Dos ciudades latinoamericanas, Valparaíso y Buenos Aires, se dieron cita en la conferencia "Conservación de monumentos y patrimonio cultural de los siglos XIX y XX" en la sede del BID en Washington.
El urbanista holandés Ron van Oers, consultor del Centro de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), destacó la importancia de la iniciativa lanzada por este centro para la evaluación y preservación del patrimonio cultural de los siglos XIX y XX. De los cientos de bienes culturales, naturales y mixtos declarados patrimonio mundial por esta organización, muy pocos representan a los siglos recientes.
Patrimonio moderno de las Américas
En la reunión sobre patrimonio moderno de las Américas realizada en Monterrey, México, en diciembre de 2002, los expertos presentaron una lista de sitios modernos del continente que merecen pertenecer a esa herencia que recibimos del pasado, vivimos en el presente y legamos a futuras generaciones.
Entre esos lugares se encuentra la ciudad chilena de Valparaíso. Van Oers ilustró con ella el problema de la fijación de criterios para incluir productos culturales modernos dentro del patrimonio mundial. Ciudad portuaria de arquitectura ecléctica, construida de manera informal por inmigrantes, Valparaíso tiene edificaciones novedosas hechas a la medida de un terreno difícil y es residencia de una sociedad abierta y lugar cosmopolita que los chilenos han convertido en su capital cultural.
Van Oers destacó la rudimentaria elegancia de su arquitectura moderna y las características de su zona portuaria, ventana a la sociedad industrial del siglo XIX y puerta del comercio global. "Estos elementos -dijo- le otorgan a este sitio la relevancia universal necesaria para formar parte de la lista de bienes patrimoniales a conservar que se aprobaría en junio de 2003".
Buenos Aires, un caso especial
Fabio Grementieri, director de varios proyectos de renovación y conservación de edificios históricos de Buenos Aires, centró su disertación en la arquitectura de esta ciudad entre 1870 y 1930. "Lo interesante de este período es que en ningún otro lugar del mundo hubo iniciativas edilicias que manifestaran una concurrencia de tendencias arquitectónicas tan diversas como en la capital argentina", señaló el especialista.
Muestras de esta variedad son el Teatro Colón, una de las salas líricas más famosas del mundo, de influencia italiana combinada con distintos estilos, o la Iglesia de Santa Felicitas, único testimonio conservado en el mundo del estilo neogótico alemán. Otros ejemplos, entre los muchos presentados por Grementieri, son la Torre de los Ingleses en Retiro, construida con materiales traídos especialmente del Reino Unido, el Palacio Pereda, de inspiración parisina, actual sede de la embajada de Brasil, y el Palacio Errázuriz, exponente del Neoclasicismo.
Producto de la mezcla y la imitación, entre los siglos XIX y XX Buenos Aires se fue haciendo de un patrimonio invaluable de la misma manera que el escritor Jorge Luis Borges armó su universo literari con piezas europeas. Sin embargo, mientras que la obra de Borges se conserva y difunde, poco se hace para salvar del deterioro a los edificios históricos porteños. Por eso, Grementieri subrayó la necesidad de una mayor conciencia que ayude a preservar este patrimonio único en el mundo.
El BID y la recuperación del patrimonio histórico
"El BID tiene una larga trayectoria apoyando proyectos de recuperación del patrimonio histórico, lo cual se relaciona con su mandato de acelerar el desarrollo económico y social de América Latina", afirma Francesco Lanzafame, especialista en vivienda y desarrollo urbano del BID.
En este campo, el BID apoya proyectos que, entre otras condiciones, cumplen estos requisitos:
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Implantan modelos de preservación capaces de sobrevivir a largo plazo y convertirse en autosostenibles.
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Son adoptados por las comunidades beneficiarias o propietarias de los bienes patrimoniales.
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Previenen pérdidas irreversibles de activos patrimoniales y promueven reformas para evitar que se deterioren.
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Promueven la colaboración publico-privada en la ejecución y el financiamiento de la preservación.
En definitiva, explica Lanzafame, "son proyectos que mantienen viva la economía y la cultura de una zona, proyectos que ayudan a combatir problemas sociales".
Ron van Oers es ingeniero en planificación urbana, investigador en la Universidad Tecnológica de Delft y consultor especializado del Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Fabio Grementieri es arquitecto argentino, miembro del estudio de arquitectura Báez-Carena-Grementieri de Buenos Aires y asesor en arquitectura, patrimonio y preservación histórica de esa ciudad.