Todos recordamos las peleas para levantarnos cada mañana e ir al colegio. Si alguien nos hubiese dicho que un día nuestros hijos rogarían por volver a la escuela, no le hubiésemos creído.Los niños, niñas y jóvenes no pueden esperar más.Nuncahabíamosenfrentado unadisrupciónde estas proporciones,ni en laformacióndel capital humano,nienla vidafamiliar, social y productiva.
Aliniciode la pandemia,el cierre de las escuelas,ydeprácticamente todos los sectores económicos, fuenecesario para proteger nuestra salud y nuestras vidas.Se debíaproteger ala ciudadanía, alosestudiantes, docentes y directivos del SARS-CoV-2,un virusdel que poco se sabía.En la etapa inicial, los paísesde la región y elmundodesplegaron una serie deprogramaspara mantenerel vínculocon los estudiantes,mediante distintas estrategias de educacióna distancia oremotadeemergencia.Se pusieron en marcha unaserie de acciones a través de plataformas de aprendizaje,portales educativos,redes sociales,radio, televisión yrecursosimpresospara alcanzar a la mayor cantidad de estudiantes y mantener los procesos de enseñanzayaprendizaje.
Muy tempranamenteen el curso de la pandemia,países comoEspañayFrancia,encontraronque no eraviablemantener unaatencióneducativa decalidad,para todos los estudiantes,con estrategias de educación a distancia o remota.Los estudiantes depreescolar ylosprimeros grados de primaria,aquellos con necesidades educativas especiales,los que carecían de conectividad o que proveníandelasfamiliasmásvulnerables, necesitabandela educación presencial.Dichos paísesse dierona la tarea de reabrir las escuelascondistanciamiento físico, uso de mascarillas, lavado de manos, ventilación naturaly otras medidas de bioseguridad.Al tiempo,mantuvieron otros sectores económicos cerrados, como larestauración,elentretenimiento,las grandes áreascomerciales, para reducirlos contagios.
EnAmérica Latina y el Caribe(ALC),se priorizólareaperturaprogresivadela mayoríade las actividadeseconómicas.Hoy día, ha regresado el tránsitoasus ciudadesy la actividad comercialy productivaestárecuperandoniveles prepandemia.Al mismo tiempo, en muchos países se han mantenidolas escuelas cerradas.Así,entremarzo 2020 y marzo 2021, las escuelasde ALCpermanecieron cerradasa la educación presencialun promedio de158 días(UNICEF),un166% más de días que el promedioglobal de 95 días. ALCfuela región con la mayor cantidadde días de cierre de escuelas.Y, a la fecha, es la región en la queaún se encuentran cerradas una buena proporción de escuelas.
https://youtu.be/E-RIbHjAxUgMantener las escuelas cerradas tiene un costo altísimo
La experiencia endiversos paísesnosha demostradoque es posible retomar laeducación presencial, manteniendoa nuestras comunidades educativas sanas y seguras.La vastaevidencia científicarecogida en varios lugares del planetadesde quese declarara la pandemia,demuestraque es posible.Las escuelas no son espacios demayortransmisiónen comparación con otras actividades sociales.Inclusocon las nuevas variantes como la Lamba o Delta,la transmisión entre niños es menor que en adultos.Las experiencias de países comoAlemania,España, Francia, algunos distritos de Estados Unidos, así como países de la región como Uruguay y Chile, son ejemplo de que los sistemas educativos pueden operar sin contribuir al aumento de contagios.
Nuestra salud no depende de mantener las escuelasfísicamentecerradas, pero el futuro de nuestra niñez y nuestras economías sí.Mantener lasituaciónactuales una garantía de que nuestra niñez y juventudpagarán las consecuencias en el futuro.Elcierredeescuelasporfenómenosnaturales,pandemias,huelgasdocenteso, inclusive, por lapérdidadeaprendizajeque se dadurantelosperíodosvacacionales, hademostradoprovocargrandespérdidasdeaprendizajeen losestudiantes.Y losestudios preliminares dan cuenta de que dichas pérdidas sonde magnitudes significativas, eincluso peores de lo que se esperaban, particularmente en áreasde competenciasfundacionales. Se calcula que, en la región,por lo menos 1.2 millones de jóvenes saldrán del sistema educativo, donde más de un 80% pertenecen a los estratos pobres y de clase media vulnerable.

