético en la región e impulsar temas como la responsabilidad social de la empresa, el voluntariado y las grandes concertaciones sociales para enfrentar la pobreza.

Los directores de los centros de América Latina, Estados Unidos, Europa e Israel que formaron la red para fortalecer la iniciativa y catalizar esfuerzos de diversas organizaciones públicas y privadas de la región en temas éticos para el desarrollo, mantuvieron su primera reunión durante el foro.

La iniciativa busca impulsar el fortalecimiento tanto de los valores éticos como del capital social de los países de la región, aspectos que están profundamente interrelacionados y se potencian mutuamente. La experiencia internacional indica que los países con más capital social y valores éticos han tenido mejores resultados en términos de desempeño económico, calidad de vida y maduración democrática.

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