
Julio 29, 2019
Little Harbour es una pequeña comunidad pintoresca de unos 900 residentes, ubicada el extremo de un cayo al sur de las Bahamas y flanqueada por la tercera barrera de arrecifes más grande del mundo. Al oeste tiene como vecino a un parque marino de 1.5 millones de acres, una de las áreas protegidas más grandes del Caribe. Conocida como la capital de las esponjas de las Bahamas, Little Harbour, en Mangrove Cay, es uno de esos lugares donde sus pobladores pueden decir —con orgullo— que la esponja ha sido históricamente el motor que hace girar las ruedas económicas de su isla.
Como cualquier comunidad que depende de la agricultura y la pesca, estas industrias representan la fuente de ingresos más importante para quienes habitan ahí. Pero la mayoría de los pescadores se veían limitados no por la falta de recursos, sino por otro problema, aún más profundo: la industria de las esponjas, lamentablemente, va en declive.
En 2006, las exportaciones de esponjas alcanzaron los US$1,06 millones, pero en 2011 las esponjas exportadas desde las Bahamas fueron solo la mitad de ese número: US$540.000. Pero no es solo eso. Tras la fragmentación de la cadena de suministro, la desorganización de la producción y la caída del precio, los spongers de las Bahamas —como se le conoce a los trabajadores de esta industria en inglés— no estaban capturando el valor total de su producto.
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En el antiguo modelo de cadena de suministro, los spongers cosechaban y vendían sus esponjas a un precio bajo. Estas eran procesadas por empresas externas, quienes se encargaban de desarrollar los distintos productos hechos de esponjas y venderlos a precios muchísimo más altos. El problema era que, finalmente, los spongers no estaban involucrados en el procesamiento ni estaban asociados a un cliente final; tampoco se beneficiaban del alto precio final que tenían las esponjas procesadas.
¿Cómo podemos, entonces, devolver los beneficios a quienes día a día cosechan, cortan y se sumergen en el océano para encontrar la materia prima?
Revitalization of the Sponging Industry es un proyecto de BID Lab, el laboratorio de innovación del Grupo BID, —en conjunto con la Corporación Industrial Agrícola de Bahamas (BAIC)— que ha ayudado a los spongers a resolver estos problemas, principalmente a través de la asistencia en temas de prácticas de cosecha y negocios más sostenibles. El proyecto ha ayudado y beneficiado a 200 trabajadores de forma directa y a más de 440 beneficiarios indirectos en la comunidad de Mangrove Cay, en la isla de Andros, la isla más grande del archipiélago de las Bahamas.
Después de esta intervención, muchos spongers comenzaron a confiar en los capacitadores. Hoy, los primeros actores de la cadena de valor pueden hacer más que recolectar, bucear, cortar y vender esponjas sin procesar. Tras la intervención, los spongers tienen una visión mucho más expandida de lo que pueden hacer, y de la potencialidad que tienen la industria y qué rol pueden jugar en ella: ahora, la conversación gira en torno a temas sobre cómo pueden formar asociaciones y vínculos con artesanos, añadir valor a sus productos y generar más ganancias para sus comunidades.
"Debo decir que ha habido una mejora importante en la cosecha desde la capacitación y una mejor oportunidad para que los pescadores vendan sus esponjas", dice Maliancha Major, secretaria adjunta de BCSA, la Asociación de Esponja Comercial de Bahamas.
Galería de fotos: la industria de las esponjas en Bahamas
;Los resultados: de isla en isla
El aire que se respira sobre sobre Mangrove Cay trae buenas noticias. Los pescadores y otras partes interesadas que fueron parte de las sesiones de capacitación —las que tuvieron un 50% de participantes mujeres— ahora se sienten capacitadas para convertirse en jugadores más activos y rentables en la industria. Otras cinco islas, próximas también a Mangrove Cay, han sido sensibilizadas por este proyecto y ahora están organizando asociaciones de esponjas con la ayuda de las autoridades locales.
Luego de la tracción ganada en Mangrove Cay, otros spongers y pescadores de las Bahamas expresaron su interés en recibir asistencia para obtener capacitación y apoyo para competir en el mercado. En julio de 2018, casi una docena de spongers en Long Island, una isla del sur en las Bahamas dividida por el Trópico de Cáncer, expresaron un inmenso interés en avanzar con la creación de una asociación local y revitalizar la industria durante una reunión con los directores de proyectos. Este fue también el caso en las islas Abaco, un grupo de islas y cayos a solo unos cientos de millas al este de las costas de Miami, en Estados Unidos.
"Fue alentador ver tanto apoyo de la comunidad para restaurar esta industria en Long Island", dijo la excoordinadora del proyecto, Claudine Green. “Muchos de los que usan esponjas o quieren integrarse a la industria también parecían muy interesados en establecer una asociación local como parte de un proyecto más grande. Esto es muy prometedor para el impacto residual del proyecto".
Con la llegada de nuevos empresarios a la industria —como comercializadores, asesores de ventas, capacitadores, procesadores de valor agregado y similares— la actividad económica va en camino directo a recuperarse, y alcanzar así la época dorada de los años 50.
El proyecto ha ayudado a los spongers a capturar el valor total de su producto mediante la reorganización de la cadena de suministro, recibiendo capacitación en todos los procesos y accediendo a mercados de mayor valor; por ende, beneficiándose del precio más alto de las esponjas.
Hoy, la iniciativa no solo ha levantado y resucitado una industria que estaba desapareciendo, sino que, de igual forma, ha logrado mejorar las vidas de muchos bahameños en la comunidad de Mangrove Cay.
Para saber más del proyecto, haz click aquí.
