América Latina necesita realizar reformas microeconómicas que permitan a las personas de bajos ingresos acceder a la clase media, en lugar de enfrascarse en un debate entre disciplina fiscal y gasto social, afirmó hoy el ex presidente estadounidense Bill Clinton.
En un diálogo público con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, Clinton también abordó sobre temas de actualidad como inmigración, fuentes alternativas de energía, cambio climático y combate contra el SIDA.
La conversación se llevó a cabo en el marco de la conferencia Oportunidades para la Mayoría organizada por el BID para marcar el lanzamiento de una iniciativa para ampliar el acceso a los beneficios del progreso económico a personas de bajos ingresos en América Latina y el Caribe.
Clinton, quien gobernó los Estados Unidos desde 1993 al 2000, observó que ninguno de los dos modelos económicos seguidos por América Latina, uno caracterizado por un conservadorismo fiscal extremo y otro por un gasto público desmedido, ha conseguido cerrar la brecha de ingresos entre ricos y pobres, la más pronunciada del mundo.
“Si se encierran en el debate del pasado, es decir responsabilidad fiscal versus gasto social, van a desilusionarse porque no van a reducir la desigualdad de ninguna de las dos maneras. No es cuestión simplemente de tomar los bienes del estado o los bienes de los ricos. Lo deseable es empoderar a los pobres para que puedan generar riqueza y llegar a la clase media”, dijo Clinton.
Según el ex mandatario, el proceso de reformas microeconómicas sólo puede hacerse mediante prueba y error y requiere un compromiso a largo plazo de gobiernos nacionales e instituciones internacionales para ayudar a crear las condiciones propicias para que los emprendedores más pobres puedan prosperar.
Entre ellas mencionó la identificación de las personas, el reconocimiento legal de los derechos de propiedad, la eliminación de barreras burocráticas a la creación de empresas y el cumplimiento de los contratos.
Reformas de este tipo han sido pregonadas por innovadores como Hernando de Soto, presidente del Instituto Libertad y Democracia, señaló Clinton, quien aplaudió la decisión del BID de trabajar en ese mismo sentido mediante su nueva iniciativa.
“Creo que tenemos que tener una estrategia triangular: necesitamos suficiente responsabilidad fiscal como para atraer capital, estabilizar el país y no distorsionar los ingresos de las personas”, dijo.
“Dentro de ese marco, necesitamos invertir tanto como sea posible e inteligentemente en programas sociales que funcionan, por ejemplo los que brindan incentivos monetarios a los pobres para que mantengan a sus hijos en la escuela”, agregó Clinton, quien mencionó como ejemplos a dos programas sociales apoyados por el BID, Bolsa Familia de Brasil y Oportunidades de México.
“Y luego necesitamos conseguir cuanta buena idea haya sobre reformas microeconómicas y los sistemas necesarios para que funcionen”, completó.
En un comentario sobre la actualidad política de la región, Clinton dijo que cuando le han preguntado sobre la decisión del presidente Evo Morales en Bolivia de nacionalizar las fuentes de energía, su respuesta es preguntar qué haría si fuese un minero boliviano que trabaja 60 horas por semana y tiene que alimentar a cuatro hijos que no tienen perspectivas de progreso. “Por quién hubiese votado usted”, inquirió.
Sin embargo, Clinton señaló que un presidente podría nacionalizar recursos naturales y repartir dinero entre sus ciudadanos, pero si no hacía las reformas necesarias, los pobres seguirán viviendo en tierras sin título, sin acceso al crédito formal y sin posibilidades de generar riqueza por su cuenta.
Organización y costos
Para ilustrar con un ejemplo cómo pueden ganar los productores y los consumidores de bajo poder adquisitivo si se organizan mejor los mercados y los sistemas de distribución, Clinton contó cómo su fundación negoció rebajas de precios para los remedios y sistemas de diagnóstico para personas con VIH/SIDA.
Clinton comentó que hace pocos años los países en vías de desarrollo no estaban organizados y cada uno compraba los insumos por su cuenta, pagando precios distintos. El ex presidente se acercó a los grandes productores farmacéuticos de Sudáfrica y la India y los persuadió de convirtieran su modelo de negocio de bajo volumen y altos precios, como una joyería, a uno de alto volumen y bajos precios, como un supermercado.
