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La oportunidad verde de América Latina

 

Superlativos sobran para definir a Bogotá como una de las ciudades más grandes y dinámicas de América Latina y el Caribe. Sus más de 8 millones de habitantes realizan alrededor de 15 millones de desplazamientos cada día y aportan casi un cuarto del total a la economía de Colombia. Hoy, cuatro de cada diez traslados se realizan en transporte público, sumando casi cinco millones de viajes diarios en una de las metrópolis que más rápidamente crece en la región.
 
Uno de los principales retos de Bogotá, además de mejorar la calidad de su transporte público, es reducir su contaminación atmosférica. La calidad del aire se ha convertido en un asunto prioritario, sobre todo luego de que la ciudad emitiera una inusual alerta amarilla en marzo de este año, tras detectar que al menos nueve puntos de la ciudad marcaban altos niveles de polución.
 
Si bien la alerta fue producto de factores meteorológicos desfavorables, el rol de los buses y los automóviles no deja de ser protagónico. Hoy, la ciudad tiene 8.695 buses en circulación cuyas emisiones tóxicas contaminan el aire bogotano y producen una densa capa de esmog. Y aunque el problema sea generalmente invisible, los números no mienten: el promedio anual de material particulado contaminante en el aire de la capital colombiana es de 39 microgramos por cada metro cúbico, mientras que el máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de sólo 20.
 
Sin embargo, no todo son malas noticias. Bogotá se encuentra lejos de otras ciudades de la región como Lima, Monterrey y Santiago de Chile, todas ellas con altos niveles de polución y cuyo promedio anual de PM10 un tipo de material particulado, alto en contaminantes se ubica en 88, 86 y 64 microgramos por metro cúbico respectivamente, según datos obtenidos por la OMS.

 

Estadistica Bogotá Spanish

 


Entonces, ¿por dónde empezar a limpiar el aire? La estrategia de Bogotá ha sido apostar por la bicicleta. Más de 635 mil viajes un 4,28% del total se hacen cada día a través de este medio de transporte, el que hoy cuenta con más de 500 kilómetros de ciclo-infraestructura que atraviesan toda la ciudad. No por nada la capital colombiana es hoy la urbe que tiene la mayor cantidad de ciclorrutas en toda América Latina y el Caribe.
 
Sin embargo, el transporte público sigue siendo la modalidad predilecta para moverse, seguida por los viajes a pie. Como ocurre en todas las grandes ciudades del mundo, los buses son una de las mayores fuentes contaminantes. Por ende, para mejorar la calidad del aire hay que migrar la actual flota del transporte público bogotano a una más verde, sostenible y amigable con el medio ambiente.
 
Bogotá cuenta hoy con 361 nuevos buses de tecnología híbrida capaces de transportar hasta 80 pasajeros cada uno. Este resultado es en parte gracias a un préstamo de 40 millones de dólares por parte del BID, implementado bajo el Sistema Integrado de Transporte Público, que está ayudando a disminuir de forma significativa los gases de efecto invernadero y el material particulado en el aire de la capital colombiana. Según nuestras estimaciones, cada año estos buses ayudan a reducir en 92 mil toneladas el dióxido de carbono que actualmente existe en el aire de la ciudad.

 

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¿Pero qué pasó después de la incorporación de estos nuevos buses? No sólo han contribuido a que los bogotanos respiren un aire más limpio, sino que el proyecto ha impulsado que las tecnologías limpias entren de lleno en el sistema de transporte público de la capital. Se espera que Transmilenio, la famosa red de autobuses rápidos y columna vertebral del transporte bogotano, cuente en unos meses con una flota menos contaminante que la que hoy recorre las calles de la ciudad.
 
“Con esto se está mostrando un compromiso con un tema importante, con un tema grave como es la contaminación. Más grave de lo que nosotros pensamos”, dice Natalia Sanz desde nuestra oficina en Bogotá, donde trabaja como especialista en transporte.
 

 
La necesidad de energía en América Latina y el Caribe se disparará en las próximas décadas. Sólo en términos de electricidad, la región duplicará su demanda en los siguientes 20 años. Alimentada por el desarrollo económico, una rápida urbanización y ciudades cada vez más pobladas, América Latina y el Caribe deberá hacer frente a un sinnúmero de desafíos que están directamente relacionados a cómo nos movemos por nuestras ciudades. ¿El objetivo? Más transporte público con menos combustibles fósiles.
 
“Las ciudades generalmente están actuando por reacción. Medellín está comprando buses eléctricos porque la situación de la calidad del aire es insostenible”, dice Natalia. “Aquí en Bogotá está pasando lo mismo. Algunos días cuando te levantas y ves hacia afuera, el cielo está completamente gris”.
 
Pero más allá que actuar por reacción, las ciudades deberían seguir directrices claras en base a políticas que busquen mitigar la contaminación en forma preventiva. “Los países tendrían que tener una línea clara respecto a cuáles deberían ser las tecnologías a utilizar. Es el gobierno quien puede hacer un análisis tanto social como económico del tema, y a la vez trabajar con el sector privado para lograr soluciones conjuntas”, dice Natalia.
 
Santiago de Chile, por su parte, es una de las ciudades pioneras de la región en incorporar una flota más limpia, coherente con los problemas ambientales que sufre la capital de Chile. El primer bus híbrido comenzó a funcionar en mayo de 2015, mientras que 200 buses cien por ciento eléctricos serán incorporados al sistema de transporte en diciembre de este año, junto a otros 490 que cuentan con tecnología híbrida.
 
La revolución verde ya está en marcha. La implementación de soluciones más sostenibles para los problemas de desarrollo de América Latina y el Caribe es una prioridad.  Mira otros proyectos que están ayudando a transformar la región para hacerla más sostenible y resiliente aquí.

 

 

 

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