A medida quela salud y lasupervivencia económica de millones de personas en todo el mundose veían amenazadas por la pandemiagenerada por elCOVID-19, la industria farmacéutica, el mundo académico y el sector público se unieron para hacer inversiones rápidas y decisivas que han dado lugar anuevasvacunas y mejores tratamientos que pronto podríanayudaraponer fin ala lucha contra la enfermedad.
Sin embargo, si esa era la reacción que exigía la crisis sanitaria, la respuesta mundial a la profunda y grave crisis educativa desencadenada por la pandemia hafallado.Pese a que los maestros, las escuelas y los gobiernos han hecho esfuerzos encomiables, miles de millones de niños permanecen en sus hogares debido al cierre de escuelas y siguen sin tener acceso a una educación estructurada. Muchos de estos niños, principalmente de familias pobres,sufrirán retrasos en el aprendizajemientras queotros abandonarán la escuela por completo; lo queequivale a un fracaso significativo de los gobiernos, el mundo académico y la industria tecnológica.Se trata deunfalloproducido no solo por la falta de recursos, sino por los escasos incentivos para la innovación y la aplicación de tecnologías y nuevos métodos de enseñanza.Si queremosque mejorela situaciónserá necesario rectificarestasfalencias.
Cómo proporcionar innovación en la educación para las escuelas
Cuandovamosal médico, esperamos queel profesionalelija entre las mejores prácticas disponibles para curar nuestra afección.Setrata de encontrar la combinaciónapropiadaentre la enfermedad yel remedio.No tratarde innovar, sinodeadoptarlas mejores prácticas creadas en otros lugares. Lo mismo ocurreconlas escuelas.
Los directores y los maestros necesitan la innovación para mejorar la educación, pero no son ellosnecesariamentequienes debeninnovar(o al menos ese no es el trabajo de todos los directores y maestros).Los gobiernosdicen que haceninvestigación y desarrollo (I+D), pero la verdad es quedestinanla mayorpartede sus recursos a cubrir gastos corrientes comolossalarios. Por su parte, las empresas, las universidades, y las ONG han generado nuevas prácticasconresultadospositivos, aunque a menudoestassolo se han probado a pequeña escala.
Muchos argumentarían que el problema radica en que la mayor parte de la educación es pública o que está muy regulada por el Estado, y que eso es lo que reprime la innovación. No obstante, la defensa militar también es proporcionada por el Estado y aun así grandes innovaciones han salido de la industria militar. Internet, por ejemplo, surgió de un programa financiado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Cuatro condiciones básicas para mejorar la innovación
Elproblemayace enque no hemos implementado cuatro condiciones básicas necesarias para estimular la ola de innovaciónnecesariaen nuestras escuelas.
En primer lugar, necesitamos más recursos. Las empresas más exitosas gastan entre el 2% y el 20% de su facturación en I+D. Los países más exitososde la OCDEgastan un promediosuperior al2,5% de su PIB en I+D.
En América Latina y el Caribe,se gastacerca del 6% del PIB en educación. De eso, un tercio va a la educación primaria.Si destináramos el 5% del gasto de la educación primariapara lainnovación,la cifraascendería aUS$6.000 millonesal año (tomando el PIB de 2018 como referencia). Como punto decomparación, el gobierno de Estados Unidos dedicó más deUS$9.000 millonesa financiar el desarrollo y la fabricación de vacunas contraelCOVID-19.
En segundo lugar, al igual que en la industria farmacéutica, necesitamos atraer a las mentes másbrillantes. El modelo estándar consiste en crear incentivos a través de patentes quelespermitan a las empresas y universidades recuperar lo que han invertido en I+D y seguir invirtiendo. El problema de este modelo es que las patentes pueden ralentizar la difusión y, en algunos casos, puede ser difícil evitar la adopción/copia sin costo.Una alternativa sería establecer un sistemagenerosode premios para los innovadores exitosos.
En tercer lugar, al igual que en la industria farmacéutica, necesitamos una infraestructura que nos permita evaluar si las innovaciones son eficaces. No aceptaríamosuna vacunacontra elCOVID-19 que no hubiesesido evaluada y certificada adecuadamente. ¿Por quéentoncesexpondríamosa nuestros hijos a prácticaseducativasque no estemos seguros de quevayan afuncionar?
En Estados Unidos, el Departamento de Educación financiala iniciativaWhatWorksClearinghousequees una colección deprácticas y políticaseducativasque han sido evaluadas rigurosamente. El materialse presentade manera queresulteútiltantopara los administradoresescolarescomopara las autoridades educativas ensubúsqueda de soluciones a los problemas que surgena diario. La base de datoscontiene actualmente más de 10.000 estudios.Por supuesto, no todos los países necesitan (o pueden permitirse) tener esa base de datos.Sin embargo, sería posiblecreariniciativas regionales.
Por último, las escuelas y las autoridades educativas necesitan incentivos para adoptar prácticas eficaces.Por ejemplo,en Estados Unidosel 75% del dinero que el gobierno federal gasta en programas de visitasdomiciliariasdebe destinarlo a aquellos programas que han sido evaluados rigurosamente.El 25% restante se puede gastar en programas prometedores que están siendo objeto de una evaluación rigurosa.
La urgencia de una soluciónmundial
La crisis delCOVID-19 presentó una oportunidad única para lograr soluciones a gran escala en materia de alfabetización y enseñanza de matemáticas para los niños de todo el mundo.Pero no hemos estado a la altura del desafío. No porque no quisiéramos mejorar el aprendizaje de nuestros niños, sino porque no estaban dadas las condiciones para la enorme ola de innovación requerida. Es hora de que los gobiernos, la sociedad civil, el mundo académico y las organizaciones multilaterales trabajen enposde una soluciónmundiala la crisis del aprendizaje estableciendo las bases para la I+D en la educación.