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Comunidades luchan contra la degradación del bosque atlántico en Brasil

El BID promueve la conservación y la mejora de viviendas para miles de familias en la Serra do Mar

Un proyecto de US$470 millones respaldado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el estado de São Paulo apunta a proteger los remanentes del bosque atlántico de Brasil, buscando mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales.

Imagen eliminada.El bosque atlántico es uno de los biosistemas más amenazados del planeta y representa apenas 7,5% de las florestas de Brasil. Uno de los principales desafíos es persuadir a personas afincadas en zonas de alto riesgo a que se trasladen a lugares más seguros. Este paso es clave para poder restaurar zonas degradadas por la ocupación ilegal y otros factores conexos.

El proyecto se lleva a cabo en el Parque Estatal Serra do Mar, una de las tres zonas que percibirá los beneficios de la inversión. El parque de 315.000 hectáreas, creado en 1977, es la mayor superficie íntegra protegida del bosque atlántico, que alberga la mitad de las especies de aves del bosque atlántico y 20% de las que existen en todo el Brasil.

Gracias a un novedoso sistema de participación comunitaria, el proyecto ya reubicó a 800 familias en forma voluntaria. Se regularizó la situación de vivienda de las familias a las que se permitió quedarse en las zonas circundantes del parque y se les está ofreciendo mejor acceso a servicios de transporte, educación y salud.

Firme participación de la comunidad

Para reducir los efectos del traslado en las vidas de las comunidades, dentro del marco del proyecto se estableció un sistema de participación basado en consultas públicas con la población local.

“Trabajamos con el estado en la elaboración de una metodología que abre cauce a la participación de las comunidades locales en los procesos de toma de decisiones atinentes a las clases de vivienda y las opciones de reubicación”, dijo Helena L. de Piaggesi, jefa de equipo del BID. “Gracias a esto, las familias comprendieron los beneficios del proyecto y participaron de todo el proceso de toma de decisiones, estableciendo las bases para un reasentamiento voluntario.”

El mecanismo de participación comunitaria ayudará a que el programa traslade a otras 6.000 familias y mejore las condiciones de vivienda de otras 2.400 familias que residen en el parque, según Piaggesi.

Las comunidades eligieron a sus propios representantes para que participaran en las deliberaciones. A fin de maximizar la participación, los responsables del programa instaron a cada vecindario a que nombrara representantes. La mayoría de las reuniones se lleva a cabo en las primeras horas de la noche durante la semana o durante fin de semana, con objeto de aumentar la participación. En las reuniones de la zona del Parque Serra do Mar han participado 1.800 personas y se han elegido 211 representantes voluntarios.

“Al principio, la gente no comprendía qué trataba de lograrse por medio del proyecto y había cierta resistencia”, dijo Josevaldo Barbosa de Moraes, un ayudante de enfermería de 50 años de edad, elegido representante de su comunidad. “Pero, con el tiempo, me las ingenié para mostrar los aspectos positivos de este proyecto. Hablamos en reuniones de la comunidad y en visitas domiciliarias. Comprendieron que, aunque nunca los hubieran afectado deslizamientos de tierra, habitaban lugares donde corrían el riesgo de que eso ocurriera”.

Capacitación y programas sociales

El proyecto estableció siete centros de trabajo social, donde se ofrecen clases de artesanías y capacitación para las comunidades locales. También se respalda la creación de boletines informativos, programas de radio y hasta uno de televisión, dirigidos por miembros de la comunidad, para difundir sus relatos, anécdotas y aspiraciones locales (proyecto Com-Com).

Imagen eliminada.El programa denominado “Arte nas Cotas” (arte en los vecindarios), consistente en la enseñanza de artes y manualidades, ha cobrado enorme popularidad entre las comunidades, merced a sus cursillos de técnicas de pintura y construcción de mosaicos. El proyecto también respaldó cursos de formación de 68 agentes comunitarios, a fin de calificarlos como promotores de la recuperación social y ambiental del Parque Serra do Mar, y capacitó a 203 miembros de la comunidad en técnicas de construcción.

