
Enero 28, 2019
Con solo 21 años, Siddiqa Shabbazz se había quedado sin opciones. Con dos niños pequeños, tuvo que abandonar la escuela secundaria y cada mes significaba una tarea titánica para mantener a su familia. Su único ingreso provenía del trenzado de cabello para algunos amigos y el alquiler de un trampolín el fin de semana. Sin un sueldo estable, y tras el fallecimiento de su madre, la vida de Siddiqa se veía cuesta arriba.
Hasta que llegó una oportunidad llamando directamente a su puerta.
Todo sucedió en 2017, cuando un líder de su comunidad le presentó un programa de emprendimiento empresarial que se estaba lanzando. La idea era ayudar a jóvenes en riesgo, como ella, para que pudieran salir adelante a través de un microemprendimiento. La intervención se estaba llevando a cabo en el barrio de Sophia, un vecindario al este de Georgetown, capital de Guyana.
Sophia es un antiguo asentamiento que históricamente ha tenido altos niveles de delincuencia y desempleo en la capital. Tras un análisis, el barrio fue seleccionado como una de las primeras comunidades que se beneficiaría de la cooperación técnica financiada por el BID, en donde se buscaba fortalecer la seguridad pública mediante la inclusión laboral de jóvenes en riesgo social.
Una parte importante del apoyo fue el programa YouthBiz592, enfocado hacia los jóvenes de Guyana con interés en los negocios. "Comencé el programa de emprendimiento en abril de 2017 y fue difícil porque no pude trabajar mientras estaba siendo entrenada", dice Siddiqa. "Pero el programa me facilitó una manutención que permitió pagar la guardería de mis hijos. Realmente me ayudó mucho para completar el programa".

YouthBiz592, un esfuerzo de colaboración entre el BID y los ministerios de Seguridad Pública, Educación y Negocios de Guyana, brindó capacitación en emprendimiento a 87 jóvenes de varias comunidades en riesgo a lo largo del país, con el objetivo de reducir los efectos negativos del crimen y la delincuencia.
Durante los tres meses de duración del programa, los y las participantes recibieron entrenamiento sobre cómo iniciar un negocio y se beneficiaron de las oportunidades de trabajo que resultaron de las asociaciones con empresas privadas. También, se brindó apoyo psicológico y orientación a los jóvenes que formaban parte de la iniciativa.
Infográfico: la mayoría de la población activa en Guyana solo posee estudios primarios
Tras la propuesta de negocios presentada por Siddiqa, el programa le entregó una beca de US$1.500 para expandir “S&J Funzone Rental Service”, su emprendimiento de juegos para niños. “Aprendí muchas habilidades nuevas para desarrollar estrategias comerciales. Desde cómo abordar y hablar con los clientes, el empoderamiento de las mujeres, hasta incluso cómo ser mejores padres. Esto me ha dado más confianza y me ha ayudado a expandir mi negocio", dice Siddiqa. Ahora no solo puede pagar cómodamente sus gastos a fin de mes, sino que en menos de dos años su negocio se ha expandido drásticamente. Hoy, Siddiqa es propietaria de cinco camas elásticas, cinco castillos inflables, un tobogán, dos piscinas móviles y unos cinco coches para niños.
Infográfico: jóvenes y trabajo
El éxito del programa YouthBiz592 habla por sí solo: 85 de los 87 beneficiarios completaron sus cursos, con un promedio de asistencia de más del 83 por ciento. Se presentaron 84 planes de negocios, de los cuales se aprobaron 72 y 66 beneficiarios recibieron subvenciones de hasta US$1.500 como capital inicial para impulsar sus proyectos. Pero más allá de los números, la iniciativa llegó para quedarse: YouthBiz592 se institucionalizó como un programa de emprendimientos juveniles dentro de la Oficina de Pequeños Negocios del Gobierno de Guyana (SBB).
Actualmente, el programa se ha replicado en 20 comunidades de Guyana, donde los jóvenes en riesgo se beneficiarán de la capacitación en emprendimiento y negocios.
"Estamos muy contentos con estos números", dice Mariko Russell, quien fue líder del equipo del BID para YouthBiz592. "La preocupación era que la alta incidencia de conductas violentas a nivel de la comunidad tenía mucho que ver con los bajos niveles de empleo y educación, lo que lleva a la falta de motivación y a darse por vencido. Al proporcionar un marco para poner a los jóvenes en riesgo de nuevo en el uso productivo del tiempo, esperamos contribuir a cambiar esta situación".
Hoy, Siddiqa vive una nueva realidad, un contraste de lo que era su vida antes de comenzar el programa en Sophia. "Quiero hacer más por mí misma. El próximo año quiero comenzar las clases en el Instituto Técnico para obtener un título, quiero aprender a conducir y tener mi propia casa para que mis hijos y yo estemos más cómodos", dice.
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