NUEVA ORLEANS -- Luego de cosechar éxitos macroeconómicos con sus reformas estructurales durante la década pasada, es hora de que América Latina reexamine sus políticas para asegurar un mayor crecimiento y una mayor equidad social, afirmó hoy el presidente del BID, Enrique V. Iglesias.
Al inaugurar el seminario Macroeconomía con Responsabilidad Social, celebrado en vísperas de la Reunión Anual de la Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo, Iglesias instó a la región a evaluar los resultados de sus políticas económicas para adecuarlas a sus objetivos sociales como la reducción de la pobreza y la desigualdad.
"Debemos ir hacia una política económica con responsabilidad social y, al mismo tiempo, hacia una política social con responsabilidad económica", dijo Iglesias. Así como la estabilidad es la base indispensable para lograr el crecimiento económico, la región debe tomar especialmente en cuenta a los 180 millones de habitantes que siguen sumidos en la pobreza.
De particular importancia resulta el manejo de las crisis económicas, que en América Latina se han caracterizado por golpear a los grupos más vulnerables de su población. Por ello, la región debería aprovechar su reciente recuperación para implementar medidas que puedan extender los beneficios del desarrollo a sus mayorías populares, y que al mismo tiempo consoliden su estabilidad económica y política.
Tales medidas no estarían reñidas con la disciplina fiscal, dado que los países suelen dedicar importantes porciones de sus presupuestos al gasto social. El principal escollo sería la falta de instrumentos adecuados para canalizar la ayuda rápida y acertadamente a quienes más la precisan y en los momentos de mayor necesidad.
Durante el seminario organizado por la Unidad Asesora sobre Pobreza y Desigualdad del BID, dirigentes de gobierno, funcionarios de organismos internacionales y destacados académicos expusieron sobre las experiencias y los resultados de los ajustes económicos de los años ochenta y noventa en América Latina y propusieron diversas alternativas para amortiguar el costo social de esas medidas de austeridad. En los debates que suscitaron sus presentaciones participaron representantes de organizaciones laborales, cívicas y empresariales.
En una conferencia magistral que cerró el seminario, el ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus, afirmó que la región está comenzando a esbozar los fundamentos de "un nuevo paradigma económico".
Camdessus mencionó los ejemplos de Colombia y México, países que se han esforzado por fortalecer y perfeccionar sus programas sociales tales como las redes de seguridad social, los fondos de inversión social y los fondos de estabilización de precios para aliviar los costos sociales y económicos de los ajustes forzados tanto por condiciones internas como las de origen externo.
"La estabilidad sola no basta, el crecimiento modesto con estabilidad no basta. Lo que todos están buscando es el crecimiento de alta calidad, es la capacidad de respuesta social en un marco de crecimiento sostenible", afirmó.
Al igual que Iglesias, el ex titular del FMI dijo que los países de la región enfrentan el desafío de cambiar el enfoque de sus políticas económicas para incluir a las políticas de equidad social en el centro de la toma de decisiones.
Varios gobiernos están dando pasos en esa dirección. Según Camdessus, las políticas de más exitosas tienen varios rasgos en común: defienden la estabilidad macroeconómica, favorecen el libre funcionamiento y la apertura de los mercados para alentar el crecimiento liderado por el sector privado, colocan al desarrollo humano y al alivio de la pobreza como piezas centrales de su estrategia, se esfuerzan por consolidar sus instituciones públicas y sus marcos legales y regulatorios e implementan mecanismos de protección social para tiempos de crisis.
Un aspecto fundamental en el cual fallaron las políticas de la década pasada es que no lograron arreglar el problema de la distribución del ingreso. América Latina sigue siendo la región con la mayor desigualdad entre ricos y pobres en el mundo.
Camdessus señaló que, más allá de que aún persista un debate sobre las consecuencias económicas ulteriores de ese fenómeno, no hay razón para que la región se quede de brazos cruzados. "La palabra R, por la redistribución, no debe seguir siendo tabú", afirmó.
Por su parte, el secretario de Hacienda de México, José Angel Gurría, declaró en su presentación ante el seminario que no puede haber una opción entre la eficiencia económica y la eficiencia social, sino que ambas son un imperativo ético, económico y político.
"No es una opción, sino una obligación. Es el mandato último de las democracias", afirmó Gurría, cuyo país ha enfrentado reiteradas crisis en su historia reciente. "Cualquier estrategia macroeconómica que no tenga en cuenta lo social no será exitosa".
Gurría señaló que, aunque parezca una verdad de Perogrullo, una de las principales tareas de los gobiernos debe ser evitar las crisis económicas. Entre tanto, las políticas sociales deben ocuparse tanto de abrir oportunidades para el progreso de los pobres como de aliviar sus penurias. "Se tienen que hacer las dos cosas: enseñar a pescar y dar el pescado", dijo.
El ministro mexicano expuso como ejemplo de eficiencia social a Progresa, un programa estatal que hoy ofrece alimento a unos 14 millones de personas indigentes. Hasta hace unos años, México subsidiaba el precio de la tortilla, alimento básico de la dieta popular mexicana. Sin embargo, el subsidio regía para todos, ricos y pobres.
El gobierno resolvió eliminar gradualmente ese subsidio y reemplazarlo con un programa dirigido a la gente más necesitada. Hoy puede dedicar más recursos no sólo a la alimentación de los indigentes sino en subsidios para que mantengan a sus hijos en la escuela, fórmula indispensable para evitar la transmisión de la pobreza de generación a generación.
El día previo al seminario, se celebró en Nueva Orleans el primer encuentro del Foro de Equidad Social, una iniciativa lanzada por el BID para congregar a gestores de políticas, académicos, dirigentes sociales, laborales y empresariales para analizar cómo promover la equidad mediante reformas económicas y sociales.
El foro, presidido por el subdirector gerente del FMI y ex ministro de Hacienda de Chile, Eduardo Aninat, se propone estudiar el impacto de las reformas económicas de las décadas recientes en el plano social para destilar lecciones de sus aciertos y sus errores.
En ese sentido, Nora Lustig, jefa de la Unidad Asesora sobre Pobreza y Desigualdad del BID y una de las coordinadoras del Foro de Equidad Social, afirmó que América Latina debería aprovechar su creciente estabilidad para comenzar a desarrollar medidas contracíclicas para amortiguar el impacto de las crisis económicas.