El problema, señaló, radicaba en que los productores no tenían certeza ni de la continuidad de los pedidos ni de los pagos. Cuando resolvieron esos puntos, pudieron bajar drásticamente sus costos. Hoy los países pagan una fracción de los precios prevalecientes hace tres años y pueden atender a más personas y hacer más exámenes instantáneos para detectar infecciones.
“¿Qué aprendimos de eso? Que si se consiguen socios empresariales y se aplican técnicas empresariales a desafíos sociales, si se preocupa de trabajar con los proveedores, de aumentar la productividad, y de pasar a estrategias de alto volumen y estrechos márgenes con certeza absoluta de pago, se puede lograr una gran diferencia”, concluyó.
Agricultura y energía
Para Clinton, América Latina tiene un futuro promisorio como fuente de alimentos, productos biotecnológicos y energía limpia para el mundo debido a efectos de los cambios climáticos globales y la desertificación en otras regiones.
Brasil y Argentina, apuntó, son los únicos países que han aumentado sustancialmente su producción de granos básicos en la última década, y aún tienen suelos feraces y profundos. Pero el mayor potencial, en el corto plazo, podría estar en la producción de etanol en base de azúcar como alternativa a las gasolinas derivadas del petróleo o del carbón.
Según el ex presidente, muchos expertos de la industria petrolera creen que el mundo está cerca de alcanzar la máxima producción de petróleo en la historia. Luego de ese punto, el rendimiento declinaría hasta secarse las reservas en 35 ó 50 años.
Clinton señaló que Brasil es el productor de etanol más eficiente del mundo y otros países de la región como la República Dominicana tienen gran potencial para convertir su producción de caña de azúcar a combustible para automotores.
En su opinión, Washington debería reducir el impuesto a la importación de etanol dado que es improbable que la industria estadounidense logre niveles de productividad similares a los brasileños y no debería dañar ecosistemas frágiles para expandir el cultivo de caña de azúcar.
Inmigración y comercio
Con respecto al actual debate sobre las leyes de inmigración en los Estados Unidos, donde algunos quieren erigir más barreras en la frontera con México y otros proponen programas de trabajo temporal, Clinton opinó que no hay “una solución perfecta” pero instó a los legisladores a ser realistas y humanitarios.
El ingreso de nuevos habitantes, dijo, ayudaba a los Estados Unidos a compensar por la reducción de la tasa de fertilidad entre los ciudadanos nativos, un proceso similar al que viven otros países industrializados.
Por otra parte, agregó, casi todos los inmigrantes, sea cual sea su condición legal, tienen empleo, lo cual implica que alguien los quiere contratar. Además, observó, es ilógico pensar que el gobierno podrá deportar a 12 millones de personas o que se podrá sellar completamente el perímetro tan extenso de los Estados Unidos.
No obstante, Clinton afirmó que se deben aplicar las leyes laborales para asegurar que los trabajadores extranjeros obtienen remuneraciones justas y que no depriman los salarios de los trabajadores nativos. Asimismo justificó la necesidad de velar por la seguridad, aunque agregó que América Latina no ha sido una fuente de ataques terroristas contra este país.
En cuanto al proceso de integración comercial panamericano que lanzó durante su presidencia, en 1994, pero que se ha estancado en años recientes, Clinton opinó que la agenda del comercio deberá ser reforzada para atender los costos de la apertura de los mercados nacionales.
“Yo he intentado desarrollar la idea del comercio ‘plus’, dado que el comercio no funciona en un vacío”, dijo. “Pero por otro lado, si no se buscan las economías de escala que trae aparejadas el comercio y que pueden beneficiar a los países de menores ingresos, no veo cómo vayan a mejorar”.
Si bien los efectos netos del comercio internacional son beneficiosos, agregó, hacen falta que las instituciones internacionales como el BID ayuden a los países miembros a desarrollar políticas económicas y sociales que compensen a los perjudicados.