Estudio del BID destaca necesidad de prudencia fiscal, políticas comerciales para aumentar el acceso a mercados de Asia, EE.UU. y Europa
El nuevo orden económico surgido tras la crisis financiera global probablemente generará en los próximos años un clima internacional favorable sin precedentes para América Latina y el Caribe. Lo tomadores de decisiones de la región deberían aprovechar la oportunidad para llevar a cabo políticas que reduzcan las vulnerabilidades externas de sus países y aseguren un crecimiento económico sostenible, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El aumento de los precios de las materias primas, el auge de Asia como importante comprador de productos primarios latinoamericanas, las bajas tasas de interés mundiales y los crecientes flujos de capital llevarán a los grandes exportadores de materias primas de Sudamérica y a los países en el resto de América Latina y el Caribe a crecer a diferentes velocidades, lo que a su vez les significará desafíos para elaborar políticas diferentes.
“El reequilibrio de la economía mundial está sentando las bases para lo que podría ser una sostenida bonanza económica en América Latina y el Caribe”, dijo Alejandro Izquierdo, economista principal del BID y uno de los coordinadores del estudio. “Sin embargo, para que esto ocurra, los países de la región necesitan hacer frente lo antes posible a estos nuevos retos impuestos por el clima económico emergente, particularmente en términos de gestión macroeconómica prudente, apertura de nuevas oportunidades comerciales y aumento de los niveles de productividad”.
El estudio, “¿Una Región, Dos Velocidades? Desafíos del Nuevo Orden Económico Global para América Latina y el Caribe”, coordinado por Izquierdo y Ernesto Talvi, director del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) de Uruguay, fue presentado hoy a la Asamblea de Gobernadores del BID durante la Reunión Anual del Banco en Calgary, Canadá.
El estudio hace un pormenorizado análisis de las tendencias económicas surgidas desde la crisis financiera global y sopesa el papel potencial que América Latina y el Caribe pueden desempeñar en este nuevo clima.
El nuevo orden económico
La composición del crecimiento económico global ha sufrido un cambio dramático tras la crisis financiera debido al incremento del ahorro interno y la reducción de los déficits de cuenta corriente en América del Norte y Europa. Las economías emergentes ahora representan 75 por ciento del crecimiento de la demanda global, comparado con 50 por ciento en 2006, según el estudio.
El informe del BID prevé que ese cambio en la demanda pueda prevalecer por varios años, llevando a una mayor propensión al consumo de productos primarios.
Este cambio tiene profundas implicaciones macroeconómicas y comerciales para América Latina. Ha producido un aumento de los precios de las materias primas y de flujos financieros a la región. Los precios del petróleo, metales y alimentos son 23 por ciento, 8 por ciento y 35 por ciento más elevados, respectivamente, que los niveles prevalecientes en 2006. El costo del financiamiento para las economías emergentes es sustancialmente menor a los niveles previos a la crisis, dado que el exceso de ahorros, generado mayormente en Asia, no está siendo absorbido por los países industrializados.
Los flujos de capital hacia la región se han reanudado a ritmo acelerado, alcanzando un nivel histórico sin precedentes de US$266.000 millones en 2010, llevando los rendimientos de deuda soberana a niveles anteriores a la crisis. A diferencia del pasado, ahora predominan los flujos financieros. En 2006 un tercio del total de los flujos de capital eran no financieros, pero estos ahora representan 55 por ciento del total de influjos.
En lo que respecta al comercio internacional, el auge de Asia ha creado una demanda creciente e insaciable de recursos naturales de América Latina y una presión competitiva creciente e incesante sobre los productores de manufacturas latinoamericanos, tanto en los mercados internos como los externos.
El actual clima probablemente lleve a los países exportadores de materias primas de la región a crecer a tasas más aceleradas que aquellos países que son primordialmente importadores de materias primas y más dependientes de las exportaciones de productos y servicios a América del Norte y Europa y de las remesas enviadas por emigrados, según el estudio.
Recomendaciones de políticas macroeconómicas
El actual clima económico está llevando a varios países exportadores de materias primas a combatir el sobrecalentamiento, la apreciación cambiaria y el ingreso de capitales de corto plazo que pueden tener efectos desestabilizadores en sus economías.
