Los emigrantes ecuatorianos enviaron a su país el año pasado US$1.575 millones, cantidad superior a los ingresos que se obtienen por las exportaciones o por el turismo y que representa un 8% del producto interno bruto de Ecuador. Sin embargo, de esa cantidad cerca de 80 millones de dólares se quedaron en el camino debido a los costos de transacción de miles de remesas de pequeño monto. De haber realizado esas transferencias a través de instituciones bancarias formales —en lugar de operadores no bancarios— millones de ecuatorianos podrían haberse beneficiado de menores costos, un mayor ahorro y la posibilidad de obtener beneficios bancarios, como pequeños créditos para vivienda y otros servicios.
Como parte de una iniciativa para reducir los costos de las remesas, concienciar a la sociedad sobre su potencial, lograr mayor transparencia y eficacia en esa área y mejorar sus entornos regulatorios, el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) ha celebrado este mes una mesa redonda en Quito, Ecuador, en la que se expusieron los resultados de las últimas investigaciones sobre el mundo de las remesas en Ecuador y en la región andina.
En parte debido a las crisis de Ecuador, Colombia, Bolivia y Venezuela, la región andina es un mercado de remesas en crecimiento con un total de US$5.000 millones en el 2002. Según un estudio presentado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los cargos explícitos de transmisión, más la sobrevaluación cambiaria —que no afecta a Ecuador debido a la dolarización— pueden llegar a sumar casi un 10 por ciento de cada remesa, como es el caso de Venezuela y Bolivia.
Las remesas en Ecuador
Conocer quién decide el sistema de envío y qué fin se le da a ese dinero es información clave para diseñar acciones que lleven a un mejor uso de las remesas. La consultora Bendixen & Associates, contratada por el Fomin, presentó los resultados de una encuesta realizada en Ecuador que reveló, entre otros, los siguientes datos:
· Casi un millón de personas recibe remesas del extranjero, provenientes principalmente de España (44 por ciento) y de Estados Unidos (38 por ciento).
· Los receptores son mayoritariamente mujeres con un nivel educativo superior a la media ecuatoriana.
· El 61 por ciento de la cantidad recibida se destina a gastos diarios.
· El 22 por ciento se destina a inversiones a largo plazo.
· El 17 por ciento se usa para gastos superfluos o lujos.
· El 80 por ciento de los receptores deciden cómo se gasta ese dinero, pero quien envía decide el medio de remisión.
· El 83 por ciento de los encuestados está de acuerdo con el hecho de que una de las principales razones por las cuales la gente emigra es para poder mandar dinero a sus familias.
“Con US$32.000 millones de dólares en el año 2002, América Latina acapara el 30 por ciento del mercado de las remesas del mundo”, expuso Don Terry, gerente del Fomin. “La comunidad emigrante procedente de la región andina es un agente fundamental para el desarrollo económico y social de la misma. Es importante que el sector bancario entienda que el emigrante es un cliente de gran potencial de crecimiento y con una elevada propensión al ahorro”. Por su parte, el subsecretario de Relaciones Multilaterales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador, Roberto Ponce Alvarado, resaltó la gran paradoja de que “sean los ecuatorianos más pobres quienes estén financiando la recuperación del país mientras otras cuentas en bancos externos permanecen ajenas a este proceso”.
Propuestas
Algunas de las políticas que se propusieron en Quito incluyeron:
· La incorporación al sistema bancario de la comunidad inmigrante.
· La regularización del estatus legal de los inmigrantes en el país de residencia.
· La mejora de la estructura financiera del mercado de remesas que incluya servicios como las tarjetas de cajero automático.
· La creación de cuentas para educación o vivienda, alianzas con cooperativas y bancos nacionales.
· El establecimiento de bancos en el país de residencia de los inmigrantes.
El Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), un fondo autónomo administrado por el Banco Interamericano de Desarrollo promueve por medio de donaciones e inversiones el desarrollo del sector privado en América Latina y el Caribe.