Pasar al contenido principal

Cambio climático:una alta prioridad para el BID

"Nos enfrentamos a desafíos de gran magnitud", dijo Walter Vergara, jefe de la Unidad de Energía Sostenible y Cambío Climático.

En julio pasado, uno de los expertos líderes en cambio climático Walter Vergara se unió al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para convertirse en Jefe de la Unidad de Energía Sostenible y Cambio Climático del Banco, un acontecimiento que llamó la atención de toda la comunidad científica. Vergara, el autor o coautor de 13 libros y gran cantidad de artículos científicos, se retiró del Banco Mundial después de 24 años de carrera, atraído por el compromiso del BID de destinar el 25 por ciento de sus préstamos a proyectos relacionados con el cambio climático, la energía renovable y el medio ambiente en América Latina y el Caribe.

Imagen eliminada.“Estoy completamente dedicado a este problema, y el compromiso que asumió el Banco con el cambio climático es realmente sólido”, declaró Vergara, cuyo interés en la ciencia y el medio ambiente surgió por primera vez en su ciudad natal, Bogotá, Colombia. Después de estudiar ingeniería química en la Universidad de Bogotá y la Universidad Cornell, trabajó durante un breve período en el sector privado en Colombia y Brasil. Después, ingresó en el Banco Mundial, donde desarrolló un portafolio de proyectos sobre el clima en Latinoamérica, muchos de los cuales estaban orientados a la adaptación al cambio climático. Instalado ahora en la sede del BID en Washington, D.C., y con la ayuda de un equipo de cuarenta profesionales, muchos de ellos doctores, Vergara tiene el objetivo de llevar el Banco a la vanguardia en el campo de adaptación al clima.

El cambio climático es una prioridad para el BID, dado que se prevé que la región de América Latina y el Caribe será una de las más golpeadas por este fenómeno. Vergara explicó que existen cuatro criterios clave que utilizan los científicos para medir el peligro que supone el cambio climático: el impacto físico real; si el impacto es irreversible; si el impacto ya es una realidad o puede serlo en el futuro; y las consecuencias económicas esperadas. Como ejemplo y tomando estos criterios como base, Vergara comenta que, según los científicos, los arrecifes de coral del Caribe serán una de las primeras pérdidas causadas por el cambio climático y que, por lo tanto, deberían ser una prioridad en los esfuerzos de adaptación.

Con un aumento en las temperaturas del agua del Caribe de hasta 0,5 grados centígrados desde la década de los años cincuenta, las algas que viven en muchas de las estructuras de coral no sobreviven, lo que conduce al blanqueamiento de corales. El aumento continuo de las temperaturas oceánicas llevará eventualmente a la desaparición de los arrecifes de coral. “Dicho así, puede parecer un pequeño aumento en la temperatura, pero en términos históricos, representa una anomalía sustancial”, continuó Vergara.

Imagen eliminada.“Los corales constituyen el corazón del ecosistema marino y funcionan como el centro de cuidados para el 65 por ciento de las especies de peces del océano; además, desempeñan un papel fundamental en la protección de zonas costeras, dado que disipan la energía durante las mareas provocadas por tormentas”, comentó Vergara. “Nos gusta pensar que somos más importantes que otras especies, pero no lo somos. Todas las especies del planeta poseen un valor intrínseco y tienen el derecho a vivir, al igual que los seres humanos. Tenemos la obligación moral de preservar su vida”.

La evidencia científica también indica que, hacia finales del siglo, las áreas de gran altitud habrán alcanzado el doble de temperatura de las tierras bajas. Esto hará que los glaciares de la cadena montañosa de los Andes se retraigan más rápidamente que en la actualidad, lo que conducirá a la escasez de agua en áreas de gran población y a una serie de dificultades económicas relacionadas, declaró Vergara.

Uno de los posibles efectos más graves del cambio climático en Latinoamérica es la “extinción paulatina” de la Amazonia. Las altas temperaturas en la selva amazónica podrían provocar que las capas superiores del suelo forestal se resequen, preservando menos especies y, eventualmente, convirtiéndola en un bosque estacional o incluso una sabana.

Imagen eliminada.“Si llegamos a ese punto, cualquier cosa puede ocurrir”, adviertió Vergara. “El bosque tropical de la Amazonia produce lluvia para todo el centro agrícola de Sudamérica, a la vez que almacena enormes cantidades de dióxido de carbono que, de no hacerlo, irían directo a la atmósfera”.

Según Vergara, las zonas costeras de América Latina y el Caribe son especialmente vulnerables al aumento del nivel del mar y a la esperada intensificación de huracanes y tormentas, mientras que otras áreas probablemente sufran sequías más prolongadas y extremas.

Nos enfrentamos a desafíos de gran magnitud, pero según Vergara, el Plan de Acción para el Cambio Climático del BID, que se encuentra actualmente en desarrollo, permitirá que el Banco expanda su portafolio actual de recursos técnicos y financieros para ayudar a países de Latinoamérica y el Caribe a reducir la huella de carbono y a adaptarse a los efectos que no pueden evitarse.

Los esfuerzos de mitigación conformarán una parte importante de las actividades del Banco. El Plan de Acción está orientado hacia tres sectores en particular, que equivalen al 77 por ciento de las emisiones de carbono de la región: uso del suelo (que incluye la conversión de bosques para otros usos), transporte y energía. “Personalmente, creo que deberíamos buscar oportunidades para evitar la deforestación en todas las actividades que involucren el uso del suelo, al igual que el agregado de carbono a la matriz de energía y a los sistemas de transporte”, argumentó Vergara.

La estrategia del BID consiste en fomentar la concientización y fortalecer la capacidad de los gobiernos de la región y del sector privado de abordar los desafíos que impone el cambio climático. Dada la magnitud del problema, comenta Vergara, es esencial involucrar al sector privado en sociedades público-privadas que, además del banco, también aporten capital adicional.

A pesar de la gravedad de las amenazas que representa el cambio climático, Vergara cree que América Latina puede servir como ejemplo para el resto del mundo en áreas como la energía renovable. Por ejemplo, la radiación solar en el desierto de Atacama en Chile podría proporcionar aproximadamente 240 gigavatios de energía, una cantidad que equivale a 20 veces la necesidad energética actual del país. La energía eólica en Colombia, Venezuela y Argentina, junto con la electricidad generada por las olas o corrientes oceánicas, podría agregar cientos de megavatios de energía.

“América Latina podría convertirse en la Arabia Saudita de los recursos de energía renovable”, declaró Vergara. “Los yacimientos petrolíferos de Medio Oriente tienen fecha de vencimiento, pero los recursos renovables no”.

Es probable que en la actualidad los proyectos de energía renovable no resulten atractivos desde el punto de vista financiero para los inversores del sector privado. No obstante, es en este punto donde el BID puede acortar la brecha financiera para ayudar a los países a internalizar los beneficios que ofrecen las energías renovables y reducir la dependencia a los combustibles fósiles. “En nuestra región, existen grandes oportunidades para implementar la energía renovable a gran escala”, comentó Vergara.

Entérese sobre cómo el BID trabaja con los gobiernos en lo que respecta a esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático.

Jump back to top