SANTIAGO DE CHILE -- Invertir en la educación, la salud y el empleo de la mujer pobre o excluída por su etnia, raza o alguna discapacidad es invertir tanto en el crecimiento de los países como en la reducción de la pobreza y la desigualdad en América Latina y el Caribe, concluyeron expertos en un seminario sobre la mujer en el trabajo auspiciado por el Banco Interamericano de Desarrollo.
"Las mujeres de los grupos indígenas y afroamericanos son relegadas aún en tiempos de prosperidad", dijo la vicepresidenta ejecutiva del BID, K Burke Dillon, en la sesión inaugural del seminario "Mujer en el trabajo: Un reto para el desarrollo", realizado hoy en el marco de la Asamblea Anual del Banco. "Debemos hallar formas de mejorar esto, el desafío es difícil, pero ha llegado el momento de encararlo", agregó.
Dillon destacó la importancia de trabajar con mayor fuerza en los temas vinculados con la calidad de vida de las minorías, las mujeres en el sector informal, la feminización de la pobreza en la edad mayor y la disponibilidad de un adecuado cuidado infantil profesional para las mujeres trabajadores, aspecto que consideró el más importante para el futuro de la sociedad.
"El progreso en un área de vida de la mujer está íntimamente ligado a los otros sectores de su vida", dijo el referirse a su importancia en la familia, y resaltó por ejemplo el impacto que podrían tener en los miles de mujeres que trabajan en el sector informal y sus hijos, el incremento de sus ingresos, el acceso a la tecnología de la información y a servicios de seguridad social.
En la inauguración del encuentro participaron también la viceprimera ministra de Barbados, Billie Miller, quien destacó la deuda que América Latina tiene con sus mujeres y las grandes oportunidades por delante; y la ministra del Servicio Nacional de la Mujer de Chile, Adriana Delpiano.
La brecha entre los ingresos de hombres y mujeres se está cerrando, según una investigación en cuatro países —Brasil, Costa Rica, Uruguay y Venezuela--, pero la desigualdad de ingresos entre las mujeres podría estar aumentando, conforme a estudios realizados recientemente por el BID, por ejemplo en Chile, señaló Mayra Buvinic, jefa de la División de Desarrollo Social del Banco.
Las mujeres con menos educación han aumentado más su participación en el mercado laboral a fines de la década de 1990, según un estudio de 18 países, y ello quizás ha sido más por necesidad que por las oportunidades que se les han brindado, añadió Buvinic. Mencionó también las palabras del experto Mahub Ul Haq, quien puntualizó en un informe de Naciones Unidas de 1995 una "gran expansión de las capacidades, con restringidas oportunidades" para la mujer en el mundo. En el caso de América Latina, agregó Buvinic, se ha dado una gran expansión de las capacidades y también de las oportunidades para algunas mujeres, pero no para otras.
"La educación y los ingresos de la mujer pobre promueven muy especialmente el bienestar infantil", tal como lo revela un informe de Barbados, Chile, Guatemala y México, que compara la talla de niños de madres adolescentes, con los de madres con 10 a 11 años de educación y aquellas que contribuyen al hogar con un ingreso propio.
En el encuentro co-auspiciado por el BID, la Comisión Económica para América Latina y los Gobiernos de Chile y Noruega, se documentó los avances y retos de la situación laboral de la mujer en la región y se difundieron ejemplos exitosos de políticas y programas para mejorar sus condiciones en el ámbito del trabajo.
El impacto de la globalización sobre la situación de la mujer en el mundo del trabajo, la inequidad de los sistemas de pensiones y de protección social, la discriminación en el mercado laboral y la incorporación de consideraciones de género en las políticas de desarrollo, son algunos de los aspectos de la compleja realidad que se analizó en la reunión.
Las deliberaciones incluyeron un taller, presidido por la vicepresidenta ejecutiva del BID con representantes de organizaciones de la sociedad civil, que presentaron ejemplos exitosos de promoción de la mujer en el mercado laboral.
Además de identificar iniciativas innovadoras y compartir las lecciones ofrecidas por políticas y programas destinados a mejorar las condiciones de la mujer en el trabajo, el seminario exploró formas de ampliar las oportunidades en el mercado laboral para las mujeres y otros grupos en desventaja, tales como los jóvenes, los grupos indígenas y afroamericanos, y la población de menores ingresos.
El cierre de la reunión estuvo a cargo del presidente del BID Enrique V. Iglesias, el secretario ejecutivo de la CEPAL José Antonio Ocampo y el ministro de Trabajo y Previsión Social de Chile, Ricardo Solari Saavedra.
El BID y la promoción de la mujer
En las últimas décadas, el BID ha destinado numerosos programas e iniciativas a promover los temas de la mujer y su participación y liderazgo en América Latina, al tiempo que la consideración de género se ha constituido en una preocupación importante en toda su cartera de proyectos.
El Banco estableció en 1987 una política de la Mujer en el Desarrollo para apoyar a los países miembros a integrar a la mujer al crecimiento regional a través de sus programas de préstamo y cooperación técnica. A fin de apoyar estas actividades, sistematizarlas e identificar nuevas iniciativas que beneficiaran a la mujer, se creó en 1994 la Unidad de la Mujer.
Expertos del Banco han colaborado desde entonces con los gobiernos y la sociedad civil en identificar oportunidades para la mujer en todas las áreas de acción del Banco, atendiendo especialmente a los sectores sociales, la agricultura y el desarrollo rural, la vivienda y el desarrollo urbano, la gestión pública y la democracia, el apoyo al ingreso y la productividad y los fondos de inversión social.
La participación de la mujer en el mercado laboral ha sido contemplada en muchos proyectos financiados por el Banco y gran número de programas de capacitación e inserción laboral y entrenamiento en áreas no-tradicionales.
La vicepresidenta ejecutiva del BID señaló que, sin embargo, se requiere una atención especial desde el punto de vista de las políticas de gobierno para ofrecer mejores oportunidades económicas y de empleo a los grupos más rezagados. Añadió que es una gran aspiración del Banco incorporar con mayor intensidad las preocupaciones por la mujer y los grupos más excluídos como tema central de los programas financiados por la institución.
El renovado debate sobre el tema planteado por el BID se enmarca también dentro de la iniciativa del Banco para promover la inclusión social en América Latina y el Caribe.