El cambio climático puede minar muchos de los avances logrados en la promoción del desarrollo social y económico de América Latina y el Caribe en las últimas décadas. Con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, los gobiernos de la región están diseñando estrategias de adaptación ante diferentes escenarios de cambio climático, aplicando nuevas tecnologías capaces de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y redoblando los esfuerzos para lograr un desarrollo sostenible.
Amenazas a la región
A pesar de las incertidumbres relacionadas con la predicción del impacto del cambio climático en países y regiones específicas, hay un amplio consenso científico sobre que, de seguir aumentando las temperaturas globales, América Latina y el Caribe podría enfrentar algunos de los siguientes escenarios:
- Una significativa reducción en la productividad agrícola en algunas regiones, con efectos adversos sobre la seguridad alimentaria y los ingresos de exportación.
- Una disminución de la calidad, cantidad y disponibilidad del agua para el consumo humano, la agricultura y la generación de energía.
- Un aumento de la intensidad y la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos como huracanes y tormentas tropicales.
- Desastres naturales relacionados con el clima que en la actualidad son responsables de una disminución de 0,6 por ciento del PIB real per cápita en los países afectados.
- La desaparición de glaciares andinos, que afectará a unas 77 millones de personas tan pronto como en 2020, según una estimación reciente del Banco Mundial.
- Inundaciones en zonas costeras por el aumento del nivel del mar.
- La muerte de arrecifes de coral, con altos costos económicos en particular para el Caribe.
- Una pérdida significativa de la biodiversidad por la extinción de especies y la pérdida de servicios ecosistémicos.
- Una sustitución gradual de bosques tropicales por sabanas en la Amazonía, resultando en una pérdida potencial de 20 a 80 por ciento de la selva si se produjera un aumento de 2ºC a 3ºC de temperatura.
Vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en América Latina
El peligro que el cambio climático plantea para América Latina y el Caribe en relación con sus esfuerzos a largo plazo para lograr el desarrollo sostenible hace que la adaptación sea una prioridad esencial para la región. Los sectores prioritarios para las medidas de adaptación son los siguientes:
Agricultura. Un cambio de régimen de lluvias y sequías prolongadas puede provocar que algunas zonas se vuelvan no aptas para los cultivos que se siembran actualmente, obligando por lo tanto a los agricultores a trasladarse, adoptar nuevas prácticas y cultivos o invertir en sistemas de riego. Los pequeños productores que subsisten de la agricultura dependiente de lluvias y que por lo general carecen de acceso a ganado o semillas resistentes a sequías, o que carecen de seguros de cosechas, serán particularmente vulnerables.
Forestal. Para asegurar que los recursos forestales continúen desempeñando un papel preponderante en la regulación de los flujos de agua, reduciendo la erosión y manteniendo la salud de los ecosistemas, se requiere implementar una ambiciosa política de protección forestal y prácticas acordes de sostenibilidad forestal.
Recursos hídricos. Las zonas afectadas por disminuciones en el suministro de agua tendrán que hacer grandes inversiones en la conservación, en sistemas de irrigación eficientes y en la reducción de la demanda. Dado que en la región el consumo de agua tiende al derroche, hay un gran potencial para la adaptación a través de un uso más inteligente de los recursos hídricos.
Energía. Una disminución de las precipitaciones podría reducir los niveles de agua en los embalses de centrales hidroeléctricas, lo que requeriría el desarrollo de nuevas fuentes de energía. Una disminución de las precipitaciones y un aumento de la acidez de los suelos podría reducir la productividad de cultivos utilizados para la producción de biocombustibles tales como la caña de azúcar, que genera más del 40 por ciento del combustible para el transporte en Brasil.
Transporte. Fenómenos como las inundaciones, la erosión, así como mareas y tormentas causadas por fenómenos climáticos extremos podrían requerir grandes inversiones para mejorar la capacidad de adaptación del transporte en carreteras, puertos y ferrocarriles.
Turismo. El cambio climático representa un serio desafío para los países que dependen fuertemente del turismo, como es el caso del Caribe, donde el sector genera 14,8 por ciento de los ingresos. Alguna infraestructura turística puede quedar inutilizable durante períodos considerables como resultado de una mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos y un aumento creciente de los niveles del mar.
