Peter Piot ocupa el cargo de director ejecutivo de ONUSIDA desde su fundación en 1994, así como el de asistente del Secretario General de las Naciones Unidas. Su puesto anterior fue el de director asociado para el Programa Mundial de SIDA de la Organización Mundial de la Salud. De 1980 a 1992, ocupó la cátedra de Microbiología y gerenció el Departamento de Enfermedades Inmunoinfecciosas en el Instituto de Medicina Tropical de Amberes, en Bélgica.
De nacionalidad belga, Piot ocupó diversos cargos docentes en las universidades de su país. Su hoja de servicios incluye numerosos premios a su carrera como investigador científico, el prestigio de haber descubierto —junto con su equipo— el virus Ebola y el haber participado en los trabajos preparatorios a la identificación del virus del SIDA, cuando la enfermedad se encontraba aún en sus comienzos. Ha publicado más de 500 artículos y 15 libros.
BIDAmérica: Tras el lanzamiento de las dos grandes iniciativas de las Naciones Unidas —Compromiso Crisis Mundial-Acción Mundial y el nuevo fondo para el SIDA— se diría que esta epidemia está captando, al fin, la atención y el liderazgo político que tanto necesitaba. ¿Qué perspectiva ve usted en el futuro inmediato?
Piot: A 20 años del comienzo de la epidemia de SIDA, hemos entrado en una fase en la que creo que podemos planificar el futuro con una esperanza razonable de éxito, en lugar de contemplar este fenómeno como una catástrofe que nos pasa por delante sin que podamos hacer nada por evitarla. Y esta nueva etapa ha sido posible porque está emergiendo un tipo de liderazgo político que no se dio en casi ningún país durante estos 20 años.
La Sesión Especial de las Naciones Unidas sobre el SIDA (celebrada en Nueva York del 25 al 27 de junio del 2001) es una buena ilustración de ese punto. Pero también hemos de fijarnos en lo que está ocurriendo en los países. Cuando los primeros ministros caribeños se reunieron el pasado febrero como parte del CARICOM, llevaron a la mesa el debate sobre el SIDA y lanzaron la iniciativa Asociación Pan-Caribeña contra el SIDA. Era un hecho sin precedentes. Demuestra que es un problema que el liderazgo de los países está tomando muy en serio. Ha pasado de ser un tema de investigación médica y de salud para convertirse en algo que atañe a la seguridad nacional, es un obstáculo en el desarrollo de los países que se ha convertido en una de las mayores crisis que ha conocido la humanidad, la mayor epidemia a lo largo de la historia. Así que esto ha sido un gran cambio. Se retrasó veinte años, pero nunca es demasiado tarde
BIDAmérica: Escuchamos y leemos muchas historias sobre el SIDA en África, Asia y otras partes del mundo. Dentro del cuadro global de esta enfermedad ¿Cómo ve usted la situación en América Latina y el Caribe?, ¿Hay una falta de atención sobre este problema en esta región?
Piot: Fuera de África, hay países del Caribe —como Haití y Bahamas— que tienen el porcentaje de infectados por el virus más alto del mundo, y las cifras siguen creciendo dramáticamente. Por suerte ha habido un importante aumento de toma de conciencia y por fin se ha roto el silencio. Estamos tan sólo al comienzo de una respuesta firme, aunque todavía no está a la altura que las circunstancias requerirían. Cuando observo el tipo de participación oficial en la Sesión Especial de la ONU, el Caribe está muy bien representado en términos de jefes de gobierno, casi al mismo nivel que África. En contraste, la participación oficial de América Latina es muy desigual y en su mayoría está representada por ministros o funcionarios de segundo orden.
Y, sin embargo, debido a la droga, al contacto sexual entre hombres, la emigración, la pobreza, la epidemia sigue extendiéndose en esa región, especialmente en Centroamérica. Brasil es la excepción por ser un modelo de respuesta en el campo de la prevención, de la educación y de la lucha por facilitar a los infectados los fármacos adecuados a un precio asequible. Pero, en general, hace falta reforzar la respuesta política al problema.
BIDAmérica: El SIDA ya es parte de la agenda política de muchos países del mundo. ¿Cómo ve usted este aspecto en la clase política de América Latina y el Caribe?
Piot: En la mayor parte de los países de esta región, el problema sigue siendo responsabilidad del ministro de Salud. Por supuesto que se trata de un problema de salud, pero sabemos por experiencia que para que la sociedad se movilice por completo necesitamos el esfuerzo de todos los sectores sociales, necesitamos que la cúpula del poder se sienta involucrada, es importante que el sistema de educación participe, así como el sistema legal, las iglesias, los empresarios. Y esto, con la excepción de Brasil, no está ocurriendo todavía. Este es el trabajo que nos espera en los próximos años. Y creo que ahí es donde el BID puede ayudarnos.
BIDAmérica: El BID realizó en la región una campaña de sensibilización sobre el tema de violencia doméstica contra la mujer. Iba dirigida tanto a los gobernantes como a la población. Se hablaba de un problema social silenciado, como un estigma del que uno se avergüenza. ¿Es el SIDA un caso similar?
