No hace mucho, José López Hernández, miembro de la comunidad indígena Oxlajuj No'j, utilizaba su hacha para cortar árboles en la ciudad de Santa María de Jesús en el corazón de Guatemala.
Sin embargo, esa práctica cambió después de que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con financiación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), se embarcara en un proyecto para revivir las tradiciones y la cultura indígenas.
"Antes de este proyecto, no entendía la importancia de la madre naturaleza y el medio ambiente", dijo Hernández, de 30 años de edad. "Miraba un árbol cualquiera y podía cortarlo sin pensar".
Hoy Hernández es un líder de su comunidad indígena y está trabajando con otras 600 familias los fines de semana y después del trabajo para sembrar hasta 60.000 nuevos árboles para finales de año. Todos los árboles crecen mediante el uso de varios métodos orgánicos tradicionales que han vuelto a revivir gracias al proyecto.
El proyecto BID-FMAM, que se ha realizado en coordinación con el Banco Mundial, está fortaleciendo la capacidad de las comunidades indígenas de Centroamérica para proteger y gestionar sus recursos naturales y culturales, así como para propiciar la recuperación y promoción de los valores culturales positivos y el uso tradicional de la tierra.
"Voy a trabajar en esto hasta que Dios me lo permita", dijo Hernández. "La idea es dejar algo para nuestro hijos y nietos".
El proyecto forma parte de los esfuerzos de siete gobiernos de Centroamérica que se encuentran en marcha para ayudar a reducir la pobreza en las comunidades rurales, protegiendo y promoviendo el desarrollo sostenible del Corredor Biológico Mesoamericano. Los pueblos indígenas habitan cerca de un tercio de la superficie de los siete países centroamericanos, un área aproximadamente del tamaño de Uruguay. Ochenta por ciento de esta zona está cubierta por bosques y el 23 por ciento de ese territorio se superpone con áreas existentes actualmente protegidas.
El proyecto es innovador porque está apoyando el uso cultural y tradicional de las tierras de las comunidades indígenas como una forma de prevenir la degradación de las tierras y facilitar, al mismo tiempo, la conservación de los enormes recursos de biodiversidad de la región, y que se encuentran cada vez más en peligro de extinción. El programa utiliza una metodología especial desarrollada por el BID y la Escuela Técnica Superior de Lausana, Suiza, referida al análisis del uso cultural de la tierra.
"Esto es completamente diferente a lo que se solía hacer", dijo Carlos Perafan, líder del equipo del proyecto del BID. "En el pasado, los técnicos le decían a las comunidades lo que tenían que hacer. En este proyecto, en cambio, estamos aprendiendo de ellos".
Las medidas que se adoptarán estarán basadas en amplias consultas con las comunidades indígenas, que ayudarán a decidir cuándo y de qué manera sus propias tradiciones podrían resultar apropiadas para trabajar la tierra. Una vez que se adopte la decisión, el proyecto trabajará mancomunadamente con ellas para recuperar su cultura y tradiciones en relación al uso de la tierra.
"Este proyecto le ha permitido a las comunidades indígenas a organizarse, y a formular sus propias propuestas de trabajo en base a sus propias experiencias", dijo Carlos Batzin, miembro de una comunidad indígena quiché en el departamento de Totonicapán en Guatemala. "Se les ha permitido decidir por sí mismos lo que deben hacer con su propio territorio".
Una vez que estas comunidades decidan lo que es importante, algunos programas de capacitación especialmente diseñados les ayudarán a revivir sus tradiciones y aprender de nuevo sus viejas costumbres ancestrales vinculadas al cultivo de árboles y del maíz. Además, el proyecto se encuentra apoyando la creación de una red de comunidades indígenas en el Corredor dedicadas a la conservación de la diversidad biológica y el uso sostenible y culturalmente adecuado de la tierra.
El proyecto también promueve el intercambio de sus propios conocimientos tradicionales, experiencias y lecciones aprendidas entre las comunidades indígenas. El proyecto BID-FMAM supone también la promoción de la planificación participativa vinculada al uso de la tierra en las tierras indígenas y las regiones.
Para la comunidad quiché, esto significa tener un plan para lograr un futuro mejor. Después de trabajar estrechamente con el BID y la agencia ejecutora para demarcar sus tierras, aprender sobre sus recursos naturales existentes y las necesidades sociales y económicas de la población, hoy ya están planeando promover actividades de turismo sostenible en su territorio.
"El plan ha unido a nuestra comunidad", dijo Batzin, que está consiguiendo que su comunidad se prepare para iniciar el programa de capacitación en áreas como la replantación de árboles indígenas y la producción de diferentes tipos de semillas de maíz, utilizando para ello métodos semejantes usados por los antepasados de su pueblo. "Queremos promover el turismo cultural en nuestra comunidad. Guatemala es conocida por su naturaleza, pero se presta poca atención a los que ayudan a conservarla".
La promoción del uso cultural y tradicional de la tierra en Centroamérica es uno de los componentes del proyecto "Manejo Integrado de los Ecosistemas en las Comunidades Indígenas", que ha sido financiado por una donación de US$9 millones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y US$2 millones adicionales en fondos de contrapartida. Tanto el BID como el Banco Mundial se encuentran implementando diferentes componentes del proyecto.
El BID, mediante el financiamiento de una donación de US$5 millones del FMAM, se propone impulsar el fortalecimiento cultural e institucional de las comunidades indígenas, así como la promoción del uso de la tierra y la gestión de ecosistemas tradicionales. El Banco Mundial, a través de una donación de US$4 millones del FMAM, está ayudando a estas comunidades a consolidar y a poner en el mercado el suministro regional de productos y servicios ambientales derivados de las prácticas tradicionales del uso de la tierra y evaluar el seguimiento de los resultados del proyecto.
La Asociación Coordinadora Indígena y Campesina de Agroforestería Comunitaria Centroamericana (ACICAFOC) está ejecutando el proyecto, de acuerdo con el consejo Indígena de Centro América (CICA).