Desarrollo Urbano y Vivienda. Estos factores también podrían exigir la reubicación de viviendas y edificios comerciales en zonas costeras, donde están casi 80 por ciento de las áreas urbanas con más de cinco millones de habitantes en América Latina y el Caribe.
El reto y las oportunidades de un crecimiento bajo en carbono
América Latina y el Caribe generan sólo 12 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. No obstante, en comparación con el mundo en su conjunto, América Latina genera más emisiones de estos casos (como porcentaje de las emisiones totales) en dos sectores: cambio en el uso de la tierra (47 por ciento en América Latina y el Caribe, en comparación con 19 por ciento a nivel mundial), como resultado de las emisiones de CO2 derivadas de la deforestación intensiva; y la agricultura (20 por ciento en América Latina, en comparación con 14 por ciento a nivel mundial), principalmente debido al uso ineficiente de fertilizantes y por las emisiones de metano de la ganadería.
Las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la producción de electricidad y calefacción, fabricación, transporte y otras fuentes representan un porcentaje mucho menor de las emisiones totales en América Latina y el Caribe: 28 por ciento en esta región, en comparación con 61 por ciento a nivel mundial. La generación de energía representa en la actualidad una proporción relativamente baja de las emisiones de CO2 en América Latina, debido a que esta región depende en gran medida de la producción hidroeléctrica. Pero en el futuro es probable que la región cambie su matriz hacia el gas natural y el carbón. Esta tendencia —junto con un aumento proyectado de 75 por ciento de las necesidades de energía en América Latina de aquí al 2030— podría impulsar las emisiones energéticas per cápita de la región en 10 por ciento en 2005-2015 y 33 por ciento durante el período 2005-2030, según la Agencia Internacional de Energía.
América Latina tiene excelentes posibilidades para mejorar su matriz energética y la sostenibilidad ambiental. Por un lado, la región tiene un potencial considerable para satisfacer una mayor proporción de sus necesidades energéticas con fuentes de energía renovables. Nuevas centrales hidroeléctricas podrían representar 28 por ciento de la generación total de energía en el 2015 y 36 por ciento en el 2030. La energía eólica ya es una parte de la combinación energética en 11 países de la región. La energía solar a pequeña escala ha demostrado su eficacia en proyectos de electrificación rural. En países como Argentina se están desarrollando con éxito soluciones solares a gran escala. Los costos de la tecnología geotérmica, otrora prohibitivos, se están abaratando. La abundancia de tierra, agua y sol en América Latina y el Caribe ya está convirtiendo a la región en líder mundial en bioenergía. En el 2008, la producción de etanol en Brasil aumentó hasta llegar a 27.000 millones de litros, de 18.000 millones de litros en el 2006.
El considerable potencial de eficiencia energética, aún sin explotar, podría ayudar a reducir la huella de carbono de la región a un costo relativamente bajo. Los programas de eficiencia energética podrían reducir la demanda de energía en el corto plazo, demorar la construcción de mayor capacidad de generación, aumentar la competitividad en el mercado y contener el consumo de hidrocarburos. Según un análisis reciente del BID, las inversiones en eficiencia energética podrían reducir el consumo de energía en América Latina en 10 por ciento durante la próxima década, ahorrando así US$37.000 millones en inversiones diferidas en la generación de nueva energía. El ahorro que se produciría debido sólo al uso más eficiente del alumbrado sería igual a 6 por ciento de los costos totales de generación eléctrica de 2006.
América Latina también tiene un importante potencial para reducir las emisiones en áreas tales como:
- El uso de energía en edificios (mediante iluminación, electrodomésticos y sistemas de calefacción más eficientes, así como mejores materiales de construcción).
- El transporte (mediante el uso de sistemas eficientes de transporte público, tales como los autobuses de tránsito rápido).
- El uso de la energía en la industria (mediante el uso eficiente de motores eléctricos, turbinas para recuperar la energía contenida en los gases de calderas, etc.).
- La agricultura y la ganadería (mediante la captura de metano y la producción de biocombustibles).
- El saneamiento y la gestión de residuos sólidos (mediante mejores prácticas de gestión de residuos para controlar las emisiones de metano y facilitar la co-generación de electricidad).
- Evitar la deforestación (por medio de fuertes medidas de conservación y un uso más efectivo de los mercados de carbono).
