Quisiera agradecer la presencia de todos ustedes en esta sexta reunión regional BID - Sociedad Civil y resaltar la importancia de tener esta oportunidad para reflexionar conjuntamente sobre cómo podemos colaborar más eficazmente para contribuir al desarrollo económico y social de América Latina y el Caribe. Quisiera también agradecer al Ministro Paulo Bernardo, Gobernador del Banco por Brasil, por estar aquí con nosotros esta mañana.
A lo largo de sus casi cinco décadas de funcionamiento, el Banco Interamericano de Desarrollo ha acompañado el progreso político, económico y social de la Región. Durante estos años, los países de América Latina y el Caribe avanzaron en la consolidación de la democracia y en la implementación de reformas económicas, institucionales y sociales, fundamentales para garantizar el desarrollo sostenible.
En estos procesos, la sociedad civil ha surgido como un jugador destacado en el entorno latinoamericano y caribeño, tanto alrededor de asuntos locales y nacionales, como de temas de interés regional y global que rebasan las fronteras. La consolidación de la sociedad civil y las organizaciones no-gubernamentales como aglutinadores de opinión y agentes de cambio en América Latina y el Caribe y en el mundo entero es sin duda uno de los fenómenos centrales de nuestro tiempo.
En la actualidad, tanto el Banco como la sociedad civil, enfrentan un contexto sumamente dinámico en la región. América Latina y el Caribe está viviendo un proceso de profunda transformación, en parte como consecuencia de fuerzas internas, pero también a raíz del cambio acelerado en el ámbito mundial en áreas como la integración económica, el avance de las tecnologías de información y comunicación, el surgimiento económico de Asia y los desafíos ambientales globales.
A pesar de haber logrado avances importantes en los indicadores sociales promedio, la estabilidad macroeconómica, la calidad de la gestión económica, y la consolidación de la sociedad civil, el desempeño de la mayoría de los países en materia de reducción de las desigualdades y de la pobreza ha dejado que desear en los quince años transcurridos desde el final de la “década perdida” de los años 80. En consecuencia, la Región permanece rezagada frente a comparadores como los países de Europa Central o el Sudeste Asiático. Muestra niveles de pobreza y exclusión que se asemejan más a los de regiones bastante más pobres. Y las debilidades institucionales en la gestión del sector público se traducen en políticas públicas y servicios básicos con frecuencia deficientes.
Esta situación no ha pasado inadvertida para la población. Hay un desencanto con los logros alcanzados en ciertas áreas del desarrollo y una gran preocupación por la selección de los modelos que la Región debe seguir hacia delante.
Pero la buena coyuntura económica que se está viviendo en estos momentos, sumada a la experiencia acumulada en la gestión económica y social en los últimos años, abren nuevas oportunidades para tratar viejos problemas. Los cambios políticos y los nuevos gobiernos también contribuyen a generar renovadas expectativas. Las democracias de la Región están atravesando un proceso electoral que comprende un amplio menú de opciones para los ciudadanos, reflejando la diversidad y heterogeneidad de las sociedades.
América Latina atraviesa hoy un ciclo ascendente en el que los precios de los productos básicos están altos; las remesas y la liquidez de los mercados internacionales son también significativas; y el crecimiento económico ha estado claramente por encima de las tendencias recientes. La Región está en efecto experimentando su mejor ciclo de crecimiento en casi tres décadas, con niveles de casi 5% anual desde mediados de 2003, y esto dentro de un entorno de baja inflación y de niveles de endeudamiento decrecientes. Sin embargo la Región y sus economías tienen capacidad para dar aún más. Después de todo, otras regiones emergentes están creciendo a tasas más altas.
Los ciclos ascendentes siempre tienen su contraparte, por lo cual los países deben ser prudentes en la gestión que hacen de la ventana de oportunidad que se abre ante ellos. El reto es responder con audacia a la bonanza, blindando los sistemas económicos contra crisis futuras—con la reducción del endeudamiento, por ejemplo; canalizando los superávit hacia el fortalecimiento de la competitividad, la infraestructura, el capital humano y las redes de protección social; así como asegurando un manejo y reestructuración eficientes del sector público.
Como parte de esto es necesario tener presentes los desafíos de largo plaz la generación y preservación de un clima favorable de negocios que incentive a los generadores de empleo—pequeños, medianos y grandes; el fomento de la capacidad científica y tecnológica; el establecimiento de sistemas para la formación de una mano de obra calificada y competitiva en los mercados laborales de hoy y mañana; y estrategias y políticas focalizadas y eficientes que aseguren un desarrollo económico, social y ambientalmente sustentable, por mencionar sólo algunos aspectos.