“Estos programas sociales están ayudando a que los miembros de la comunidad descubran su propia capacidad personal”, dijo Moraes, un activo participante en la difusión del boletín noticioso y de los programas de radio y televisión. “El proyecto Com-Com ha brindado a nuestras comunidades un sentido de identidad“.

El BID también financia la capacitación de miembros de la comunidad para que trabajen como jardineros y operarios de viveros y está llevando a cabo un proyecto de vivero escuela que contribuirá con semillas para las actividades de reforestación del programa.

“La participación de la comunidad y las actividades sociales desarrolladas en el marco de este programa han creado condiciones propicias para el buen resultado de este proyecto”, dijo Joseph Milewski, jefe de equipo del BID. “Continuaremos fomentando la mayor transparencia y la inversión en programas sociales durante los próximos años de ejecución del proyecto, a lo largo de los cuales se ha previsto la reubicación de más de 6.000 familias”.

Apoyo para familias reubicadas

El proyecto también ofrece servicios sociales para las familias trasladadas a viviendas formales, generalmente edificios de apartamentos. Este apoyo consiste en visitas de asistentes sociales con objeto de ayudar a que las familias se integren a su nuevo entorno, encuentren escuelas para sus hijos y mejoren su educación. Asimismo se ayuda a quienes carecen de empleo para que se capaciten o desarrollen nuevas actividades generadoras de ingresos.

“También brinda a las familias apoyo para organizar y administrar condominios y para sufragar los gastos comunes de alumbrado, limpieza y seguridad, por ejemplo. El plan también incluye un programa de resolución de conflictos, que ayuda a que las familias convivan y resuelvan las disputas entre vecinos antes de que se conviertan en crisis”, dijo Jonathan Renshaw, el antropólogo del equipo.

Se espera que, mediante el proyecto, puedan restaurarse parajes degradados del Parque Serra do Mar, en la municipalidad de Cubatão, y eliminarse especies animales y vegetales invasoras de cientos de hectáreas. El programa también financiará la creación de un jardín botánico, mejorará la administración del parque y otras zonas de conservación y refinará los sistemas de control e inspección de las zonas bajo régimen de conservación.

“Podemos ver claramente que hoy la comunidad es diferente”, dijo Moraes, quien se dedica a actividades comunitarias después de su horario de trabajo o durante los fines de semana. “La gente se muestra más optimista. Estamos tratando de mostrar que el hombre y el medio ambiente pueden estar juntos”.

Actividades futuras

Durante los próximos años, dentro del marco del programa, comenzará a formarse la estación ecológica Juréia-Itatins, así como el mosaico de unidades de conservación marítima y costera a lo largo del litoral de São Paulo.

Juréia-Itatins protege grandes extensiones del bosque atlántico vitales para la circulación de material genético entre los ecosistemas del estado y entre los bosques atlánticos de los estados de Rio de Janeiro y Paraná. En la estación geológica Juréia-Itatins el programa construirá principalmente infraestructura para la protección de sus valiosos ecosistemas. Se prevé la realización de inversiones similares en el mosaico de unidades de conservación marítima y costera. Todas las inversiones contarán con el respaldo de sistemas mejorados de control y vigilancia.

Se prevé que la conservación del bosque atlántico aumentará la retención de carbono, ofrecerá una mejor regulación del clima local y regional, estabilizará las temporadas de lluvias y mejorará la retención de los escurrimientos de aguas pluviales y protegerá las especies arbóreas cruciales para la supervivencia de la bioma.

El BID respalda el proyecto mediante un préstamo de US$162,5 millones, a 25 años, que cubre 35% del costo total. La Fundación Forestal, dependiente de la Secretaría de Estado del Medio Ambiente del estado de São Paulo, y la CDHU, una dependencia de la Secretaría de Estado de Vivienda, son los organismos ejecutores del proyecto.

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