Si alguien tiene una buena idea para un negocio, pero no tiene dinero ni acceso al mercado financiero, necesita dos ángeles: el ángel de la guarda y un ángel inversionista.
Felipe Vergara, empresario colombiano e investigador de este tema, explicó en una charla ofrecida en el BID que este singular personaje del mundo de las finanzas, conocido en Estados Unidos desde hace unos 30 años, es todavía nuevo en América Latina. Los primeros “ángeles inversores” latinoamericanos se dieron a conocer a fines de los años 90, durante el auge de las empresas “puntocom” , pero desde el colapso de la primera generación de empresas de Internet, no se había vuelto a oír de ellos.
“Un ángel inversor”, explicó Vergara, “es un individuo que invierte su dinero en una empresa que no es suya, ni de su familia, con la que no tiene ninguna relación”. Es decir, entrega su dinero a desconocidos que tienen una idea de negocios que puede ser sumamente rentable o que han empezado un negocio que promete pero no pueden crecer por falta de financiamiento. “Puede actuar solo o en grupo”, puntualizó. El ángel inversor es una especie de inversionista de capital de riesgo informal, que actúa directamente si escucha de una empresa o proyecto que le parece atractivo. Al invertir en la empresa se convierte en socio de ella y, generalmente, quiere participar en la aventura de convertirla en realidad. Los ángeles no sólo ponen pasivamente su dinero sino que también aportan experiencia, dedicación, contactos, horas de trabajo. A veces, varios ángeles forman una bandada de individuos con habilidades complementarias: uno especialista en tecnología, otro en finanzas, otros en ingeniería.
Lo importante es que estos ángeles pueden suplir las carencias que siguen coartando el crecimiento de muchos empresarios noveles latinoamericanos cuyas únicas fuentes de financiamiento son hoy sus propios recursos o los de su familia.
Modelo USA. ¿Cómo promover esta idea en la región? Esta es la incógnita que pretende despejar el equipo investigador del Batten Institute, The Darden School, Universidad de Virginia, del que forma parte Vergara.
En Estados Unidos hay dos millones de ángeles inversores, uno por cada 200 habitantes, según Vergara. Invierten en grupo, de entre 5 y 100 personas, y suelen identificar nuevas oportunidades de inversión a través de profesionales, como abogados o contadores que están al corriente de empresas de nueva creación. Las “bandas de ángeles” reciben planes de negocio de unos 5 empresarios objetivo. De éstos seleccionan dos. Se realiza un escrutinio más a fondo sobre la compañía ( due dilligence, en inglés) y más tarde se negocia el acuerdo. Puede existir un período de observación antes de formalizar el compromiso.
Pero no toda ni la mejor ayuda que necesitan los nuevos empresarios es monetaria. “El apoyo técnico, la capacitación, el facilitarles contactos y estrategias de mercado son ayudas muy valiosas tan importantes como una inyección monetaria”, advierte Vergara. El ángel inversor promedio no arriesga gran parte de su capital en estas aventuras – entre un 3 y un 5 por ciento del total de sus bienes – y su fin primordial es muchas veces altruista, “devolver algo a la sociedad”, según Vergara. Pese a todo, se toma las precauciones arriba expuestas.
El ángel latino. En general, en América Latina no se sabe cómo ser ángel inversor. Tampoco hay tanto dinero disponible. “Mucho del dinero de la región se encuentra invertido fuera del país, o en propiedades inmobiliarias, en negocios familiares o en bonos del tesoro y otras operaciones convencionales de bajo riesgo”, explica Vergara, “Los canales por donde fluye el dinero son muy estrechos, no se corresponden con el talento empresarial de la región”.
La desconfianza y la inseguridad que prevalecen en algunos países son obstáculos importantes. “Una de las mejores garantías para los ángeles inversores es la presencia de instituciones fuertes y estables”, asegura Vergara. Mayor transparencia, bases jurídicas más sólidas o desgravaciones fiscales para quien invierte en nuevas empresas o para quien formaliza su situación, son algunas de las sugerencias para promover esta actividad, teniendo en cuenta que muchas empresas son informales y deben constituirse como empresa formal antes de proponerse como candidatos.
Desde un ángulo positivo, la nueva investigación muestra que existe una nueva generación de empresarios latinoamericanos promotores de ángeles inversores. En México, el banco estatal de segundo piso NAFINSA tiene una red de 2.000 ángeles inversores con alianzas con 60 universidades donde se imparten cursos de formación de esta especialidad financiera. En Argentina, hay varios nombres de ángeles inversores conocidos que han invertido en docenas de pequeñas empresas.
Para instituciones multilaterales como el BID, Vergara apuntó algunas líneas de acción: diseminar el conocimiento sobre este tema, identificar y entrenar a los líderes que promueven el sector, invertir recursos junto con grupos pioneros de ángeles inversores de la región, apoyar iniciativas públicas que faciliten inversión en empresas de nueva creación. “Las cosas deben cambiar para que se genere desarrollo y empleo”.