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8.400 millones de horas invisibles: por qué el cuidado es una inversión estratégica

Protección social 8.400 millones de horas invisibles: por qué el cuidado es una inversión estratégica Reconocer y profesionalizar el cuidado es esencial para reducir desigualdades y potenciar el desarrollo. Dic 15, 2025
a caregiver holding the hand of an older person who is a wheelchair
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Ideas clave
  • El trabajo de cuidado no remunerado en la región equivale a más de 210 millones de empleos, recae principalmente en mujeres y genera altos niveles de estrés, depresión y pérdida de autonomía económica.
  • Invertir en sistemas de cuidado es una oportunidad estratégica: impulsa el empleo, aumenta la participación laboral femenina y mejora el bienestar de quienes reciben y brindan cuidados.
  • Para enfrentar la pobreza de tiempo se necesitan políticas integrales que profesionalicen el sector, apoyen a las cuidadoras y redistribuyan responsabilidades entre Estado, mercado y familias.

En la novela Momo, Michael Ende imaginó un mundo donde unos “hombres grises” convencían a las personas de ahorrar tiempo en nombre de la productividad. Medio siglo después, su metáfora sigue vigente. El tiempo sigue siendo un recurso limitado y su falta afecta especialmente a las mujeres. Entre el trabajo remunerado, las tareas domésticas y la crianza, muchas viven con agendas que dejan poco espacio para el descanso o el desarrollo personal. Es la llamada pobreza de tiempo: una realidad cotidiana que persiste mientras el cuidado se perciba como una responsabilidad individual y no como un compromiso compartido por toda la sociedad.

Las mujeres en América Latina y el Caribe dedican aproximadamente 8.400 millones de horas semanales al trabajo no remunerado de cuidado de adultos mayores dependientes, niños o personas con discapacidad que requieren apoyos. Esto equivale a más de 210 millones de empleos a tiempo completo. Además, son las mujeres quienes suelen encargarse de las tareas más exigentes y menos flexibles, como alimentar o bañar a familiares mayores.  

Este trabajo invisible tiene un costo en salud y autonomía económica. Según el nuevo estudio del BID, OCDE y AFD ¿Quién cuida? Cómo apoyar y reconocer a quienes cuidan de personas mayores en América Latina y el Caribe, el 71 % de las cuidadoras familiares reporta síntomas de estrés, el 55 % soledad y el 34 % depresión.  

Quienes cuidan sin remuneración también tienen menos probabilidades de acceder a un empleo formal y, cuando lo logran, suelen trabajar menos horas y recibir menores ingresos y pensiones. Incluso en el cuidado remunerado de personas mayores, el 95 % de la fuerza laboral son mujeres, muchas en condiciones precarias. Solo el 26 % aporta a la seguridad social y apenas una tercera parte cuenta con contrato escrito, percibiendo salarios un 10 % inferiores al mínimo. El impacto emocional también es alto: el 20 % presenta síntomas de depresión y el 45 % sufre estrés.

Este estudio, el más completo hasta la fecha sobre las personas cuidadoras de la población mayor en la región, identifica políticas y programas exitosos, lecciones aprendidas y enfoques innovadores que pueden inspirar reformas en los sistemas de cuidado. 

Invertir en cuidado: una oportunidad económica y social

Mientras persisten las desigualdades en la distribución del cuidado, el envejecimiento poblacional y la caída de las tasas de natalidad anuncian un incremento en la demanda de cuidados de larga duración. Hoy, en América Latina y el Caribe, 25 millones de personas cuidan sin remuneración, frente a 3 millones que sí reciben pago. Para 2050, la región necesitará 14 millones de cuidadores remunerados, ya que el número de personas que requerirán cuidados se triplicará.

Sin embargo, los sistemas actuales no están preparados: los servicios públicos son limitados, las opciones sin fines de lucro están sobrecargadas y la atención privada es inaccesible para la mayoría. En este contexto, invertir en el sector del cuidado es urgente y estratégico. No solo garantiza bienestar, sino que tiene un enorme potencial para impulsar el crecimiento económico.

Para el BID, invertir en sistemas de cuidado genera oportunidades de empleo, promueve una mayor participación laboral de las mujeres y fortalece la autonomía económica, al liberar el tiempo de quienes realizan trabajo de cuidado no remunerado.

En Uruguay, por ejemplo, la inversión en un sistema universal de cuidados para niñas y niños de 0 a 4 años aumentó el empleo femenino en un 5%. En México, un estudio del BID demostró que las mujeres de 50 a 64 años que cuidan a sus padres en situación de dependencia tienen un 2% menos de probabilidades de trabajar, y aquellas que sí lo hacen, reducen en un 7% sus horas remuneradas.

Además, invertir en cuidado fortalece el capital humano, reduce costos en salud y mejora la calidad de vida de quienes reciben apoyo: personas mayores, con discapacidad o en la infancia.

Durante el seminario virtual ¿Quién cuida? Construyendo sistemas de cuidado sostenibles en América Latina y el Caribe, autoridades de gobiernos y especialistas del BID discutieron cómo los países de la región están avanzando en políticas públicas de cuidados. 
 

Políticas que alivian la pobreza de tiempo

Para revertir esta tendencia, se requieren políticas integrales que redistribuyan el tiempo y las responsabilidades entre el Estado, el mercado y las familias. La Organización Internacional del Trabajo estima que invertir en servicios de cuidado podría crear casi 31 millones de empleos formales en América Latina y el Caribe para 2035, elevando la participación laboral femenina del 53% actual al 63%.

Esto implica:
•    Profesionalizar el sector, con acceso a seguridad social e incentivos fiscales para formalizar el empleo.
•    Expandir la formación, con un enfoque de atención centrado en la persona.
•    Apoyar a quienes cuidan, mediante opciones de respiro, apoyo psicológico y compensaciones económicas.
•    Fomentar la corresponsabilidad, incentivando la participación del Estado, el sector privado, la sociedad civil y las familias, e impulsando la participación activa de los hombres en las tareas de cuidado.
•    Fortalecer la resiliencia de los sistemas ante emergencias sanitarias o climáticas.
 

Aprendizajes regionales y una nueva agenda de cuidado

Con la iniciativa BID Cuida, el BID impulsa el fortalecimiento de la gobernanza y el financiamiento de los sistemas integrales de cuidado. En su primer foro regional, celebrado en México, nueve países compartieron avances y desafíos comunes: reconocer a todas las personas que requieren y brindan cuidados, fortalecer la gobernanza de las políticas y sistemas de cuidado, escalar programas efectivos garantizando su calidad y mejorar la formación y las condiciones laborales de quienes cuidan.

Invertir en cuidados es más que una política social: es una apuesta por la productividad y el bienestar colectivo. Reconocer el valor del tiempo dedicado al cuidado, especialmente por parte de las mujeres, es esencial para avanzar hacia una sociedad más equilibrada. Como advirtió Ende, cuando el tiempo se reduce solo a una medida de productividad, se pierde su sentido más humano: el de vivir con bienestar.

Para conocer más sobre cómo apoyar y reconocer a quienes cuidan, descarga nuestra publicación ¿Quién Cuida?  
 

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