Mientras ambientalistas y legisladores se reunen en Buenos Aires para analizar los efectos de la contaminación en el cambio de clima, el mercado de valores vinculado a la emisión de gases contaminantes, conocido como mercado de financiamiento de carbono, sigue creciendo. Con la reciente ratificación de Rusia y la entrada en vigor del Protocolo de Kyoto—un acuerdo que obliga a 30 países industrializados a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta dejarlas por debajo de los niveles de 1990 antes de 2012—los países que más contaminan tienen ahora una exigencia que los amarra. Deben reducir sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) o bien comprar “certificados por la reducción de emisiones (CREs)” emitidos por industrias más limpias de países en desarrollo a fin de cumplir con sus cuotas de emisión para reducir el calentamiento global.
Durante un reciente seminario en la sede del BID, Jonathan Pershing, director del programa de Clima y Energía del World Resources Institute, subrayó algunos acontecimientos recientes en el campo ambiental y el camino por recorrer.
“Hay dos problemas para el establecimiento de acuerdos más estrictos con mayores responsabilidades”, indicó Pershing, "que son el costo y la incertidumbre". Hasta el momento, los principales compradores de CREs en el mercado de carbono son Japón, que demanda el 41 por ciento del mercado global, el área de Negocios Financieros de Carbono del Banco Mundial (24 por ciento) y Holanda (23 por ciento). Otros compradores importadores son España e Italia.
La oferta viene principalmente de Asia, que vende casi el 50 por ciento de los valores. América Latina vende sólo el 17 por ciento de los CREs, pero tiene un número mayor de proyectos en el campo. Brasil por sí sólo tiene 64 proyectos, mientras que China, Corea y otros países asiáticos suman en total 67 proyectos. El surgimiento de un mercado secundario de certificados por la reducción de emisiones (CRE) se avecina.
La mayoría de estos proyectos son de generación de energía eléctrica, sector que origina el 24 por ciento de la oferta mundial.
Las mejores oportunidades de inversión en energía renovable en América Latina se encuentran en las carteras de proyectos de electrificación rural a pequeña escala, comentó el especialista del BID Michael Toman.
Los participantes del seminario coincidieron en que las opciones y acuerdos que surjan después de Kyoto serán claves para moderar el calentamiento global. El nuevo diálogo político será todo un reto, comentó Toman, porque a cualquier país se le hace difícil ser competitivo cuando invierte en energía limpia y renovable mientras otros producen combustible y energía más barata con mayores ganancias.
Pershing señaló que la ratificación del Protocolo de Kyoto es un avance importante en la toma de conciencia sobre el calentamiento global, aunque Estados Unidos y Australia lo hayan rechazado.
Los niveles de dióxido de carbono ya están demasiado altos, pero el mercado surgió al inicio del problema, concordaron los expertos. Lo que decida el mundo en materia de incertidumbre, prioridades nacionales, certificación de la emisión de valores, costos y riesgo decidirán si el futuro nos trae un cambio de clima o un cambio de políticas.