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Las complejidades de la desigualdad en América Latina y el Caribe
  • En América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo. El 10% más rico de la población tiene en promedio ingresos 12 veces mayores que el 10% más pobres. El promedio para países desarrollados en la OCDE es de 4 veces. Además, uno de cada cinco habitantes de América Latina y el Caribe es clasificado como pobre.
  • En Colombia, Chile y Uruguay, alrededor del uno por ciento de la población controla entre el 37% y el 40% de la riqueza total, mientras que la mitad más pobre sólo controla una décima parte de la riqueza.
  • El nivel es mucho más alto que el rango de entre 20% y 30% de Europa Occidental y Escandinavia. De hecho, está cerca del 42% de Estados Unidos.
  • Aunque hubo logros entre 1990 y 2014, los avances para revertir la desigualdad se han estancado. Los gobiernos necesitan más y mejor evidencia sobre cómo abordar este problema que tiene diferentes causas e impulsores en cada país de la región.
  • El Banco Interamericano de Desarrollo se ha asociado con la London School of Economics, la Universidad de Yale, Institute for Fiscal Studies y académicos de más de una docena de destacadas universidades para lanzar un exhaustivo replanteamiento del problema de la desigualdad en América Latina, mediante revisiones críticas de la literatura, nuevos datos y nuevos análisis.
  • Los trabajos publicados por este proyecto demuestran que la desigualdad no es ni tan predecible ni tan estática como se ha creído:
    • La región alberga países con una desigualdad de ingresos extremadamente alta, como Brasil, Colombia, Guatemala, Panamá y Honduras.
    • Pero también incluye a Bolivia, República Dominicana, El Salvador y Uruguay, donde las brechas de ingresos son similares a las de Estados Unidos.
  • La desigualdad ha fluctuado a lo largo del tiempo. En la mayoría de los países aumentó rápidamente en la década de 1970, alcanzó su punto máximo en la década de 1990 y luego comenzó a disminuir gradualmente. La desigualdad en la región es hoy menor que hace tres décadas, pero se estancó desde 2014.
  • Entre 1980 y 2010, Brasil, Bolivia, Chile y Perú lograron reducir significativamente la desigualdad, aunque sus niveles siguen siendo altos. En Costa Rica, la desigualdad ha aumentado de forma persistente durante el mismo período.
  • Estos nuevos estudios también indican que, en la región, la desigualdad de riqueza parece ser más profunda que la desigualdad de ingresos.
  • Muchos hogares de bajos ingresos tienen en realidad un patrimonio neto negativo, porque sus pasivos son superiores al valor de su vivienda, vehículos y otros activos.
  • También estamos encontrando nueva evidencia de que la desigualdad se transmite de una generación a la otra.
  • Un estudio muestra que entre el 44% (Argentina) y el 63% (Guatemala) de la actual desigualdad de ingresos se explica por factores "heredados".
  • Nacer en un barrio de bajos ingresos, pertenecer a una minoría étnica y tener padres con escolaridad limitada u ocupaciones mal pagadas contribuyen a la desigualdad "heredada".
  • Nueva evidencia demuestra que la geografía importa. Aunque la mayoría de la población de la región vive en ciudades, este estudio de nueve países muestra que la dinámica rural explica entre el 11% (Uruguay) y el 58% (Bolivia) de la desigualdad total de ingresos.
  • Ello no sólo se debe a las grandes brechas entre los ingresos rurales y urbanos, sino más bien a las pronunciadas diferencias entre los agricultores de baja y alta productividad.
  • Esta comprensión más rica y estratificada de la desigualdad debería permitir a los gobiernos abandonar algunas políticas, perfeccionar otras, y probar enfoques completamente nuevos que se adapten mejor a las necesidades específicas.
  • Varios estudios de este proyecto empiezan a considerar cuáles podrían ser estas oportunidades en sectores específicos:
    • En salud, un nuevo análisis explora cómo las diferencias en el uso de la atención médica y los resultados de salud están relacionadas con que las personas participen en subsistemas de atención médica contributivos o no contributivos.
    • En educación, este estudio analiza cómo las diferencias en cantidad y calidad de la escolarización interactúan con otras formas de desigualdad, como los ingresos y los resultados del mercado laboral.
    • Las pensiones serán un factor de mitigación de la desigualdad cada vez más importante, a medida que la región envejezca en los próximos años. Dado que la mayoría de los sistemas de pensiones están subsidiados, este documento examina hasta qué punto los subsidios tienden a ser regresivos, beneficiando más a los receptores de altos ingresos que a los de bajos ingresos. También demuestra cómo los sistemas de pensiones no contributivas, si están bien orientados, pueden mejorar las propiedades redistributivas de los sistemas de pensiones.
    • La asistencia escolar de los niños y la participación de las mujeres en el mercado laboral son también factores clave de desigualdad. Este documento utiliza datos de 25 países para estudiar cómo las cambiantes estructuras familiares afectan a la asistencia y el rendimiento escolar de los niños y a la capacidad de las mujeres para incorporarse al mercado laboral.
    • La rotación de trabajadores también puede tener implicaciones para la desigualdad salarial. Este estudio documenta una tasa de crecimiento salarial anual positiva más alta para quienes cambian de empleo en comparación con quienes se quedan, y muestra que los trabajadores más jóvenes se benefician relativamente más de los efectos positivos de los cambios de trabajo. También indica que las separaciones totales del empleo y las transiciones del empleo formal al informal suceden con mayor frecuencia entre las personas jóvenes y poco calificadas.

 

POLÍTICAS QUE PUEDEN AUMENTAR LOS IMPACTOS POSITIVOS

  • La desigualdad en América Latina y el Caribe, no sólo es inaceptablemente alta, sino que responde a factores que pueden hacerla más o menos "hereditaria". Para llegar a las raíces de este problema, los gobiernos deben abandonar viejos supuestos y aplicar los conocimientos más recientes.
  • Por ejemplo, los países que tienen muchos trabajadores con contratos informales necesitarían un conjunto diferente de políticas para sus sistemas fiscales y de pensiones.
  • Las estrategias tradicionales, como ampliar y mejorar la calidad de la educación y ofrecer ayudas monetarias a los hogares de bajos ingresos, pueden ser eficaces, pero no suficientes. Los gobiernos deben promover un crecimiento económico capaz de generar más empleos productivos (y formales) y adoptar políticas fiscales más inteligentes y adaptables.
Contacto de Prensa

Bachelet,Pablo A.

Bachelet,Pablo A.
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