El papel del BID en relación con el cambio climático
El BID se ocupa de cuestiones vinculadas al cambio climático con el propósito de ayudar a sus países miembros de América Latina y el Caribe a adoptar medidas de mitigación y adaptación. También lo hace como parte de los esfuerzos de la comunidad mundial para establecer políticas y movilizar nuevas fuentes de financiación. A través de sus diálogos sobre políticas, además del otorgamiento de préstamos basados en políticas vinculadas al cambio climático y la cooperación técnica, el BID también trabaja con organismos financieros nacionales y ministerios de planificación para establecer prioridades nacionales con el fin de emprender acciones y evaluar las necesidades de asistencia financiera y técnica. El BID apoya a clientes públicos y privados en el desarrollo de proyectos de Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), tomando en cuenta los enfoques programáticos, y explorando el uso de los mercados voluntarios.
El Banco también proporciona apoyo técnico a los países para evaluar su vulnerabilidad y la adaptación potencial en áreas clave como la agricultura y el agua. A nivel mundial, el BID se ha asociado con un grupo de bancos multilaterales de desarrollo para promover la creación de un Marco de Inversión de Energía Limpia para aumentar las inversiones en energía renovable y eficiencia energética, reforzar las medidas de adaptación para aumentar la resistencia al cambio climático, asegurar que las operaciones financiadas por bancos multilaterales de desarrollo sean sensibles a las consideraciones del cambio climático y desarrollar enfoques para informar sobre las emisiones de gases de efecto invernadero.
El hecho de participar en los Fondos de Inversión en el Clima ha permitido al BID colaborar con las instituciones participantes y, sobre todo, ha sido un medio para atraer a otras fuentes multilaterales, bilaterales, comerciales, incluida la financiación de carbono y las finanzas nacionales para expandir la cobertura de las inversiones en los países. A través de sus distintas ventanas de los sectores público y privado, el BID apoya los objetivos de los Fondos mediante préstamos de inversión, operaciones de cooperación técnica, donaciones de inversión, productos vinculados al conocimiento y la construcción de capacidades, así como préstamos sobre cambio climático basados en políticas.
Las principales actividades del BID en respuesta al cambio climático incluyen:
Modelando el Cambio Climático
Los formuladores de políticas necesitan información para diseñar programas de adaptación y mitigación que respondan a las necesidades y condiciones locales. A través de un proyecto financiado por el BID, el Centro Nacional de EE.UU. para la Investigación Atmosférica (NCAR, según sus siglas en inglés) está ayudando a América Latina y el Caribe, a sus instituciones y a su personal a desarrollar las habilidades y herramientas necesarias para evaluar los datos climáticos, los modelos de sistemas climáticos y las vulnerabilidades en sus respectivos países. Concebido en tres partes, el proyecto también promoverá la comunicación entre la comunidad científica y los responsables de políticas de gobierno.
Energías Renovables
Desde el 2000, el BID ha financiado más de US$ 2.100 millones en proyectos de energía renovable en América Latina, incluyendo energía hidroeléctrica, eólica y geotérmica, además de mejorar la eficiencia energética de la transmisión eléctrica. La financiación ha sido concedida a los sectores público y privado. Desde el 2005 la Corporación Interamericana de Inversiones (CII) del grupo BID ha financiado más de 10 proyectos de energía renovable, incluyendo energía hidroeléctrica, biocombustibles y metano proveniente de desmontes. Por su parte, el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del Banco ha proporcionado financiación a diversos proyectos de energías renovables y ha invertido en cuatro fondos de capital de riesgo especializados en promover energía limpia.
Eficiencia Energética
Las operaciones del BID vinculadas al sector público están apoyando proyectos de eficiencia energética en Bahamas, Barbados, Chile, Jamaica, México, Perú y República Dominicana con inversiones de más de US$100 millones. A su vez, las operaciones con el sector privado están financiando importantes inversiones destinadas a promover la eficiencia energética en la industria pesada y la agroindustria. El Departamento de Financiamiento Estructurado y Corporativo del BID ha colaborado con el PNUD y el Fondo Mundial para el Medio Ambiente para crear mecanismos de garantía para el desarrollo y estimular las inversiones en eficiencia energética en edificios comerciales en Brasil.