Sin duda, la profundización de la gobernabilidad democrática es un elemento clave para asumir cada uno de estos retos, y la ciudadanía, y dentro de esta, la sociedad civil organizada, es un agente fundamental. El estado necesita acabar con las prácticas clientelistas y la corrupción que minan su legitimidad. Requiere también de partidos políticos que estén institucionalizados y sean programáticos; legislaturas que tengan capacidad para responder, proponer y fiscalizar al Ejecutivo; sistemas judiciales independientes que sean cada vez más accesibles y orientados al usuario; y finalmente una administración pública autónoma y capaz, dedicada al servicio de la ciudadanía.
La sociedad civil – las ONGs, los movimientos sociales, los sindicatos, las empresas, los medios de comunicación, los académicos, expertos y otros actores – tiene un papel trascendental en la mejora de las condiciones de gobernabilidad.
En primer lugar, y como lo reconoce el último Informe sobre el Progreso Económico y Social del Banco (IPES), la sociedad civil es un interlocutor clave en los procesos de definición y ejecución de políticas públicas. Para asegurar la calidad y la sostenibilidad de las mismas es indispensable conseguir consensos entre los principales actores involucrados en su implementación, y es precisamente ahí donde la sociedad civil tiene un espacio importante que ocupar.
Segundo, la sociedad civil contribuye con su acción independiente del estado a la cohesión y a la construcción de capital social. Todo ello se ha traducido en múltiples casos en programas eficaces de reducción de la pobreza. En este tema las organizaciones de la sociedad civil tienen muchas veces una ventaja comparativa con relación a los gobiernos e instituciones oficiales, dado que (por su capacidad de intermediación) consiguen llegar a los sectores marginados y sin voz, donde la mano del estado no consigue alcanzar.
Tercero, la sociedad civil puede ser un agente externo de control de las instituciones públicas. La captura de los recursos públicos por intereses particulares constituye hoy una de las asignaturas pendientes: la Región, en muchos países, recauda pocos impuestos y parte de estos recursos se pierden por ineficiencias en el gasto. Para contribuir a una mayor eficiencia en este campo es indispensable que los procesos presupuestarios, tanto a nivel de la elaboración como de la ejecución, sean transparentados. La sociedad civil tiene un rol fundamental que jugar como actor de fiscalización de estos procesos.
Por estos y otros factores, el BID reconoce que la participación ciudadana no solo es necesaria, sino constructiva y conveniente, para sus actividades en apoyo al desarrollo económico y social de los países prestatarios. La experiencia señala que en los proyectos de desarrollo, los procesos participativos, adecuadamente diseñados y conducidos, contribuyen a mejorar sus resultados en términos de eficacia, eficiencia, equidad y sostenibilidad.
Para el BID un enfoque participativo tiene múltiples ventajas: facilita el acercamiento de los proyectos a las realidades locales, logrando una mayor sostenibilidad; aumenta la transparencia y responsabilidad en el manejo de la rendición de cuentas; y puede generar un efecto multiplicador entre las comunidades, además de contribuir al ownership o la apropiación de los programas por parte de los beneficiarios.
A través de los años, el Banco ha venido utilizando y promoviendo instrumentos participativos que le han permitido ‘aprender haciendo’ y acumular experiencia. Entre estos pueden mencionarse: los procesos de consultas entre los prestatarios y la sociedad civil sobre proyectos con impactos ambientales y sociales, así como los que implican reasentamientos poblacionales; además de las consultas sobre las estrategias y políticas sectoriales del Banco con actores relevantes de la sociedad civil; iniciativas de diálogos sobre políticas públicas tanto a nivel nacional como regional; e instancias formales e informales de comunicación entre el Banco y la sociedad civil, como los Consejos Asesores de la Sociedad Civil que han sido establecidos en varias oficinas de representación del Banco en los países de la región.
Considerando el valor de la experiencia acumulada en materia de participación, en el año 2004, el Directorio del Banco aprobó una Estrategia para promover la participación ciudadana en las actividades del Banco. Su objetivo es dar mayor capacidad de seguimiento y transparencia a los procesos participativos en la preparación y ejecución de programas y proyectos. La Estrategia define la ‘participación’ como el conjunto de procesos mediante los cuales los ciudadanos, a través de los gobiernos o directamente, ejercen influencia en el proceso de toma de decisiones.
