¿Son los programas sobre titularización de la tierra un instrumento útil para la reducción de la pobreza? Los investigadores dicen que sí, pero no por las razones que abogan varios académicos y juristas.
Hernando de Soto sostuvo que los títulos de propiedad formales otorgados a los pobres les permitirían usar la tierra como colateral para acceder al crédito. A su vez, este crédito sería invertido como capital en proyectos productivos y finalmente aumentaría la productividad laboral y el ingreso. Actualmente, la evidencia empírica demuestra que la titularización genera poco impacto en el acceso al crédito y la productividad, pero ayuda de otras formas a mejorar el bienestar.
Durante un seminario de políticas realizado en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el economista Ernesto Schargrodsky presentó los resultados de una investigación que realizó con su colega Sebastián Galiani, sobre la calidad de vida y la titularización de la tierra en los suburbios de Buenos Aires, Argentina. Se trata de un grupo de ocupantes ilegales que invadió unas tierras fuera de la capital hace más de 20 años. Algunos de ellos recibieron títulos de propiedad cuando el Congreso aprobó una ley que expropiaba estos terrenos y sus antiguos propietarios aceptaron la compensación estatal. Sin embargo, 410 de las 672 familias que viven en estos terrenos aún carecen de títulos de propiedad, puesto que sus antiguos propietarios rechazaron la oferta del gobierno y buscan un acuerdo en dilatados procesos judiciales en los tribunales de Argentina. Años más tarde, las diferencias entre la gente con o sin títulos de propiedad son asombrantes, pero no por las razones que se sospechaban.
El impacto en la inversión de viviendas es notable. Las variables del estudio toman en cuenta el material noble de las paredes y el techo, la superficie de la construcción, aceras de concreto y, en general, la calidad de la vivienda. En términos de todas las variables, las familias con títulos de propiedad gozan de mucho mejores viviendas. La seguridad de saber que sus casas no pueden ser embargadas y la probabilidad de que su inmueble (activo) pase a otras manos probablemente influyen mucho en sus decisiones de invertir en sus casas. Un 37% del total de mejoras domésticas fue asociado con la titularización de la tierra.
La titularización de la tierra también tiene un impacto favorable en el tamaño y la estructura de los hogares. En casas con títulos de propiedad, se encuentra familias menos numerosas que en casas sin títulos. En gran parte, esto se debe a la presencia de menos miembros de la familia extensa y menos tasas de fertilidad. Una explicación posible a esta diferencia está ligada a razones de seguro—dado que el uso de la inversión en la vivienda sirve como una herramienta de ahorro y un refugio seguro para la vejez, las familias con títulos de propiedad son probablemente menos dependientes de sus familiares en situaciones de apremio o de sus hijos en la vejez.
Hay diferencias muy marcadas en la educación entre las familias con o sin títulos de propiedad. El estudio observó dos aspectos: el logro escolar—el cual cubre diferencias en tasas de abandono escolar, repetición de grado y las edades de inicio en la escuela—y el ausentismo escolar. En general, los niños en casas tituladas disfrutan de 0.4 años más de educación que sus contrapartes en casas sin títulos de propiedad. Asimismo, por el periodo de cinco días, pierden 0.4 días menos de escuela.
Sin embargo, fue interesante encontrar poca diferencia entre ambos grupos en lo que se refiere al desempeño en los mercados bursátil y laboral. Con lo que respecta a acceso a tarjetas de crédito, cuentas bancarias, y crédito formal sea de los bancos, el gobierno, la banca comunal o cooperativas, ninguno de los grupos tiene acceso a estos tipos de crédito formal. Por el contrario, tienen mayor acceso a créditos informales o consiguen fiarse dinero de parientes, amigos y tiendas locales. En este sentido, la diferencia entre ambos grupos es mínima. De igual manera, no hay diferencias notorias en los resultados del mercado laboral, en donde ambos grupos más bien coinciden en el estado de empleo e ingreso del cabeza de familia, el ingreso total por familia, y el ingreso familiar total per cápita. Tanto las familias con propiedad titulada como las familias sin título de propiedad son muy pobres.
Aparentemente, la posesión de un inmueble es una condición necesaria pero no suficiente para acceder al crédito. A fin de poder tratar con un acreedor, los posibles prestatarios requieren un empleo formal, un salario decente y un mínimo de permanencia en su trabajo. Sin estas condiciones, un título de propiedad por sí solo no logra abrir muchas oportunidades en el mundo del crédito.
Estos resultados sobre acceso al crédito sugieren que los programas de titularización de la tierra no son panaceas inmediatas para mejorar el capital del pobre. ¿Acaso esto significa que los programas han sido una pérdida de dinero o que deben ser abandonados? La respuesta es no. Las familias en propiedades tituladas terminan viviendo en mejores casas con menor densidad habitacional y son gente más educada. Es decir, ellos y particularmente la siguiente generación en aquellas casas, gozarán una mejor situación económica. Ciertamente, esta justificación es suficiente para cualquier programa.