Los estudiantes de la región ya enfrentaban unaprofundacrisis de aprendizaje antes de la pandemia.Lamitad de los niños de 10 años no consiguen leerun texto simple y comprenderlo, siendoACLuna de las regionescon mayor pobreza en el aprendizajedel mundo, segúndatos deUNESCOy elBanco Mundial.El cierre de las escuelas y la educación a distancia harán que dichacrisis se agudice, particularmente para los estudiantes más pobres y vulnerables. Para mitigar dicho impacto y enfrentar el regreso a clases presenciales de forma segura y en el menor tiempo posible, debemos emprender acciones concretas que nos permitan apoyar a nuestra niñez y juventud, no sólo a recuperar el tiempo perdido, sino a sentar las bases de una educación de calidad y relevante para todos.
Laevidenciatambiénnos empieza a mostrar que la niñez y juventud estánsiendo expuesta a mayores riesgosde violencia domésticadegénero e intrafamiliar, a un aumento progresivo de la desconexión con el aprendizaje con riesgos cada vez más altos de deserción escolar, en una región en la que solo 1 de cada 2 estudiantes se graduaban de secundaria; y expuestatambién a incrementos en la participación en pandillas y embarazos adolescentes en distintos países de la región. Conocemos, además, los enormes desafíos que dichas pérdidas de aprendizaje tendrán sobre losingresos futuros de dichos estudiantes, si se logran insertar en el mercado laboral.
La escuela juega un papel fundamental en la vida de los estudiantes y sus familias.Y si algo hemos aprendido durante la pandemia, es que es muy difícil sustituirla. Para los máspobres y vulnerables,la escuela es, quizá, la única puerta de salida que tendrán de la pobreza. Para otros, es el espacio más seguro de su entorno, es el espacio “salvavidas” que reduce su exposición a situaciones de riesgo y les permite enfrentar las dificultades que en sus familias y sus comunidades puedan enfrentar.Para algunosestudiantescondiscapacidad, este es su único espacio de interacción con profesionales que puedan apoyarlos. Para muchos otros, es el lugar en donde reciben buena parte de su alimentación y otros servicios sociales. Y para todos, es el espacio privilegiado para adquirir las herramientas que necesitarán para enfrentarse a la vida, al mundo laboral,y para aprender a convivir en sociedad. Adicionalmente, el tiempo en la escuela permite a los padres, y especialmente a las madres, dedicar ese tiempo al trabajo, aumentando así su nivel de vida.
Desde el BID estamos acompañando a los países de la región en el camino de la reapertura segura y la atención educativa presencial e híbrida. Hemos puestoa disposición de los países un paquete de respuesta a la emergencia educativa de rápida aprobación y desembolso acompañado deherramientas concretas que permitan volver físicamente a las escuelas de forma segura, recuperar aprendizajes, y sentar las bases de sistemas educativos a la altura de las necesidades de las generaciones del siglo 21.
En este regreso a la presencialidady a lasemi-presencialidad,es igual de importanteprepararnos para que los sistemas educativos puedan enfrentar situaciones similaresa futuro, además de aprovechar lo aprendido para transformar la educación. La pandemia nos obligó amasificar el usola educación digital:ahora hay quehacerla parte de nuestras prácticas pedagógicas.
Es tiempo de regresar a la escuela.No puede haber recuperación si niños, niñasy jóvenes permanecen en sus hogares.Es tiempo de queregresen a las aulasa aprender. A compartir, jugar y convivir con sus amigos. A construir sus habilidades y su conocimiento de la mano de sus docentes. A desarrollar sus conocimientos, competencias y habilidades fundacionales, así como las del Siglo XXI.A nuestra niñez y juventud no podemos responder“mañana”. Su nombre es “hoy”.