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Llevarse bien es más rentable

Era tan sólo una fotografía, pero Alba Rivera la hacía circular con orgullo. En el retrato aparecían ella y alcalde de Puerto Cabezas como dos viejos amigos.

Pero no siempre había sido así.

"Nos solíamos pelear", dijo Rivera, coordinadora del gobierno de la región norte de la Costa Atlántica de Nicaragua, con centro administrativo en la ciudad de Puerto Cabezas. "¡Menudos altercados! ¡Qué celos! Yo le tenía celos a él, y él a mí. Yo quería que todos los proyectos fueran para mí, así la gente podía decir: ‘Doña Alba lo ha hecho’. Él quería que dijeran que lo había hecho el alcalde".

"Pero eso era en el pasado. Hoy trabajamos juntos en cada proyecto, en cada programa. Siempre que uno de nosotros recibe dinero le da algo al otro".

En una región con un pasado conflictivo de guerra, revueltas civiles y constante violencia, y donde prácticamente todo se politizaba, el cruzar barreras ideológicas para estrechar la mano del adversario es un gran paso adelante.

Este tipo de acercamiento resulta también vital para el éxito de un programa del BID cuyo fin es fortalecer las administraciones locales de la Costa Atlántica para que puedan dirigir y controlar el proceso de desarrollo de sus propias jurisdicciones. (Para ampliar información sobre el programa del BID, ver el enlace a la derecha). De hecho, Rivera se dio prisa para elogiar al BID, y especialmente a Hans Gatz, especialista del Banco que la acompañaba en aquella ocasión, por su ayuda en acercar a las dos partes. "El BID no actúa sólo como mediador, también nos hace conscientes de la necesidad de llevar adelante este diálogo", comentó Rivera.

Alba es una persona reservada, sin los aires que uno anticiparía en un líder político. Pero muy pocas veces las cosas son lo que parecen en esta Costa Atlántica de Nicaragua. Hace algunos años, Rivera resolvió una situación muy tensa de entrega de armas por parte de los últimos rebeldes de la región. "Como mujer, fue muy difícil para mí", comentó Rivera. Pero ella tenía dos ventajas clave: primero, es nativa de la zona. Y segundo, era una antigua maestra y muchos de los rebeldes habían sido sus alumnos.

Rivera habló con orgullo de los logros de las autoridades locales. Hace dos años, dijo, Puerto Cabezas era una ciudad de calles sucias, hoy hay 20 calles asfaltadas. Pero queda mucho más por hacer: "Tenemos cientos de problemas", comentó, "Necesitamos tanto. Podría hacerle una larga lista, como si fuera para Santa Claus".

Un problema reside en la mentalidad de la gente. "Quieren que se les regalen las cosas", dijo, "Si necesitan un vehículo, esperan a que el gobierno les entregue uno. Después, ahí se queda, nuevecito, sin tocar, hasta que el gobierno les proporciona la gasolina también".

Otro problema es el impacto de los recientes desastres, naturales o provocados por el hombre. Durante la guerra civil, dijo, la gente perdió practicamente la costumbre de plantar cosechas. Tan sólo ahora vuelven a la agricultura, comentó. En la ciudad norteña de Waspam, en la ribera de un río, los agricultores cosecharon 40.000 quintales de frijoles en la temporada pasada, una estupenda cosecha. Pero les queda todavía mucho camino por recorrer. "Incluso la col hay que traerla de Managua", dijo. "Y los tomates. Los bananos vienen desde Costa Rica. Antes lo plantábamos todo aquí".

Se necesitan especialistas. Adonde quiera que dirija su mirada observa problemas que sus contrapartidas en países más desarrollados sólo podrían imaginar. Como ex maestra, cree que la educación es el camino para que muchos de estos problemas se resuelvan. Un ejemplo es la creciente presión sobre los recursos naturales.

Tal es el caso de las tortugas marinas, una fuente básica de carne para consumo humano, pero que corren un serio peligro de desaparecer debido a una caza excesiva, indiscriminada y sin control. Esta especie necesita ser protegida, y los pescadores necesitarían capacitación para aprender nuevos métodos de ganarse la vida.

Pero el papel del gobierno es aún más crucial. Las autoridades locales, en estrecha colaboración con los ciudadanos, necesitan aprender a planificar el desarrollo formulando prioridades, dirigiendo proyectos y facilitando servicios, según Rivera. Ella espera que el nuevo programa financiado por el BID se convierta en un punto de partida decisivo para la región.

La mayor contribución del programa consistirá en facilitar a los funcionarios locales los conocimientos necesarios para cumplir su misión. Parte importante de esta tarea será el trabajo con las comunidades, y en este punto Alba enfatizó la importancia de capacitar a miembros de grupos cívicos y a líderes indígenas. Ella también desearía ver un estrechamiento de los lazos entre las administraciones locales y los organismos no gubernamentales que trabajan en la zona. Porque, mientras algunas ONG hacen un buen trabajo, en la mayoria de los casos, el resultado de sus esfuerzos se ve disminuido por la falta de coordinación.

Mientras hablaba, equipos de construcción daban los últimos toques a un nuevo edificio resplandeciente que albergará al gobierno regional. "Vamos a traer a los líderes comunitarios aquí, a los jefes, a los jueces, a los ancianos. Aquí recibirán capacitación y luego podrán volver a sus comunidades para enseñar a otros", dijo.

Hans Gatz se unió a la conversación mientras revisaba un montón de papeles. "Lo más importante aquí es crear enlaces entre los distintos niveles de la administración, y también entre los diferentes niveles en la sociedad. Nuestro trabajo será alentar una nueva forma de pensar sobre la política".

La Costa Atlántica ha pasado por muchos trances: guerras, desastres naturales, abandono, explotación. Ahora se le presenta la oportunidad de crear un mejor futuro basado en la buena gobernabilidad y en las instituciones democráticas.

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