Transporte Sostenible
El BID ha sido pionero en la financiación de los sistemas de autobuses de tránsito rápido en ciudades como Curitiba, Bogotá, Cali, Lima, Quito, Santiago, Río de Janeiro y Sao Paulo. Estos sistemas tienen la capacidad de reducir drásticamente las emisiones relacionadas con el transporte en las ciudades, sobre todo cuando incluyen medidas para promover la transferencia de pasajeros hacia el transporte público, la construcción de carriles para bicicletas y espacios peatonales para el transporte no motorizado, además de sistemas de control de tráfico.
El Fondo Mundial para el Medio Ambiente y el BID
Desde que se convirtió en una agencia ejecutora del FMMA en el 2004, el BID ha aumentado la cantidad de recursos de donación destinados a países prestatarios con el propósito de mejorar su capacidad de mantener y generar bienes ambientales globales. La actual cartera BID/FMMA asciende a US$106 millones en proyectos, algunos de los cuales han sido reconocidos por sus prácticas óptimas y también por sus diseños innovadores. Los proyectos de mitigación de cambio climático representan 29 por ciento de la cartera total.
Limitando el impacto climático en los proyectos del BID
El BID ha iniciado un proceso sin precedentes para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero en los proyectos que financia mediante la emisión de un conjunto de directrices para las plantas generadoras alimentadas a carbón. Las nuevas directrices son las primeras de una serie que establecerá límites claros y aplicará normas coherentes y criterios determinados para determinar los impactos climáticos permisibles de los proyectos financiados por el BID. Las áreas a incluir serán las manufacturas, la agricultura y las industrias petrolera y de gas. El Banco decidió adoptar límites específicos de emisión —en lugar de un parámetro más general— con el propósito de proporcionar claridad y ofrecer criterios transparentes a los gobiernos e inversores que buscan financiamiento por parte del BID. Es probable que estos límites se incrementen en la medida en que se haga disponible una nueva tecnología que permita a todo tipo de plantas generadoras operar con un menor impacto climático.
Energía Sostenible y Cambio Climático
Un detonador clave para promover la participación del BID en la agenda de cambio climático fue la aprobación de la Iniciativa de Energía Sostenible y Cambio Climático (SECCI, según sus siglas en inglés) en marzo del 2007. Entre los objetivos de SECCI figuran fomentar las fuentes de energía renovables, al igual que las tecnologías y prácticas de eficiencia energética y la financiación de carbono, así como la promoción y financiamiento de estrategias de adaptación al cambio climático que tengan como propósito la reducción de la vulnerabilidad climática de la región. Las principales fuentes de financiación para estas actividades son el Fondo SECCI-BID y el Fondo SECCI-Donantes Múltiples. Un total de 63 operaciones de cooperación técnica han sido aprobadas desde el 2007 en el marco de los dos fondos SECCI, por un total de US$35,1 millones. Véanse los detalles en www.iadb.org/secci.
Tarjeta de Puntuación de Biocombustibles
A fin de garantizar que los biocombustibles no contribuyan a crear problemas ambientales y que se reduzca la seguridad alimentaria restando tierras a la producción de alimentos, el BID creó una Tarjeta de Evaluación de Sostenibilidad de Biocombustibles que se utiliza para evaluar proyectos. La tarjeta de puntuación aborda 23 temas ambientales y sociales claves, como la seguridad alimentaria, las emisiones de gases de efecto invernadero, la gestión del agua, cambio de uso de la tierra, la biodiversidad, y la reducción de la pobreza. Más allá de su valor para proyectos individuales, el sistema de puntuación aumentará el conocimiento sobre la relación entre la producción de biocombustibles y los cambios en el uso de la tierra y para comparar la cadena de combustible de las emisiones actuales de gases de efecto invernadero y posibles futuros sistemas de biocombustibles.
Plan de Inversiones de México
México fue el primer país en presentar un plan de inversiones al Fondo de Tecnología Limpia (FTL) de los Fondos de Inversión en el Clima (FIC). El plan fue preparado conjuntamente por el BID, el Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional. La propuesta determina cómo deben usarse US$500 millones de financiamiento concesional del FTL para apalancar una inversión de US$6.200 millones en México. El BID está accediendo a US$200 millones para programas destinados a energía renovable y eficiencia energética en los sectores público y privado. Estos programas se basan en el financiamiento existente y en la asistencia técnica concedida a México, incluyendo un préstamo basado en políticas en apoyo a la agenda de cambio climático mexicana.