El Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa, nació en la capital de Honduras, en diciembre de 1942. Completó estudios de pedagogía y filosofía y fue ordenado sacerdote en Guatemala en 1970. En 1978 fue nombrado Obispo titular de Pudenziana y Auxiliar de Tegucigalpa, y en 1993 fue promovido a la sede metropolitana de Tegucigalpa. Entre muchos otros cargos, ha sido Secretario General y Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). En febrero de 2001 fue creado cardenal.
Rodríguez habló con Christina MacCulloch, oficial de prensa del BID, durante el encuentro internacional "Ética y Desarrollo: Los nuevos desafíos" celebrado en Tegucigalpa, Honduras, del 1 al 3 de septiembre, 2001.
BIDAmérica: En estos tiempos de crisis económica, ¿Por qué debe importarnos la ética?
Rodríguez: Porque por un lado tenemos desarrollo, y por otro lado tenemos pobreza. ¿Qué es lo que puede hacer que el desarrollo se revierta en el alivio de la pobreza? Una perspectiva. Si fuera una perspectiva puramente economicista entonces haríamos crecer los índices económicos aunque los índices de pobreza crezcan. Pero si es una perspectiva ética, entonces vemos que el desarrollo no es simplemente desarrollo económico, sino desarrollo humano. El desarrollo humano pasa por la dimensión ética, por la dimensión de los valores. Es reconocer que todas las personas tienen un valor, tengan o no tengan posibilidades económicas. Es buscar una sociedad que ya no es individualista, sino una sociedad solidaria.
BIDAmérica: ¿Cómo se llega a ese tipo de sociedad?
Rodríguez: La solidaridad implica que si ponemos los esfuerzos de los pobres y los esfuerzos de los pudientes juntos, empieza a aliviarse. Pero no sólo los esfuerzos de una parte. Porque mucha gente piensa: "Bueno, que los ricos den." ¿Y los pobres qué? Los pobres también son protagonistas de la salida de su pobreza a una cultura de la solidaridad. Los pobres pueden ser afectados del individualismo o del sálvese quien pueda o del no considerar a los demás. Por eso lo que se requiere es una perspectiva de que somos una sola humanidad, de que se trata precisamente de buscar un horizonte de esperanza a través de los valores éticos del desarollo.
BIDAmérica: ¿Los jóvenes tienen un papel particular en este sentido?
Rodríguez: Me parece importantísimo, porque Latinoamérica es un continente mayoritariamente joven. Y hoy día la única esperanza que tienen los jóvenes es conseguirse una visa para irse a Estados Unidos o irse ilegalmente, lo cual tampoco es una solución. Yo creo que es importante que comprendamos que en nuestra sociedad es necesario dar a los jóvenes valores por los cuales luchar. Pero no valores sólo de palabra, sino valores que se encajan en la vida, en la sociedad, en la comunidad política, y en la comunidad económica. No podemos pensar que lo va ha hacer sólo la Iglesia, la familia o la sociedad civil.
Porque lo cierto es que muchos jóvenes se sienten extraños en su propia tierra. No hay perspectivas de educación porque no hay fondos para ofrecerla. Va uno por los barrios marginales, y no hay ni una cancha de deporte. Sin trabajo, sin educación, sin posibilidades de una diversión sana, lo único que se fomenta es la delincuencia. Por eso para atender a lo ético primero tenemos que dar otra solución a los problemas sociales.
BIDAmérica: ¿Qué tipo de valores son los que más necesitamos rescatar en América Latina y el Caribe?
Rodríguez: Yo creo que aquí los principales valores son los valores de la dignidad de la persona. La gran mayoría de nuestro pueblo tiene una autoestima bajísima, a fuerza de estar oyendo todo el tiempo que no servimos, que no valemos, que somos los peores del mundo, que este es un país atrasado. Entonces necesitamos fortalecer la autoestima, no basada en halagos, sino en la dignidad de la persona.
En segundo lugar, el valor de la honestidad. Aquí se ha creado una cultura de la corrupción, especialmente en el ámbito político, que hace ver que el que vale es el que tiene dinero. No importa cómo lo obtenga o si se lo ha robado. Lo importante es que tenga dinero. Por eso necesitamos una cultura de la honestidad, de la verdad. Son esos grandes valores que funcionan como las riveras por las cuales transcurre el río de la democracia.
Luego lógicamente los valores de la familia, los valores del respeto a las personas, los valores de la integración social. Hoy tenemos una sociedad desintegrada y tremendamente sectaria en el aspecto político. Un niño nace con una bandera de partido en la mano. Por eso hemos emprendido una campaña de educación política a través de la Iglesia que ha causado un poco de escozor, pero que a la larga va a dar muchos resultados.
BIDAmérica: ¿Ud. piensa que la sociedad está dispuesta a que la Iglesia tenga un papel protagónico en estos temas?
Rodríguez: Yo creo que sí, porque especialmente en las décadas de la represión militar la Iglesia siempre tuvo una voz, cuando muchas otras voces estaban calladas. Hoy nuestra voz busca hacer reflexionar a la sociedad sobre la ética, la integración social, sobre la globalización con equidad. Porque yo estoy convencido de que no basta con solamente proclamar una doctrina. Hay que formar a la persona.
BIDAmérica: ¿Y cómo hace la Iglesia para promover ese tipo de reflexión?
Rodríguez: Yo creo que los medios, especialmente la televisión, están demasiado mercantilizados y enfocados en las malas noticias. Por eso nosotros hicimos el esfuerzo y luchamos por obtener un canal de televisión, el canal 48, llamado el canal de la solidaridad. Hacemos programas creativos, educativos y de actualidad política. Tenemos, por ejemplo, un programa donde estamos invitando a candidatos políticos para que hablen sobre valores. Y nos está yendo muy bien: después de sólo año y medio de operaciones, el canal ocupa el cuarto lugar entre los 14 canales nacionales.
También manejamos una universidad que está consolidada por los valores, y que en sólo ocho años pasó de tener 35 a 6.000 alumnos. Ha crecido porque desde el principio definimos que nuestro enfoque sería el estudio. El que viene a hacer política o a pasar el tiempo tiene que dejar el sitio a otras personas que quieran estudiar. ¡Y da resultado! Tenemos clases de jóvenes que salen contratados antes de graduarse. Todo esto le da horizontes a los jóvenes.
BIDAmérica: ¿Piensa que entidades como el BID pueden tener un efecto positivo sobre algo abstracto como la ética?
Rodríguez: Sin duda. Para nosotros ha sido muy importante que el BID, a través de su presidencia y de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo, haya abierto las puertas a un diálogo que incluye también a la Iglesia. Hemos visto que estos eventos crean un espacio especial para discutir esta temática tan importante. Yo veo que estos esfuerzos responden a una necesidad muy sentida en este tiempo, y que están ayudando a llenar un vacío.