
Octubre 18, 2018
Desde pequeña, Laia Barboza creció rodeada de consolas como Nintendo y Ataris en Maldonado, una ciudad a 130 kilómetros al este de Montevideo, la capital de Uruguay. Tras horas y horas de juegos entre amigos, Laia comenzó a experimentar poco a poco con la tecnología hasta que, finalmente, terminó en el otro lado de la pantalla: pasó de ser jugadora a creadora de videojuegos.
Todo comenzó cuando Laia se animó a desarrollar la música para un videojuego creado por dos de sus amigos, Juan Manuel Pereyra y Pablo Pizzani. “Nos dimos cuenta que los tres hacíamos un equipo muy lindo y que el trabajo entre los tres se nos daba muy natural”, dice Laia. “Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que teníamos que lanzarnos al agua”.
Así fue como Laia, Juan Manuel y Pablo fundaron Pincer Games, una desarrolladora de videojuegos fundada en 2014 y que hoy ya tiene dos títulos propios. La empresa es hoy una de las desarrolladoras más importantes de Uruguay, país desde donde se exporta la mayor cantidad de softwares y videojuegos en toda América Latina y el Caribe, y cuya industria genera localmente más de 600 millones de dólares al año.
Laia fue una de las 53 emprendedoras y emprendedores que consultamos, junto al Instituto del Fracaso, para conocer más de cerca a los protagonistas detrás de la Economía Naranja de la región. En el estudio también participaron más de 250 individuos a través de una encuesta en línea, todos ellos provenientes de las industrias creativas de América Latina y el Caribe. El resultado fue una verdadera radiografía a los emprendedores latinoamericanos, publicada en Emprender un futuro naranja: quince preguntas para entender mejor a los emprendedores creativos de América Latina y el Caribe.
En términos generales, desde la región podemos hacer mucho más. Si bien algunos gobiernos han impulsado políticas para incentivar el desarrollo de start-ups y emprendimientos, sólo el 1,77% de las exportaciones de bienes creativos del mundo se origina en América Latina y el Caribe. Aun así, el impacto de la Economía Naranja es absolutamente medible a nivel de algunas ciudades: de acuerdo al Observatorio de Industrias Creativas de Buenos Aires, esta industria aporta un 9,2% del producto interno bruto de la capital argentina.
A pesar de la disparidad entre ciudades y países, el aporte de la Economía Naranja en la región es innegable. De hecho, se estima que las industrias creativas y culturales fueron responsables de la creación de 1,9 millones de puestos de trabajo en América Latina y el Caribe durante 2015 — comparable a los generados por las economías de países como Uruguay o Costa Rica.
Aprender a emprender
No hay una receta establecida. La clave para iniciar un emprendimiento es ingeniárselas. Tienes que buscar recursos, copiar prácticas exitosas, leer, adentrarse. Ser curioso. Por esto mismo es que las políticas públicas que fomentan la incubación de emprendimientos son imprescindibles para impulsar a las industrias creativas. Laia y sus socios de Pincer Games fueron parte de una incubadora uruguaya, a la que se sumó el apoyo de la Agencia Nacional de Innovación e Investigación y los recursos de otras instituciones para avanzar durante los primeros años de su emprendimiento.
Hoy, Laia es la cabeza económica de la empresa. Es ella quien lleva las cuentas, hace los planes de desarrollo de negocios, se reúne con potenciales financistas y se asegura que la operación arroje números positivos. “Esto es mucho más allá que programar o diseñar un juego. Tiene que ver con llevar adelante una empresa, con conseguir fondos, con hacer el desarrollo de negocios, conseguir contactos, viajar. Y a veces es muy difícil hacer todas esas cosas en paralelo cuando estás haciendo un juego”, dice Laia. “Mi trabajo es que Juan Manuel y Pablo puedan realizar el juego sin distraerse con otras cosas”.
Pero aprender a llevar una empresa no fue fácil. Un 29,9% de los emprendedores de la región se capacita sobre la marcha. Básicamente, el ‘ensayo y error’ se transforma en el método por excelencia. De igual forma, un 24% se identifica como autodidacta, mientras que sólo un 13,8% tuvo algún tipo de educación profesional.
Casi la mitad (48,9%) de los emprendedores latinoamericanos y caribeños comienza su negocio con fondos propios. El ahorro, en este caso, es fundamental. Le siguen las contribuciones de familiares y amigos; mientras que la banca privada, según el estudio, tiene mucho terreno para avanzar: hoy, sólo un 4,1% de los emprendimientos son financiados a través de un préstamo bancario.
“Esto es mucho más allá que programar o diseñar un juego. Tiene que ver con llevar adelante una empresa, con conseguir fondos, con hacer el desarrollo de negocios, conseguir contactos, viajar. Y a veces es muy difícil hacer todas esas cosas en paralelo cuando estás haciendo un juego”
Mujer en tierra de hombres
Más allá de los desafíos económicos, Laia tuvo también que enfrentar otro obstáculo: aventurarse y emprender en una industria dominada por hombres. Según los datos de nuestra publicación, por cada 4,5 hombres que desarrollan softwares y videojuegos, hay una sola mujer.
“Muchas veces he tenido momentos trancados en instancias de negocio por ser mujer. Me han aconsejado que alguno de mis socios hombres continúe el diálogo con la contraparte, porque al ser mujer el trato puede estar un poco trancado”, cuenta. “Curioso, en realidad, porque el desarrollo del negocio en mi empresa lo hago yo. Y ojo, que no me ha pasado sólo a mí, le ha pasado también a otras colegas. Son esos momentos en los que nos sentimos marginadas, sólo por el hecho de ser mujer”.
El estudio también reflejó las desigualdades de género que existen en la industria, no sólo en cuanto a la participación, sino también desde el punto de vista económico. En la región, la Economía Naranja es una industria dominada por hombres, la proporción es de un 62% para ellos y un 38% para ellas. Además, solo el 36% de las mujeres declararon que sus emprendimientos creativos les proporcionan los ingresos suficientes para sobrevivir, mientras que entre los hombres esa cifra asciende al 45,3%.
¿Qué me aconsejas?
La decisión más difícil de Laia fue salir de su zona de confort. “Lo complejo fue lanzarse al agua y darse cuenta que ahora depende de ti y que es un riesgo que hay que asumir. Que es un riesgo lindo, pero es un riesgo al fin”, dice.
Para ella, lo más importante para quienes deseen emprender es acudir primero a las instituciones que están apoyando a las industrias creativas en los distintos países de la región. “Esto va a hacer la diferencia en si algo puede impulsarse o no”, comenta. De igual forma, el aspecto administrativo de los emprendimientos —como hacer un plan de negocios, crear redes de contacto, o buscar alternativas de financiamiento— es fundamental para alcanzar el éxito, incluso más allá del componente técnico.
“Es ser constante. Darse cuenta que esto es un trabajo de a poco, y que tampoco se va a tener el éxito de la noche al día. Sabemos que tendremos momentos buenos y malos, pero que hay que seguir adelante. Hay que perderle el miedo. Esa es la fórmula”.
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