Hace décadas que en Bogotá y Medellín no se evidenciaban índices de calidad del aire tan positivos como los que se han presentado entre los meses de marzo y mayo de 2020, con ocasión del confinamiento obligatorio decretado por el Gobierno para enfrentar la pandemia de COVID-19. Las constantes alertas rojas, naranjas y violetas se habían convertido casi en una vía sin salida, producto de la creciente contaminación del aire por las emisiones del tráfico vehicular y las actividades industriales y productivas. No obstante, de manera repentina, dicha situación se revirtió y dio paso a niveles buenos y aceptables de calidad del aire en estas dos ciudades. En el marco de esta situación novedosa, valdría la pena hacer una reflexión en torno a cómo lograr que se mantuvieran medidas que favorezcan un aire limpio a nivel urbano, y construir ciudades más resilientes, inclusivas y sostenibles.
La inesperada pandemia logró disminuir los niveles de contaminación del aire
Las medidas para frenar la actual pandemia consiguieron como efecto colateral una disminución de niveles críticos de contaminación del aire. En efecto, el descenso de las distintas formas de movilidad y la pausa en la mayoría de las actividades productivas contaminantes permitieron que en Bogotá se levantara la alerta amarilla desde el 3 de abril, tras evidenciar que los niveles de material particulado habían bajado de manera sostenida hasta llegar a niveles de 11,50 microgramos por metro cúbico, por lo cual se eliminaron las restricciones impuestas a industrias y vehículos en febrero pasado. La contaminación del aire también disminuyó notoriamente en Medellín a finales de marzo. Según los registros del Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (SIATA), todas las estaciones de monitoreo de la calidad del aire en la ciudad pasaron a la categoría amarilla, después de haber registrado en semanas anteriores entre 4 y 9 estaciones en rojo.
Comparación de la situación de calidad del aire en Bogotá entre marzo y de abril. Foto: Secretaría de Ambiente de Bogotá.
Este fenómeno no se ha presentado únicamente en Colombia. En otras ciudades como Buenos Aires, Lima y Santiago de Chile se han presentado situaciones similares.La baja calidad del aire incrementa la vulnerabilidad de la población
La crisis del coronavirus ha visibilizado cómo la baja calidad del aire incrementa la vulnerabilidad de la población frente a los impactos de este tipo de pandemias. Un estudio reciente de la Universidad de Harvard muestra que los pacientes con COVID-19 que habitaban áreas de los Estados Unidos con altos niveles de contaminación del aire tenían mayores probabilidades de morir por la infección que aquellos pacientes en áreas del país con aire más limpio. En Colombia, ya se habían previamente adelantado estudios que alertaban sobre el costo de la contaminación para la sociedad. El Departamento Nacional de Planeación de Colombia estima a través de un estudio, que aproximadamente 8 mil muertes anuales estarían asociadas a la pésima calidad del aire, lo cual, sumado a los costos por las enfermedades asociadas, podría representar $12,3 billones de pesos colombianos (USD 3.3 billones) anuales (1,5% del PIB). Para ponerlo en contexto, hasta la fecha ha sido alrededor de mil muertes en Colombia fueron causadas por el virus. Esta coyuntura reitera la enorme importancia de avanzar en acciones más ambiciosas en la materia, que vigoricen la agenda pública de mejoramiento en la calidad urbana y reduzcan la vulnerabilidad de las poblaciones urbanas frente a crisis sanitarias como la actual. De hecho, la salud es un pilar clave para la resiliencia y una población con buena salud puede enfrentar mejor una pandemia.Soluciones innovadoras se están adoptando en las ciudades
En el caso de Bogotá y Medellín, las autoridades gubernamentales están adoptando medidas innovadoras que están teniendo un impacto en la calidad del aire. Con relación a la infraestructura vial urbana, se implementaron medidas en torno a ciclovías en las ciudades y, en general, la facilitación para el uso de la bicicleta. La alcaldía de Medellín estableció una estrategia que comprendió:- Carriles compartidos con prioridad para ciclistas;
- Ciclovías temporales en vías anteriormente exclusivas para vehículos;
- Bicicarriles compartidos; y
- Una estrategia de comunicación digital.