La trata de personas con fines de explotación sexual es la forma de trata que más se detecta pero no es la única: también lo es el matrimonio forzoso, el trabajo forzado, la pornografía infantil, la mendicidad forzada o la extracción de órganos, entre otras modalidades. Los números son aterradores. Más de 40 millones de personas son víctimas de trata en el mundo. De ellos, un millón de niñas y niños son víctimas de explotación sexual.
Contrario al imaginario, la trata de Personas no siempre implica un desplazamiento entre países. De hecho, el 75% de las víctimas identificadas en Centroamérica y el Caribe fueron detectadas en su propio país o subregión. En Sudamérica, este porcentaje fue del 92%.
Un negocio muy lucrativo para las mafias
Después del tráfico de drogas y la falsificación de productos de consumo, la trata de personas es el tercer negocio más lucrativo del crimen organizado a nivel mundial. Se estima que genera alrededor de 150 mil millones de dólares al año, de los cuales 12 mil millones corresponden a la región. Dos terceras partes de este ingreso corresponden a la explotación sexual. Las altas ganancias frente a un riesgo de detección y judicialización relativamente bajo, así como a la posibilidad de operar en el anonimato en el mundo digital, generan altos incentivos hacia esta infame industria criminal.
Los tratantes manipulan a sus víctimas y los someten a una estrategia de coerción psicológica que incluye aislamiento, desconfianza, amenazas, agotamiento, intimidación, humillación y abuso emocional, mezclados con momentos de esperanza y expectativas impredecibles. La víctima de trata es presa física y emocional de sus captores.
Los riesgos de trata humana durante la crisis del COVID-19
El 23 de septiembre se conmemora el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños. En América Latina y el Caribe el número de víctimas detectadas y de condenas ha venido en aumento. Sin embargo, este año debido al confinamiento y las restricciones de movilidad por la pandemia del COVID-19, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) teme que la detección de víctimas sea más difícil y que su situación empeore.
Los tratantes someten a sus víctimas a una estrategia de coerción psicológica que incluye aislamiento, desconfianza, amenazas, agotamiento, intimidación, humillación y abuso emocional, mezclados con momentos de esperanza. La víctima de trata es presa física y emocional de sus captores.
La exposición prolongada de niños y niñas a Internet sin supervisión aumenta los riesgos de ser capturados por tratantes que usan redes sociales populares con perfiles falsos. Una oferta de trabajo o una propuesta de noviazgo falsa es una forma común de comenzar. Una foto o video privado, en las manos equivocadas, puede llevar fácilmente a una extorsión que termine en trata. La "darknet", el pago con criptomonedas y el uso de softwares que impiden la identificación de las IPs y facilitan la comunicación entre tratantes y clientes. Diversos canales son usados para hacer webstreaming de los abusos desde cualquier lugar del mundo, como en el caso de la pornografía infantil.
El crecimiento del desempleo y la pobreza en el marco de la pandemia ha profundizado las desigualdades, aumentando la vulnerabilidad de hombres, mujeres, niños y niñas. Las instituciones de seguridad y justicia han adquirido nuevas responsabilidades para hacer cumplir el confinamiento (policía), o están operando con limitaciones (fiscalía y jueces), lo cual puede afectar la detección de víctimas y la judicialización de casos de Trata. Además, las ONGS enfrentan desafíos para prestar servicios de apoyo y protección.
La clave de las 3 "Ps": Persecución, protección y prevención
Algunas áreas críticas para un abordaje integral de la trata de personas son:
- Contar con marcos legales alineados al Protocolo de Palermo y con marcos de políticas que garanticen su aplicación efectiva.
- Promover la creación de unidades especializadas dentro de las policías, fiscalías y del poder judicial.
- Brindar capacitación continua a policías, fiscales y jueces y crear protocolos para la estandarización de procesos de detección, prevención, protección y persecución de la trata, basados en casos reales, haciendo uso de las ciencias forenses e innovaciones digitales.
- Acompañar, dar información a las víctimas sobre los procesos judiciales y protección a testigos y familiares, así como fortalecer la coordinación y derivación a los proveedores de servicios de atención, protección y reintegración de las víctimas a sus comunidades.
- Garantizar la coordinación entre las instituciones de seguridad y justicia nacionales, así como fortalecer la cooperación en las investigaciones e intercambio de información entre los países de la región.
Sin duda, para que estas áreas críticas encuentren terreno fértil es necesario contar con mayor y mejor información y datos sobre los casos de trata de personas: víctimas detectadas y tratantes condenados. Mejorando el subregistro y contando con evidencia basada en datos será posible tener intervenciones más eficaces en las 3 Ps del combate a la Trata: persecución, protección y prevención.
En un contexto regional caracterizado por mayor vulnerabilidad de las potenciales víctimas y una alta proporción de trata interna, se requieren, más que nunca, abordajes integrales que fortalezcan la prevención, protección y persecución de un delito que opera en la sombra pero que afecta a cientos de miles de personas.