Estudios recientes sobre la inequidad, la falta de educación y otros factores sobre la pobreza fueron presentados y analizados recientemente en un seminario del BID con el objetivo de mejorar los diseños de las políticas sociales en la lucha contra la pobreza.
La distribución del ingreso es un problema en toda América Latina, pero particularmente en Brasil, donde los ingresos del 10 por ciento de la población más rica igualan los ingresos del 90 por ciento restante. Se sabe muy bien que la pobreza es sensible a la inequidad, pero Carlos Alberto Herrán, investigador del BID, indica que en Brasil el 40 por ciento de inequidad se relaciona con la falta de educación.
"La educación es la herramienta más poderosa para que los niños y jóvenes pobres salgan de la pobreza", coincidió Ricardo Paes de Barros del Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada (IPEA).
En Brasil la mayoría de los pobres son descendientes de africanos, indígenas, hijos de padres sin educación, padres de hijos menores de seis años o quienes viven en el noreste del país.
La falta de educación, dice Herrán, se da en todos los grupos vulnerables. La mayoría de los pobres brasileños de desendencia africana no tiene educación básica, por ejemplo, y más de la mitad de adultos pobres no tiene más de cuatro años de educación. “La educación es el factor principal para reducir la desigualdad revelada por los mercados laborales”, señala Herrán.
La educación es, por lo tanto, esencial para disminuir la desigualdad, concordaron los expertos, y esta a su vez ayuda a reducir la pobreza.
Se sabe que el crecimiento económico es un factor esencial en la reducción de la pobreza, pero los expertos señalaron que se puede reducir la pobreza más rápidamente con una política social que combine crecimiento económico modesto con programas también moderados dereducción de desigualdad.
Actualmente las políticas sociales en Brasil benefician preferentemente a niños y ancianos, sin enfocarse en los adultos. Francisco Ferreira, experto del Banco Mundial, señaló la importancia de tener políticas sociales que estimulen la productividad laboral, y Paes de Barros sugirió invertir en la población adulta pobre que necesita de educación y capacitación, a fin de aumentar la productividad laboral y la competitividad.
Según Paes de Barros, Brasil tiene que escoger entre dos tipos de políticas: la “privada” y la “entrometida”. Una política que respalda la privacidad de las condiciones de vida del pobre básicamente busca cumplir con los beneficios mínimos universales para ellos, pero no los incentiva a salir de la pobreza. Sin embargo, una política “entrometida” identifica las necesidades más apremiantes y específicas de un hogar pobre, para luego satisfacerlas de acuerdo a las características de cada uno, y requiere que los pobres cumplan con ciertos requisitos para recibir los beneficios de la ayuda.
Una política “privada” no sería viable en Brasil o en cualquier país con recursos limitados, añadió Paes de Barros. Pero la política “entrometida” ya forma parte de la estrategia para reducir la pobreza en países como Chile y México. Brasil cuenta con los recursos para reducir la pobreza, concordaron los expertos, pero para atender exitosamente a los pobres, el país tiene que escoger la política correcta y asignar mejor sus recursos.