El estudio llama a esos países a hacer buen uso de la bonanza externa mediante un prudente manejo macroeconómico y financiero para mantener a raya cualquier incremento de las vulnerabilidades que pueda poner en riesgo a sus economías.
El estudio alienta a dichos países a recortar el gasto y, en aquellos con grandes ingresos de capital, lograr superávits fiscales que puedan ser usados para recomprar o cancelar deuda. El informe recomienda a los tomadores de decisiones políticas que utilicen las medidas de control de capitales con precaución dados sus resultados mixtos en contribuir a desacelerar la apreciación cambiaria, así como reforzar las normas de liquidez y de requisitos de capital para permitir al sistema bancario adaptarse más adecuadamente al ciclo económico.
"Si los flujos de capital son grandes y el crecimiento económico es fuerte, este es el momento de revisar las regulaciones para permitirles a los bancos de la región acumular capital y liquidez”, dijo Talvi, quien destacó que América Latina superó la reciente crisis razonablemente bien en parte porque tenía políticas macroeconómicas prudentes. “Esto les permitirá formar un buen colchón durante la bonanza y utilizarlo cuando el clima internacional se torne menos favorable”, añadió.
Los países de la región que son mayormente importadores de materias primas también necesitarán recortar gastos, pero por una razón diferente: dado que crecen a un ritmo menor, necesitan asegurar la sostenibilidad fiscal.
Con respecto a la política monetaria, los países importadores de materias primas deberían avanzar hacia una mayor transparencia y flexibilidad de sus tasas cambiarias con el fin de acomodarse más fácilmente a los choques que hacerlo durante una crisis global. En algunos países esto implica intensificar los esfuerzos por desdolarizar la economía y el sistema financiero para mejorar su capacidad de utilizar la tasa de cambio como amortiguador.
Oportunidades comerciales
El auge de Asia como principal motor de crecimiento plantea grandes oportunidades comerciales y desafíos para América Latina. Para los países exportadores de materias primas, el reto es diversificar las exportaciones a Asia más allá de una cantidad muy limitada de materias primas tales como petróleo, cobre, soja y mineral de hierro.
Para los importadores de materias primas, los desafíos van desde establecer una presencia en el pujante mercado asiático explotando promisorios nichos de exportación en manufacturas y servicios, hasta reestructurar su sector manufacturero para hacer frente y posicionarse de mejor manera ante la competencia de Asia.
El estudio recomienda que la región adopte políticas que unifiquen los mercados internos e incrementen el acceso a mercados de Asia, Estados Unidos y Europa mediante una reducción de las barreras arancelarias y no arancelarias y también de los costos de transporte. El informe insta a los tomadores de decisiones políticas a apoyar amplias medidas destinadas a mejorar la infraestructura, promover la competencia en los servicios de transporte, y facilitar y armonizar los procedimientos aduaneros.
A fin de que las manufacturas de la región mejoren su competitividad externa, el estudio también pone énfasis en la necesidad de que América Latina incremente su productividad, en particular en el sector servicios, que emplea a 60 por ciento de la fuerza laboral, frente a aproximadamente 20 por ciento tanto en el sector primario como en el de manufacturas.
El estudio recomienda que la región apoye políticas e inversiones que impulsen la productividad en vitales sectores no transables. Estos incluyen el comercio minorista y mayorista, las finanzas, los servicios a la comunidad y personales, el transporte y la construcción. El informe llama a la eliminación de regímenes impositivos que discriminan a favor de firmas pequeñas e informales y de programas sociales que subsidian el empleo informal a expensas de puestos de trabajo formales, como también a implementar políticas que aumenten el crédito disponible a las empresas.
“Las demandas planteadas por el nuevo orden económico sobre la eficiencia del mercado y la productividad en América Latina serán mayúsculas”, dijo Izquierdo. “Ciertas industrias dejarán de ser competitivas, en tanto que otros tipos de industrias florecerán. Los países latinoamericanos necesitarán adoptar políticas que faciliten la reasignación de recursos laborales, de capital y financieros hacia sectores emergentes y más productivos”, agregó.