Piot: Cuando ocupé este puesto al crearse ONUSIDA hace cinco años, mi objetivo primordial fue sensibilizar al liderazgo político mundial sobre este problema. Empezamos por la región que padecía la situación más grave, África, y ahí están los resultados. Lo que ha de ocurrir es que se rompa el silencio entre los líderes, no sólo gobernantes, sino entre alcaldes, obispos, grandes y pequeños empresarios. Todos ellos deben comprender que el SIDA tiene una repercusión directa en las empresas, en el futuro de la nación, en el futuro de los jóvenes, y que debe ser la prioridad en los próximos años. Aquí es donde veo que el Banco y nosotros podemos trabajar juntos.
BIDAmérica: ¿Hay suficiente información, suficientes datos sobre la epidemia de SIDA en América Latina y el Caribe?
Piot: La documentación sobre VIH está entre la mejor información social que tenemos de la región. Sabemos, por ejemplo, que en el Caribe hay aproximadamente medio millón de personas infectadas. Cada año publicamos cálculos de nuevos VIH. Simplemente, no hemos sabido aprovechar las cifras para alertar y concienciar a la población sobre el SIDA y sus costos económicos y sociales. Se trata de un problema carísimo y el no hacer nada nos llevaría a la ruina. Recientemente, la Universidad de West Indies, junto con ONUSIDA, reveló que el problema del SIDA va a costar a Trinidad y Jamaica un 5 por ciento del PNB (Producto Nacional Bruto). Estamos hablando de cifras importantes que debieran hacer reflexionar a los líderes que piensan que se trata de un problema que afecta a los marginados, que no es su problema. Sí lo es, es un problema de todos.
BIDAmérica: Cuando la gente oiga hablar de este nuevo fondo para el SIDA ¿Qué quiere usted que entiendan? ¿Para qué servirá y quién formará parte de él?
Piot: Dando seguimiento al llamado a la acción hecho por el Secretario General de ONU, Kofi Annan, nos encontramos en el proceso de establecer un Fondo Mundial contra el SIDA. La cruda realidad es que los países en vías de desarrollo necesitan entre 7.000 y 9.000 millones de dólares anuales para poder controlar esta epidemia, para prevenir nuevas infecciones, para ofrecer tratamiento a los enfermos. En la actualidad se están invirtiendo aproximadamente 2.000 millones de dólares al año. Es una diferencia gigantesca y existen muchas maneras de superarla. Una de ellas es crear un fondo mundial, porque creemos que podremos atraer financiamiento de sectores nuevos de la empresa privada y canalizarlo de manera eficiente a nivel comunitario.
¿Dónde estamos? Creo que la situación se esclarecerá en las próximas semanas, o meses. El Fondo sólo saldrá adelante si hay dinero y tenemos que ver qué reacción hay a nivel oficial y privado. Otro apartado trata de poner en marcha los mecanismos necesarios para que esto funcione. En mi opinión, debería ser un fondo en el que la toma de decisión esté lo más cercana posible a la realidad del problema, descentralizada y a nivel de cada país, porque las necesidades variarán de continente a continente y de un país a otro.
Pero el Fondo no debe ser el único mecanismo para combatir el SIDA. Están los préstamos, los gastos domésticos; en muchos países los gobiernos no están invirtiendo suficiente en esta área. Aquí también creo que el BID nos puede ayudar a coordinar diferentes fuentes de ingresos que garanticen que se dispone de los recursos necesarios.
BIDAmérica: Si usted se dirigiera a un líder político de la región para hablarle de esta situación y de su responsabilidad sobre la misma. ¿Qué le aconsejaría?
Piot: El primer punto que tocaría es el de romper el silencio. Si no hay transparencia sobre la epidemia del SIDA, sobre lo que la propaga, que es especialmente el sexo, no hay manera de que ningún país pueda tratar este problema con seriedad. En segundo lugar, le diría que su gobierno tiene que poner recursos suficientes a disposición de quienes están trabajando contra los efectos del flagelo, organismos oficiales y no oficiales, ONG, activistas. Y en tercer lugar, le recomendaría asegurarse de que todos y cada uno de los miembros de su gabinete están totalmente comprometidos en la lucha contra el SIDA y están aportando su contribución no sólo en el área de salud, sino en justicia, educación, trabajo, en todos.
El razonamiento detrás de todo esto es que si no se hace nada, el precio va a ser astronómico, no sólo en el tratamiento de enfermos, sino en costos sociales y, por supuesto, en vidas.
BIDAmérica: Usted ocupa un cargo que le permite tener una vista panorámica del problema. ¿Cuál cree que sería el mejor escenario en América Latina y el Caribe para los próximos años?
Piot: La mejor suposición sería que todos los países de la región reconocieran que el SIDA es parte de las prioridades nacionales; que los líderes gubernamentales, empresariales y eclesiásticos rompan el silencio sobre esta enfermedad y permitan que todos trabajemos juntos para asegurar que el número de infectados descienda.
En la Sesión Especial convocada por la ONU se establecen unos objetivos específicos para cada país. Para mí, uno de los más importantes es disminuir la infección entre los jóvenes. Otro es facilitar tratamiento a los enfermos. Creo que si podemos conseguir estos objetivos las cifras de enfermos descenderán en cinco años. Tenemos que planificar para lograr el éxito. Todavía no hemos descartado el que la epidemia sea mucho mayor. Si actuamos ahora podemos salvar muchas vidas. Cuanto más tarde nos movilicemos, más caro lo vamos a pagar, y muchas más personas, sobre todo jóvenes, lo pagarán con sus vidas.