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Remesas a América Latina y el Caribe llegaron a 32.000 millones de dólares en el 2002, dice Fondo del BID

Los inmigrantes latinoamericanos y caribeños residentes en naciones industrializadas enviaron unos 32.000 millones de dólares en remesas a sus países de origen durante el 2002, un incremento de 17,6 por ciento con respecto al año anterior, informó hoy el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del Banco Interamericano de Desarrollo.

“El volumen de las remesas ha crecido dramáticamente. América Latina y el Caribe se han convertido en el principal destino de las remesas al nivel mundial”, afirmó el gerente del FOMIN, Donald F. Terry. “La tasa de crecimiento casi se duplicó en el 2002 y estamos obteniendo una visión más ajustada de este fenómeno gracias a que está mejorando el registro y el seguimiento de estos flujos de fondos”.

El año pasado América Latina y el Caribe recibieron cerca de 31 por ciento de los 103.000 millones de dólares girados en todo el mundo por inmigrantes originarios de países en vías de desarrollo a sus propias naciones.

Casi 78 por ciento de las remesas que llegaron a esta región provinieron de los Estados Unidos. Otras grandes fuentes de estos flujos de fondos fueron Japón, España y Canadá.

México sigue siendo el principal beneficiario con un ingreso de 10.500 millones de dólares, o casi un tercio de las remesas recibidas por América Latina y el Caribe. América Central obtuvo unos 5.500 millones de dólares, los países caribeños unos 5.450 millones de dólares y los países andinos unos 5.400 millones de dólares.

En seis países de la región las remesas representaron más de una décima parte de su ingreso nacional: Nicaragua (29,4 %), Haití (24,2 %), Guyana (16,6 %), El Salvador (15,1 %), Jamaica (12,2 %) y Honduras (11,5 %).

Según cálculos del FOMIN, si estos flujos continúan creciendo a una tasa moderada de 7 por ciento al año, durante esta década América Latina y el Caribe podrían recibir unos 400.000 millones de dólares en remesas.

Por volumen, las remesas ya superan a la ayuda externa que recibe la región, y el año pasado estuvieron cerca del monto de la inversión directa extranjera.

Los costos totales de los envíos de estos fondos a América Latina y el Caribe fueron del orden de los 4.000 millones de dólares en el 2002, según el FOMIN. Estos costos son los más altos del mundo por un considerable margen, señaló Terry.

“Enviar dinero a América Latina y el Caribe aún es más caro porque los bancos están menos involucrados en estas transacciones que en otras regiones del mundo”, agregó. Un estudio auspiciado por el FOMIN comparó los costos de enviar dinero desde países industrializados a diversas naciones en vías de desarrollo y halló que América Latina es el destino más caro.

El FOMIN también apoyó un estudio sobre las remesas desde España y determinó que los trabajadores latinoamericanos enviaron unos 1.000 millones de dólares desde ese país europeo en el 2002. Asimismo, la competencia de grandes instituciones financieras españolas ha forzado a los servicios tradicionales de transferencia de dinero a reducir drásticamente sus tarifas, observó Terry.

Un tercer estudio auspiciado por el FOMIN sobre el impacto de las recientes regulaciones estadounidenses contra el lavado de dinero y el apoyo a grupos terroristas halló que las nuevas reglas no deberían impedir que las instituciones financieras ofrezcan más servicios a los inmigrantes latinoamericanos, incluso aquellos que portan documentos extranjeros como las matrículas consulares emitidas por los consulados mexicanos en los Estados Unidos.

El FOMIN, un fondo autónomo administrado por el BID, celebrará una conferencia a partir de las 9:00 a.m. del viernes 28 de febrero para analizar estos informes y sus conclusiones.

El FOMIN promueve el desarrollo del sector privado en América Latina y el Caribe mediante inversiones y donaciones. Entre otros temas, impulsa proyectos para reducir el costo de las remesas alentando la competencia entre proveedores de servicios y fomentando vínculos entre instituciones financieras en países industrializados y naciones en vías de desarrollo, con una preferencia por las cajas de ahorro y crédito y las instituciones de microcrédito.

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