Son numerosas las operaciones de préstamo del Banco que han incluido la participación de organizaciones de la sociedad civil, además de la de los beneficiarios directos, en la selección y la ejecución de proyectos. Vale la pena señalar algunas operaciones de carácter singularmente innovador a lo largo de los años: el Programa de Desarrollo Comunitario para la Paz (DECOPAZ) en Guatemala; el Programa de Atención a Grupos Vulnerables (PAGV) en Argentina; el Programa Comunidad Solidaria en Brasil; y el Programa de Acceso a la Justicia y Sociedad Civil en Bolivia, por mencionar solamente algunos. En Brasil también destacan las experiencias de ‘Presupuesto Participativo’ implementadas por primera vez en diversas prefeituras que han impulsado la creación de concejos municipales en los que representantes elegidos por la población deciden los principales proyectos de inversión.
Ya sabemos el camino que hemos recorrido. Ahora tenemos que decidir juntos como proceder hacia adelante. La Región necesita avances palpables que den respuestas efectivas a las mayorías. Estos solo se lograrán a través del trabajo conjunto entre estamentos públicos, privados y ciudadanos para romper con la fragmentación social y consolidar la tendencia reciente de expansión económica. El Banco y la sociedad civil están comprometidos con la región, y es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.
Trabajar juntos supone aceptar y compartir responsabilidad. El Banco, por su parte, está realizando nuevos esfuerzos para actualizar sus conocimientos y capacidades, acercarse más a sus países miembros y responder mejor a las necesidades de ellos, mejorar y hacer más transparentes sus procesos y procedimientos, y en definitiva, adaptarse a un entorno de rápida evolución.
Estos cambios incluyen crear mejores espacios para que la sociedad civil pueda articularse con nuestras actividades. En las últimas semanas el Directorio del Banco aprobó una nueva política ambiental que recoge las mejores prácticas internacionales y se ajusta a las realidades de este nuevo siglo. Así mismo, está en proceso de aprobación una política sobre un tema fundamental, como es el del desarrollo de los pueblos indígenas. Además, estamos en una etapa avanzada de la revisión del mecanismo independiente de investigación, el cual fue consultado con la sociedad civil antes de presentar la propuesta final al Directorio.
El Banco también está haciendo un esfuerzo importante en materia de transparencia y lucha contra la corrupción. Para consolidar una política de cero tolerancia ante la corrupción, estamos implementando mejores prácticas en términos de accountability o responsabilidad y transparencia tanto en nuestros procesos y procedimientos internos, como en los de nuestros proyectos. Se ha implementado un nuevo Código de Ética para el Directorio y próximamente se presentará un nuevo Código para todo el personal del Banco. Estos vienen acompañados de capacitación en la materia para los funcionarios. Así mismo, estamos estrechando los lazos con otras entidades multilaterales para hacer un frente común contra la corrupción e implantando mejores estándares y mecanismos en los procesos de contratación y adquisiciones de los proyectos que el Banco patrocina. Simultáneamente, estamos apoyando con recursos y conocimiento el fortalecimiento de entidades públicas y privadas que velen por entornos más transparentes e idóneos en los países miembros del Banco.
En el Banco abrigamos la esperanza de que la relación con la sociedad civil se siga profundizando en el futuro. Nuestra región y sus habitantes lo necesitan, y ciertamente, esta reunión es una manifestación del compromiso mutuo en este sentido. El Banco seguirá acompañando a la Región con nuevas ideas e instrumentos que la ayuden a afrontar sus principales desafíos. Pero para que nuestro propósito común de propiciar el desarrollo sostenible y con equidad se haga realidad, el concurso activo de la sociedad civil es requisito fundamental.
Aunque es mi primera participación en una reunión de este tipo, como Presidente del BID deseo reiterar mi compromiso de mantener este espacio de diálogo, tan útil para la labor del Banco. La Sociedad Civil es una parte esencial de los procesos de definición, diseño e implementación de nuestros programas y proyectos. Por lo cual una de las iniciativas de mi administracion será establecer Consejos Asesores de la Sociedad Civil en todas las Representaciones del Banco en América Latina y el Caribe, y fortalecer los CASC en los paises que ya los tienen. Queremos explorar continuamente nuevas formas de involucramiento de la Sociedad Civil en las actividades del Banco.
Esperamos mucho de ustedes; a cambio ustedes pueden contar con nosotros. Muchas gracias.