Hacer negocios en dólares suele ser un riesgo en América Latina. Cuando el precio del dólar sube, las exportadoras locales ven crecer sus ingresos y tratan de producir más. Pero la misma devaluación crea problemas a las empresas endeudadas en dólares, y problemas graves a las que deben dinero en dólares y reciben ingresos en moneda local.
Tener activos en una moneda y pasivos en otra --o descalce monetario-- ha tenido un papel importante en algunas de las recientes crisis financieras latinoamericanas. Sin embargo, son pocos los estudios sobre descalce monetario y sus efectos que basan su análisis en datos tomados directamente de las empresas. Durante un seminario sobre descalce monetario en la sede del BID, el Departamento de Investigación del Banco presentó una nueva base de datos con información detallada sobre la composición de moneda y los plazos de vencimiento de activos y pasivos de más de 2.000 empresas de diez países de América Latina.
Usando la nueva base de datos, los economistas Kevin Cowan y Arturo Galindo indican que hay grandes diferencias en la dolarización de pasivos corporativos en distintos países de la región. A mediados de los 90, una empresa promedio en Argentina, Perú y Uruguay tenía más de la mitad de su deuda denominada en dólares. Las empresas en Brasil, Chile y Colombia, por el contrario, mantenían un porcentaje muy bajo de sus pasivos en dólares.
En los países poco dolarizados en general, Cowan y Galindo constataron que las empresas tienden a igualar la composición monetaria de sus deudas y sus ingresos. En estos países, como Brasil o Chile, las empresas con mayor deuda en dólares son exportadoras o bien operan en el sector transable.
En los países muy dolarizados, en cambio, los niveles de deuda en dólares no varían mucho de un sector a otro de la economía. Esto se traduce en que las empresas con ingresos en moneda local terminan con un descalce monetario peligrosamente grande. Una devaluación hace crecer de un día para otro el valor de la deuda medida en moneda local, lo cual puede traducirse en un grave problema financiero.
Para ilustrar que tan problemático puede ser el descalce monetario, Cowan y Galindo citaron los resultados de estudios de La Red de Investigación financiada por el Banco en seis países, a cargo de equipos de investigación independientes en seis países. En todos los casos, las empresas con grandes descalces monetarios reducen sustancialmente sus niveles de inversión después de una devaluación.
Herman Kamil, investigador de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, quien trabajó con el BID en la recopilación de la base de datos y ha publicado una reseña sobre ella, la información que contiene “es esencial si queremos medir correctamente el nivel de descalce monetario y sus efectos sobre la producción y la inversión”. Añadió que la oportunidad de contar con “una herramienta precisa sobre la exposición en moneda extranjera a nivel microeconómico y a nivel de sectores en varios países es (...) muy importante, porque los efectos de balances negativos en las empresas tienen implicancias en las decisiones de política económica, el diseño de marcos regulatorios adecuados para la dolarización y la discusión sobre el régimen óptimo de tasa de cambio”.
La nueva base de datos facilitará las investigaciones sobre finanzas corporativas, gobernabilidad empresarial y efectos de los balances en las economías emergentes. Contiene información contable que va desde 1990 hasta 2002 en más de 2.000 empresas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú, Uruguay y Venezuela.